“La grieta” de la inseguridad. La afinidad política divide aguas profundas a la hora de definir las causas del delito
Un relevamiento realizado este mes por el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Facultad de Psicología de la UBA revela diferencias en la percepción del problema según la ideología partidario; los adherentes al FDT la atribuyen a factores económico-sociales y a la corrupción policial; los de Cambiemos y los libertarios, a los “jueces garantistas”, los beneficios para delincuentes y la pérdida de la cultura del trabajo y el esfuerzo
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La inflación es el principal problema que afecta hoy al país, apenas por encima de la delincuencia, la corrupción, la pobreza y el desempleo. Pero, a nivel personal y familiar, una palabra es la que más se escucha: inseguridad.
Así surge del relevamiento realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) a partir de 2021 encuestas a ciudadanos de siete grandes conglomerados urbanos: Ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata, Gran Córdoba, Gran Rosario y Tucumán.
“Impotencia”, “alerta y preocupación permanente”, “bronca” y “miedo” son los sentimientos que mejor expresan la inseguridad para las personas entrevistadas.
Siete de cada diez de ellos consideran que viven en una localidad peligrosa y dos de cada tres afirman haber sufrido en carne propia el flagelo del delito.
Pero, por detrás de esos indicadores que representan a una mayoría, la “grieta” aparece como un divisor de profundas diferencias a la hora de describir cuáles son los principales problemas del país, en general, y de mensurar causas y consecuencias de la inseguridad, en particular.
Entre los votantes del Frente de Todos (FDT), el top 3 de problemas del país lo ocuparon la inflación (77%), la pobreza (60%) y el endeudamiento externo (57%). En cambio, para los votantes de “Juntos +libertarios” (así están descriptos en el informe de la UBA), encabezan la lista la inflación (87%), la corrupción (86%) y la inseguridad/delincuencia (84%).
En el “fuego cruzado” están parejos: el 54% de los votantes del FTD le atribuye los problemas “a la oposición”, especialmente, al macrismo. Y el 55% de los adherentes al eje Juntos+libertarios considera que el “problema” es el gobierno que encabeza Alberto Fernández.
También hubo diferencias en cuanto al ránking de prioridades. Los votantes del binomio Juntos+libertarios respetaron el orden en el que listaron los problemas. Los del FDT pusieron en el podio de soluciones urgentes la inflación, la pobreza y el funcionamiento de la Justicia.
En cuanto a las causas de la inseguridad, la “grieta” también definió singularidades. Los votantes del FDT la atribuyen a las “amplias diferencias socioeconómicas entre ricos y pobres”, a la “pobreza y marginalidad” y a la “corrupción policial”. Los del eje Juntos+libertarios, en tanto, listaron: “Jueces ‘garantistas’ que dejan libres a los delincuentes”, “beneficios excesivos para los delincuentes” y “pérdida de la cultura del trabajo y el sacrificio”.
Para ellos, la desigualdad entre ricos y pobres es una causa prácticamente marginal (fue mencionada por solo el 5% de los encuestados que adscriben a la oposición), mientras que para seis de cada diez adherentes al oficialismo es la causa principal del delito.
Casi hubo unanimidad en cuanto a la percepción de que hay inequidad entre los delitos y su castigo. El 97% considera que el que roba o delinque nunca paga por sus actos. Un 72% cree que los delitos graves no tienen condenas acordes con su gravedad. Y un 94% advierte que es necesario realizar cambios en las leyes penales para delitos graves y de lesa humanidad.
Los otros indicadores
En cada distrito, la mayoría consideró que vive en una “localidad muy insegura”. En la Capital, esa sensación es la del 59% de los encuestados. Pero la situación es especialmente preocupante en el mayor centro urbano de Santa Fe: para nueve de cada diez rosarinos, su ciudad es “muy insegura”. En el “termómetro de la inseguridad”, el promedio-país es del 72%.
Dos tercios de los encuestados afirman haber sido víctimas –ellos o alguien de su familia– de un hecho delictivo (mayormente, robos y asaltos en la vía pública). Pero menos de la mitad hizo la denuncia, lo que permite avizorar uno de los factores a los que se atribuye el auge criminal: el de los “jueces ‘garantistas’ que dejan libres a los delincuentes”.
El robo seguido de muerte y el asalto a mano armada dentro de la casa propia son los delitos más temidos, en términos generales. Expresan, así, el miedo a la violencia ejercida por los delincuentes.
Eso cambia según el género: por lejos, entre las mujeres menores de 30 años, el delito más temido es la violación.
El panorama que avizoran quienes respondieron a la encuesta de la Facultad de Psicología de la UBA es sombrío: el 86% consideró “muy probable” o “bastante probable” ser víctima de un delito en el futuro próximo; y 8 de cada 10 estimaron que la inseguridad aumentará “algo” o “mucho” en los próximos seis meses.
El 71% consideró la gestión del ministro nacional Aníbal Fernández en materia de seguridad como “mala” o “muy mala”.
Para combatir eficazmente el delito, el 67% cree necesario adoptar “una política de mano dura”. La concepción de que los ciudadanos tienen derecho a armarse para defenderse porque el Estado no los cuida tiene tantos adeptos como detractores. En tanto, una mayoría está en “total desacuerdo” con la idea de que “si se le diera mayor poder a la policía aumentarían sus excesos y los casos de gatillo fácil”.
Siete de cada 10 encuestados considera que se debe bajar la edad de imputabilidad (actualmente, de 16 años) y situarlo en una franja que va de 12 a 14 años.
La inseguridad fue, también, considerada como un “motivo para emigrar” por el 59% de los entrevistados. No obstante, en este punto la mayoría opinó que si tuviera la posibilidad de emigrar, lo haría por “pensar que el país no va a salir por años de la decadencia” y por “la situación económica”.
“Triángulo de las Bermudas”
En síntesis, los autores del quinto informe del Monitor de Seguridad extrajeron las siguientes conclusiones:
- “Los argentinos, especialmente los residentes en los grandes conglomerados urbanos, parecen estar sumergidos en una especie de ‘Triángulo de las Bermudas’ constituido por tres vértices–problemas claramente definidos, consolidados y profundizados: la economía (en los últimos tiempos representada por el fenómeno inflacionario), la inseguridad (cuya percepción de gravedad aumenta) y los políticos (percibidos cada vez con mayor desdén, escepticismo, hartazgo y bronca). Estos tres vértices detentan distintos pesos relativos en cada tiempo, se retroalimentan entre sí y generan el hundimiento del estado de ánimo del ciudadano y la caída de la motivación de lucha colectiva”.
- “La configuración del ranking de importancia de los problemas que hoy tiene la Argentina está fuertemente asociada a factores socioeconómicos y políticos. Inflación (hoy claramente la primera y prioritaria preocupación), inseguridad, corrupción, pobreza, economía, políticos y gobierno, son las palabras que entrelazadas en sus significados configuran una inequívoca resultante de sentido: la percepción de la decadencia simultánea de la economía, la política y la calidad de vida de los argentinos”.
- “La mayoría hace responsables a sus gobernantes por la situación actual. El estrés generado por el conjunto de estos cambios es profundo, grave e inocultable, y la gente hace responsables a los políticos por no haber sabido resolverlos o mitigarlos”.
- “En lo que se refiere a problemas personales, priman casi excluyentemente los económicos y la inseguridad. Inflación, caída del poder adquisitivo de los salarios, falta de dinero, pobreza y desempleo. A los problemas económicos se le suma el miedo, la impotencia y el desamparo por la persistencia y el agravamiento de la inseguridad en la vida cotidiana. Quizás, como efecto de ambos factores estresantes, vuelve a aparecer la palabra incertidumbre. Lo cual nos lleva a pensar que un sector mayoritario de la sociedad siente desazón y una sensación de ‘que no hay salida’, no hay camino posible para su desarrollo personal y familiar”.
- “Este tiempo de pospandemia, sobre el que se habían depositado expectativas de recuperación económica, emocional y motivacional, en el que se iban a retomar los proyectos de vida que se habían puesto en stand-by en el 2020, se presenta frustrante y aciago. Como en el mito de Sísifo, hoy el ‘ciudadano de a pie” se encuentra haciendo un gran esfuerzo para estar siempre en el mismo lugar (o en uno peor). Aunque, a diferencia de Sísifo, al tomar conciencia de la inutilidad de su esfuerzo, siente que su futuro está quebrado”.
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