La incansable lucha de los padres que perdieron a su hija de 9 años a manos de un femicida
Son las seis de la tarde de un jueves, y Pablo Bonome baja del ferrocarril junto a decenas de personas. Se mueve con pasos lentos. Luce cansado. Ha pasado todo el día en un edificio en construcción. Trabaja como obrero. "Es un oficio bastante pesado", dice. El sol dorado toca el lomo metálico del tren, que se aleja. El silencio calmo de la avenida principal de la localidad de José Mármol, en el partido bonaerense de Almirante Brown , se mezcla con la tristeza sórdida que Pablo lleva en los ojos: en esta misma cuadra, hace siete meses, encontró el cadáver de su hija .
Pablo y Fiama, la mama de Estefanía, viven en el corazón de un barrio gitano. Abiertas todas las puertas, las ventanas, las rejas; grupos de vecinos conversan en el frente de los terrenos. Las miradas firmes de los ancianos confirman que se trata de una zona en la que pocos se atreverían a entrar para secuestrar a una niña. Por eso, el 25 de octubre del año pasado, cuando Estefanía Bonome –de 9 años de edad– fue raptada por un femicida a una cuadra de su propia casa, todos los familiares de la chica comenzaron a buscarla intensamente, con dos certezas sólidas: la pequeña no se había ido voluntariamente, pero tampoco podía estar muy lejos.
Sobre aquella tarde, Pablo Bonome dice a LA NACIÓN: "Cristian Alejandro Yovanovitz intentó violar a Estefanía, que era su prima. Pero mi hija se resistió y él la mató. Sin embargo, nosotros pensamos que alguien ayudó a limpiar la escena del crimen y el camión en el que transportaron el cuerpo. Hay, por lo menos, dos personas sospechosas; personas que tal vez estuvieron en el momento del homicidio. Desde que comenzó la investigación nosotros remarcamos estos indicios, y sostuvimos que tenemos motivos para pensar que Cristian no actuó solo. En esa misma línea declararon, por ejemplo, dos testigos...pero su testimonio fue desestimado".
Dolor imborrable
Pablo y Fiama recuerdan con muchísimo amor cada detalle de la vida de su niña asesinada. El pasado jueves 25 de abril, mientras la noche llegaba certera a este barrio del sur del conurbano –en la oscuridad– la soledad y la pena se volvían robustas, casi tangibles. A lo lejos, se escuchaba un ómnibus quebrar la neblina en la esquina de la cuadra, y decenas de vecinos se aprestaban a marchar para reclamar justicia. Ese día se cumplieron seis meses del femicidio.
Mientras las personas comenzaban a reunirse, en el patio de su casa y sentado junto a una mesa, Pablo esperaba el momento de la movilización. Jugaba en silencio con sus dos hijas. Les acariciaba el pelo y las pequeñas reían a carcajadas. "Ellas no saben lo que pasó con Estefanía; son muy chicas...¿cómo les digo que su hermanita fue asesinada? No puedo". Casi al mismo tiempo, Fiama contiene sus lágrimas, y con bronca, dice: "Las personas que quisieron encubrir el femicidio está libres".
Al hablar sobre el crimen, el rostro de Fiama cambia. Se esfuma las sonrisa que a veces aparece fugaz provocada por los recuerdos gratos, y sus ojos se llenan de impotencia. Nombrar a Estefanía y mantenerla presente a través de los relatos es una forma de vencer a la muerte y al silencio. Por eso, la mujer dice: "Mi hija no va a pasar al olvido. Pero lo cierto es que, siete meses después del femicidio, todavía esperamos los resultados de los peritajes de los teléfonos, los estudios en el cuerpo de la nena, y de la ropa manchada con sangre. Aún ni siquiera se realizó la reconstrucción del hecho, algo determinante para saber cuántas personas estuvieron involucradas; está claro que un adolescente de 15 años no pudo –sin ayuda– matar a Estefanía, limpiar la escena y descartar el cuerpo. La causa está a cargo del fiscal Martín Seara y del juez Mariano Alessandrini".
El 25 de abril, el barrio entero caminó las dos cuadras que separan la casa de Estefanía del lugar adonde la niña fue asesinada. Allí, prendieron velas, pegaron fotos de la chica y cantaron y gritaron reclamando celeridad en la investigación. Una mujer llamada Claudia, tía de Estefanía, dijo a LA NACIÓN: "El femicida no pudo actuar solo. ¿Quién manejaba la camioneta? ¿Quién tiró a mi sobrina desde la camioneta? Hubo cómplices. El asesino le reventó la vida a Estefanía, que está bajo tierra. Nos reventó la vida a todos nosotros, que hoy ya no podemos verla. Vamos a luchar hasta el último día".
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