“Es muy difícil aceptar lo que pasó”, dijo Diana Cohen Agrest a 10 años del asesinato de su hijo
La víctima fue baleada durante una entradera en la casa de una amiga; el homicida fue condenado a 18 años de cárcel tras anularse una sentencia inicial de prisión perpetua
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A 10 años del crimen del estudiante de cine Ezequiel Agrest, asesinado durante un asalto en el barrio porteño de Caballito, su madre, la doctora en filosofía Diana Cohen Agrest, aseguró hoy que aún “es muy difícil aceptar lo que pasó” porque sigue preguntándose “cómo pudo pasar” y arremetió contra “los jueces que matan con una lapicera”, al referirse a los magistrados de Morón que dos meses antes del crimen excarcelaron al homicida de su hijo.
Cohen Agrest dialogó con Télam al cumplirse el décimo aniversario del crimen de su hijo y manifestó que “es muy difícil aceptar lo que pasó” y que pese a haber escuchado decir que “llega un momento” en el cual se “recuerda a la persona perdida” y “se ríe de las anécdotas”, a ella “en lo personal”, no le llegó.
”Una cosa es evocar momentos hermosos con alguien que tuvo que dejar la vida cuando la debió dejar, una cosa es evocar momentos hermosos de lo que uno compartió con un padre o con un hermano o con alguien que en el orden de la vida sabíamos que tarde o temprano nos iba a abandonar, pero con un hijo siento que eso no pasó, siento que el tiempo pasa y que las heridas siguen iguales”, explicó la fundadora de la Asociación Civil por los derechos de las víctimas de homicidio y femicidio Usina de Justicia.
La filósofa doctorada en la Universidad de Buenos Aires dijo que sigue “incrédula” y preguntándose “cómo pudo pasar, por qué pasó”, por qué le paso a ella y “le sigue pasando a tanta gente”.
”En lo personal yo creo que tuve la lucidez para saber que las cosas son como son y que uno las tiene que aceptar. Y que hay dos caminos, o uno las acepta autodestruyéndose o uno las acepta pero sabiendo que de la experiencia vivida se puede hacer algo distinto, o se puede sublimar ese dolor en una obra, y creo que esa obra fue Usina de Justicia”, sostuvo la magister en Bioética.
En ese sentido, agregó: “Uno preocupándose en mejorar esa Justicia, en salvar otras vidas, es una manera de darle un sentido a ese sinsentido que fue la muerte de Ezequiel”.
Ayer, la ensayista tuiteó: “Se cumple hoy una década del asesinato de Ezequiel Agrest, ejecutado por la excarcelación perpetrada por el Tribunal en lo Criminal Número 5 de Morón: Jueces Ángela Parera, Carlos Enrique Thompson y Susana Leticia de Carlo. Espero Justicia Divina”.
Al respecto, la mujer explicó a esta agencia que le “cuesta entender por qué (a Ezequiel) lo asesinó una persona que tenía nueve causas en su haber, causas gravísimas por portación de arma de guerra, había estado preso varias veces, y por qué los jueces de Morón lo dejaron salir”, y “a los dos o tres meses (Sebastián Pantano) mató a Ezequiel una persona que no podía estar libre”.
“¿Por qué hoy en día todavía los jueces matan con una lapicera? Porque sin darse cuenta que por un supuesto acto de piedad, con el cual intentan calmar sus conciencias (…) no se dan cuenta de que con esa firma, con esa lapicera, están condenando a muerte a otras personas y también a familias enteras”, reflexionó Cohen Agrest.
Contó que su hijo “era un chico muy alegre, un chico muy bueno, un chico incapaz de hacer cualquier daño, lleno de vida, de proyectos”.
”Se estaba recibiendo, el día que lo mataron precisamente estaba yendo a la casa de una compañera y precisamente cuando el asesino ató a la compañera con una corbata, él reaccionó para defenderla. Cuando yo pienso eso, cuando yo pienso que él trató de salvar la vida de una joven y que él fue una pieza sacrificial de esa escena, me da tanto dolor”, concluyó la mujer.
El crimen ocurrió el 8 de julio de 2011 en el pasaje Bertrés al 500, casi Pedro Goyena, de Caballito, donde vivía Lucía Agosta, una compañera de Agrest. Ambos jóvenes fueron sorprendidos por un delincuente que los amenazó cuando bajaban cosas de un auto. El asaltante, quien actuó solo, los amenazó con una pistola calibre .45 que nunca fue encontrada y los hizo ingresar en la casa, por lo que la joven le entregó dinero en efectivo. El delincuente no quedó conforme con el botín obtenido, maniató a Agosta y a su hermano y, cuando se disponía a hacerlo con Agrest, éste se resistió, por lo que primero el ladrón lo golpeó con la culata del arma en la cabeza y luego le disparó dos tiros.
Pantano, hijo de un Policía Federal, fue detenido un mes después en la localidad bonaerense de Lomas de Zamora con un DNI falso. En mayo de 2013 el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 18 condenó a Pantano a 18 años de prisión por el “homicidio en ocasión de robo” de Agrest, luego de que se revocara el veredicto del TOC 28 que inicialmente lo había sentenciado a la pena máxima de prisión perpetua.
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