En Zárate hablan de otras peleas protagonizadas por los rugbiers
ZÁRATE.- Sorpresa y conmoción, pero también un marcado hermetismo. Esas son las principales emociones que manifestaron los vecinos de esta ciudad a partir del crimen de Fernando Báez Sosa, porteño, de 18 años y estudiante de Derecho, que murió el sábado a la madrugada tras ser golpeado salvajemente por un grupo de jóvenes de Zárate en una pelea a la salida de la discoteca Le Brique, en el balneario bonaerense de Villa Gesell.
La noticia cayó como una bomba y rompió la apacible rutina veraniega de esta arbolada ciudad de 100.000 habitantes situada a orillas del río Paraná, 90 kilómetros al norte de la Capital. La mayoría de los once sospechosos del ataque son jugadores de rugby del Club Náutico Arsenal de Zárate, única institución donde se practica ese deporte en la zona, y tienen apellidos que son conocidos en la ciudad.
"Mi hermano es técnico en Seguridad e Higiene, es un pibe tranquilo, trabaja, tiene novia desde hace tres años. Jamás nos imaginamos esta situación", dijo a LA NACION Diego Pertossi, de 23 años, sobre su hermano menor, Lucas, de 20, uno de los sospechosos. El diálogo fue en la puerta de la casa de sus padres, que viajaron a Villa Gesell a acompañar a su hijo cuando se enteraron de lo ocurrido. "Él es un cagón, no es de pegar. Pero hay un par en el grupo que son peleadores", añadió.
El joven reclamó además que la Justicia avance rápido para determinar el o los responsables de la muerte de Báez Sosa: "Queremos que se esclarezca todo y que el que fue pague, sea quien sea. Yo no puedo decir nada porque todavía no sé si mi hermano es o no culpable. Me pongo en el lugar de la otra familia [de la víctima] y si me hubiera pasado a mí ya los estaría yendo a buscar. Pero la sociedad te juzga sin saber", detalló.
Otros vecinos coincidieron en que los rugbiers son "buena gente", pero algunos de ellos ya habían protagonizado peleas en el pasado. "Acá en Zárate es un grupo muy visto. Son de salir mucho y siempre se mueven en patota. A algunos los vi agarrarse a piñas en las salidas de los boliches o en las fiestas. No son malos chicos, pero con todo el alcohol que tenían encima creo que tomaron una mala decisión", opinó Iara, una joven de 20 años que trabaja en un comercio del centro. Como ella, varios entrevistados no quisieron revelar sus apellidos, porque "Zárate es un lugar donde se conocen todos".
"Estamos sorprendidos. La mayoría de los chicos son de buenas familias; hijos de arquitectos, médicos, abogados. Hay que ver qué los llevó a hacer eso -dijo un jubilado de 70 años que se identificó como Tito-. El que va a pagar el plato va a ser el que dio la patada final, pero no estoy de acuerdo con eso: tienen que ser los tres o cuatro que le pegaron. El pibe [Báez Sosa] se fue a veranear y volvió muerto. Eso no se arregla más. Hay que prohibir el alcohol en la playa".
El Club Náutico Arsenal de Zárate está sobre el río Paraná, en una zona con otros complejos deportivos. Además de rugby, allí se practican natación, hockey, handball, básquet, fútbol y patín artístico, entre otras disciplinas. Ayer por la mañana sus puertas estaban abiertas, pero -según los vecinos- el movimiento era menor que el de cualquier otro domingo. "No hay representante legal para responder", indicó el encargado de la recepción ante la consulta de LA NACION. Anteayer por la tarde, la Subcomisión de Rugby, a cargo de Ricardo Núñez, había publicado un comunicado en el que se solidarizó con la familia de la víctima y repudió "enérgica y contundentemente cualquier hecho de violencia".
Actos antideportivos
Jonathan Rodríguez, operario de 25 años, juega al fútbol allí desde hace más de dos décadas y conoce a algunos de los acusados de vista. Para Rodríguez, el club "nunca fomentó la violencia" y no tolera los actos antideportivos. "Enseguida te sacan", señaló. Por esa razón, lamentó que la institución se vea perjudicada por lo ocurrido: "Los muchachos no fueron a Gesell en representación del club ni por un torneo de rugby. Se conocían de acá, nada más".
También sobre la costanera, a menos de un kilómetro del club y con el enorme Puente Zárate-Brazo Largo de fondo, hay un pequeño polo gastronómico con varios restaurantes. Allí se encuentra la parrilla La Querencia, un lugar que podría resultar clave para desvincular del crimen a Pablo Ventura, de 21 años, uno de los acusados. Ventura fue el último en ser aprehendido y el único que no se encontraba en Villa Gesell al momento de su detención.
Según las primeras versiones de los investigadores, el joven se habría escapado de esa ciudad balnearia el sábado por la madrugada con la ayuda de su padre y habría regresado a Zárate, donde fue atrapado horas más tarde. Sin embargo, de acuerdo con su familia, Ventura jamás viajó a Villa Gesell y el viernes por la noche habría cenado junto a sus padres en La Querencia. La prueba estaría en un video de una cámara de seguridad del restaurante que, con fecha y hora, los muestra en esa situación.
La encargada de la parrilla confirmó a LA NACION que el sábado por la tarde la familia se acercó a pedir ese video y que el camarero que los atendió esa noche en la mesa 75 puede testimoniar a favor de esa versión. "El mozo se acuerda hasta de lo que comieron", indicó. La Justicia ahora deberá comprobar si efectivamente los hechos ocurrieron así.
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