“Es un guion de Netflix: me quieren involucrar en un plan para poner coches bomba”, dijo el Rey de la Efedrina
Mario Segovia llamó a LA NACION desde el penal de Ezeiza, donde está preso y donde el año pasado le secuestraron manuales para fabricar artefactos explosivos; descartó estar ideando algún ataque de este tipo y, también, negó contactos con líderes de bandas de Rosario
- 8 minutos de lectura'
ROSARIO.-”Jamás caería en la bajeza del narcotráfico. Yo vendía efedrina”, afirmó Mario Segovia desde un teléfono público del penal de Ezeiza, en diálogo en exclusiva con LA NACION. El nombre del llamado Rey de la Efedrina –apodo que le puso el ministro de Seguridad Aníbal Fernández- apareció esta semana ligado a un nuevo capítulo de violencia: la fabricación de explosivos para detonar un coche bomba en Rosario, en supuesta sociedad con el narco peruano Julio Rodríguez Granthon.
“Todo es mentira. Esto sale de un rumor que le llega a la Justicia federal y otra vez me vuelven a perjudicar, a ligar con un hombre al que conocí en el penal de Ezeiza, pero con el que no tengo nada que ver; al contrario: me peleé en la cárcel con él”, afirmó Segovia.
“Esto es un guion de Netflix. Me quieren involucrar en un plan para poner coches bomba. Es una locura”, señaló. “Siempre hay sospechas sobre mí. Cometí el error de mostrar el dinero y eso generó mucha envidia. Tenía 30 años y andaba en un Rolls–Royce. Pero nunca me involucré con el narcotráfico y la violencia. A Los Monos no los conozco. Nunca tuve contacto con ellos”, dijo.
“Hace 14 años que estoy preso en una causa que tiene 140 cuerpos de mentiras. Yo vendía efedrina a las droguerías cuando era legal. Cuando estaba por recuperar mi libertad me inventaron una causa por explosivos que nunca encontraron. Tenía todo planeado para cuando saliera de la cárcel: trabajar en un taller mecánico y explotar un campo que era de mi padre”, expresó Segovia desde la cárcel.
El lunes pasado, su celda fue allanada por la Gendarmería. “No encontraron nada. Solo se llevaron una agenda vieja”, indicó El Rey de la Efedrina a LA NACION.
“Tengo 48 años y pasé parte de mi vida preso. Yo no conozco a ninguno de los narcos de Rosario. Nunca estuve involucrado con el narcotráfico, porque me parece una bajeza”, repitió. “En los allanamientos que me hicieron el año pasado encontraron manuales de explosivos, que no está prohibido tenerlos. Eran para unos cursos de capacitación que el dueño de una empresa de seguridad, que era amigo mío y falleció, estaba por dar a miembros de las Fuerzas Armadas”, explicó.
El allanamiento de las celdas de Segovia y de Rodríguez Granthon fue parte de un megaoperativo dispuesto por los fiscales Javier Arzubi Calvo (de la Justicia federal) y Pablo Soca (del fuero provincial), que incluyó varios puntos de venta de drogas de la zona oeste de Rosario, donde se gestó hace semanas una batalla narco para controlar el mercado de estupefacientes que al peruano como uno de los protagonistas.
El dato que inició todo
El principal impulso de los allanamientos fue la información que había llegado a la Justicia sobre Segovia y El Peruano, dato que apuntaba a la supuesta preparación de un atentado con explosivos en Rosario, algo que el Rey de la Efedrina negó, por lo menos de su parte.
El 16 de este mes, una mujer declaró bajo reserva de identidad que había ido a la cárcel de Piñero a visitar a Andrés Benítez, un preso vinculado con Rodríguez Granthon, quien le relató que su jefe –según el informe Nº 1115/2022, que consta en el expediente– “estaría planeando diversos atentados a edificios gubernamentales” de Rosario. Se mencionó como posibles blancos la Policía Federal, fiscalías y juzgados federales y el Monumento a la Bandera.
Según la causa, la testigo “aportó que Rodríguez Granthon estaría planeando diversos atentados a edificios gubernamentales de Rosario y Mario Segovia sería quien le proveería explosivos y armas” y que “los atentados se relacionarían con las disputas territoriales relacionadas con el narcotráfico”.
Esta información y otra que llegó a la policía el miércoles pasado generó que las fuerzas de seguridad de Rosario entren en alerta ante la posibilidad de un atentado. Incluso, hubo dependencias de la Justicia en esa ciudad donde se licenció al personal ante el temor de una detonación.
“Mi mujer me dijo que en los canales de televisión están cercando los edificios de la Justicia por temor a un ataque con un coche-bomba. Es una locura. Yo no tengo nada que ver. Me asocian con una persona, como El Peruano, con la que no tengo ninguna relación”, intentó despegarse Segovia.
En junio del año pasado, la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), a cargo de Diego Iglesias, y el fiscal federal de Lomas de Zamora, Sergio Mola, ordenaron una serie de allanamientos en propiedades de Segovia y de su entorno por la sospecha de que había adquirido insumos para la fabricación de explosivos.
Según esa investigación, el 12 de septiembre del 2016, en el aeropuerto internacional Silvia Pettirossi, de la ciudad de Luque, Paraguay, se secuestró una encomienda proveniente de Canadá, con paso previo por el aeropuerto de Ezeiza: contenía dispositivos para la fabricación de explosivos. En ese momento se informó que la compra del material incautado se habría realizado desde una extensión de correo electrónico “gov.ar”, que señala casillas gubernamentales de email.
Se verificó que mediante dos correos electrónicos oficiales del gobierno de Formosa, que pertenecían a dos empleados públicos y docentes, “se adquirieron estos artefactos explosivos”. Esos mails fueron utilizados sin que los titulares de las cuentas estuviesen al tanto de la maniobra.
Según fuentes judiciales, con esos correos se adquirieron “un sobre-bomba que contenía alambres, cables, tornillos, un detonador y una batería; un libro-bomba, con dos baterías, un detonador, una llave, dos pinzas, cables y papel aluminio, y una carpeta-bomba”.
Consta en un dictamen de los fiscales Mola e Iglesias que por esos explosivos se pagaron US$1155 el 6 de junio de 2016, mediante una transferencia a través de la empresa Money Gram, a nombre de Fernando Uriarte Ramírez, desde la ciudad de Sinaloa, México.
Según el expediente judicial, otro de los que se contactaba con el proveedor de explosivos canadiense era Matías Segovia, el hijo del Rey de la Efedrina, que accedió a las casillas de correo electrónicos oficiales del gobierno de Formosa desde las computadoras del cyber de una estación de servicio de Rosario.
“[Los imputados] entre otros sospechosos aún no identificados, forman parte de una organización dedicada a realizar actividades vinculadas con el tráfico ilícito de estupefacientes, tráfico ilícito internacional de armas y explosivos –obtención, armado, acopio y comercialización de armas de guerra de uso prohibido, particularmente de fusiles AR15 y accesorios regulados, como supresores sónicos–, los cuales ingresan al país, en su mayoría, en piezas desarmadas, y mediante distintas encomiendas, por el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, y desde allí son enviados a la ciudad de Rosario –donde se encuentra radicado el núcleo de la organización– para completar las maniobras desarrolladas, resultando todas estas actividades planificadas y dirigidas por su jefe, Mario Segovia, desde el Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza, en el que se encuentra actualmente alojado y cumpliendo una condena”, explicaron Mola e Iglesias.
Para los fiscales, la organización funcionó desde septiembre de 2016, cuando se descubrieron los primeros explosivos, hasta la 2021. En julio del año pasado, detectives del Departamento Unidad Federal de Investigaciones Especiales de la Policía Federal Argentina (PFA) abrieron una encomienda que se encontraba en el depósito de la empresa DHL Express de Rosario, donde se hallaron y se secuestraron tres silenciadores para armas de fuego.
Según información que le entregaron representantes de la empresa de correo a los investigadores, entre el 23 de abril y el 18 de mayo de 2021, integrantes de la organización criminal retiraron otras tres encomiendas.
Además, el día del secuestro de los tres silenciadores, la firma recibió un mensaje de WhatsApp donde el interlocutor preguntaba por la encomienda que terminó siendo secuestrada. Para los investigadores, el remitente del chat era una línea telefónica utilizada por el Rey de la Efedrina.
En la mansión de Segovia, los efectivos de la PFA secuestraron manuales para uso de explosivos, y elementos y componentes que se podrían usar para posibles detonaciones, como así también se incautaron accesorios de fusiles y chalecos antibalas.
En la casa de Álvarez Condarco a 472 bis se encontraron varios estuches para fusiles varios y carabinas, manuales y reglamentos del AR-15, arma de tiro semiautomático que es similar a la versión militar de la carabina M4 utilizada por los Estados Unidos. También se encontraron una caja “ignitores pirotécnicos”, conocidos como “prende-mechas”, componentes electrónicos, plaquetas sensibles al sonido y controles remotos a distancia de activación por radiofrecuencia, entre otros materiales.
En la casa donde vive Hernán Segovia, hermano del Rey de la Efedrina, la PFA secuestró un fusil AR-15 y 75 cartuchos a calibre 5.56. En otro domicilio, en Santiago al 4200, se incautaron municiones de distinto calibre y teléfonos celulares.
Temas
Otras noticias de Narcotráfico
Más leídas de Seguridad
La encontraron en un bolsón. Los primeros datos de la autopsia a Sofía, la joven de 20 años asesinada en Santa Fe
Operaba en Palermo. Cayó “Richard” un “viudo negro” chileno que seducía, drogaba y robaba a turistas de ambos géneros
Horror en el conurbano. Mataron a una mujer, arrojaron su cuerpo en un tambor de 200 litros y buscan identificarla
Estupor y conmoción en Mendoza. Lo detuvieron por violar y embarazar a una compañera de escuela de su hija de 13 años