Mataron de un tiro delante de su hijo de 7 años a un abogado que intentó evitar que ladrones entraran en su casa
La víctima, Gustavo Fernández, fue interceptada por los delincuentes cuando llegaba a su casa de Monte Grande, en el partido de Esteban Echeverría; la policía bonaerense detuvo a dos adolescentes y a un joven de 24 años
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La inseguridad constante en el conurbano destruyó otra familia. Gustavo Fernández tenía 54 años y era abogado. En la noche del lunes pasado, cuando cerraba el portón de su casa en Monte Grande, partido de Esteban Echeverría, fue interceptado por dos motochorros que le robaron la alianza y las llaves de su camioneta. Para impedir que los delincuentes entraran en su hogar, la víctima forcejeó con uno de los asaltantes. Le dispararon a sangre fría delante de su hijo de siete años.
El abogado murió algunas horas después en el Hospital Municipal Santamarina, adonde fue trasladado en el automóvil de un vecino ante la demora en la llegada de la ambulancia. Por el homicidio, la policía bonaerense informó el arresto de dos menores, de 16 y 17 años, por su presunta participación en el crimen.
Así lo informaron a la nacion fuentes policiales. En el allanamiento donde fueron detenidos los dos sospechosos, los detectives policiales secuestraron una pistola nueve milímetros con una bala en la recámara y tres proyectiles en el cargador, que podría haber sido el arma utilizada en el homicidio. También se incautó en el lugar un revólver Azor calibre 22, con diez proyectiles en el tambor.
Todo sucedió cerca de las 20 del pasado lunes en Origone al 1000, entre Liniers y Reconquista, cuando Fernández cerraba el portón con rejas de su casa.
Pedro, un vecino que fue testigo del ataque, contó a la policía que como escuchó ruidos se asomó por una de las ventanas y observó cómo un ladrón presionaba el portón para ingresar en la casa de Fernández, quien hacía fuerza contra la reja para impedir el ingreso de los agresores.
“El delincuente, al no poder ingresar, sacó un arma y efectuó un disparo para después salir corriendo y subirse a una moto negra y naranja conducida por un cómplice”, dijo el testigo ante personal policial.
“Como la ambulancia demoraba en llegar, la víctima fue trasladada al Hospital Municipal Santamarina en el auto de un vecino. Según los testigos, a simple vista, tenía una herida de arma de fuego a la altura de la ingle. En el momento del ataque, la víctima estaba acompañaba de su hijo de siete años, quien no resultó herido”, informaron fuentes policiales.
Al arribar personal policial al hospital fue notificado que la víctima había sido intervenida quirúrgicamente y que su estado “era reservado, pero estable”. En el nosocomio se entrevistaron con Pedro, el testigo. Poco después, llegó la esposa de Fernández, Karina C., también abogada. La pareja tenía dos hijos, el de siete años, que presenció el ataque, y otro de nueve. Fernández falleció en el hospital.
“Peritos de la Policía Científica, en la vereda de la casa de la víctima, a pocos metros de la reja, encontraron una vaina servida calibre nueve milímetros y manchas hemáticas de la víctima”, informaron fuentes de la investigación.
En un primer momento, la investigación quedó a cargo del fiscal Andrés Devoto, funcionario judicial de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Esteban Echeverría.
“A partir de testimonios e imágenes de cámaras de seguridad instaladas en la zona, se pudieron determinar las características de la moto en la que circulaban los delincuentes y también se logró reconstruir el trayecto de fuga”, explicaron fuentes policiales.
Poco después, personal de la comisaría 1a. de Esteban Echeverría obtuvo información de donde podía estar oculta la moto utilizada por los motochorros.
“El fiscal Devoto dispuso tres allanamientos de urgencia. En un domicilio que hace las veces de aguantadero se detuvo a dos adolescentes de 16 y 17 años oriundos de Lanús. En ese lugar se secuestraron una pistola nueve milímetros, que se supone fue el arma utilizada en el crimen, y un revólver calibre 22 con diez proyectiles. Las dos armas tenían pedido de secuestro”, explicaron fuentes policiales.
En otro allanamiento, hecho en un domicilio situado a 100 metros de donde se detuvo a los dos sospechosos, la policía bonaerense encontró una moto blanca con “vivos” y llantas naranjas que tenía pedido de secuestro por haber sido robada el 27 de marzo pasado en Lanús.
“La moto secuestrada, según las filmaciones incorporadas a la investigación, es de similares características a la que circulaban los delincuentes que protagonizaron el hecho”, afirmaron voceros al tanto de la pesquisa.
En ese domicilio fue detenido un joven de 24 años con antecedentes por abuso de armas y resistencia a la autoridad.
En un tercer allanamiento se detuvo a otro adolescente de 17 años que era buscado por un intento de homicidio ocurrido hace un mes.
La defensa del hogar
Tiempo atrás, Fernández le había prometido a su esposa y madre de sus dos hijos que no iba a permitir, ante un hecho de inseguridad, que ladrones irrumpieran en su casa. “Antes me van a tener que matar”, le aseguró en aquella oportunidad. “Él cumplió. Luchó valientemente con los delincuentes y le dispararon”, sostuvo Karina C., la esposa del asesinado abogado de 54 años.
“Le pasa a cualquiera, hoy me tocó a mí. Hay que aceptar y seguir adelante, aprender a sobrellevarlo. Tengo que estar fuerte para mis hijos y trabajar para mantenerlos, ahora estoy sola”, dijo a la nacion la esposa de la víctima, con resignación.
Sobre el robo que terminó con el homicidio de su marido, Karina C., abogada, de 44 años, indicó que ocurrió cuando Fernández y su hijo de siete años llegaban a su casa en Origone al 1000, en Monte Grande.
“Llegaban del club de fútbol. Él quiso cerrar el portón e impedir que entraran los ladrones. Mi hijo más chico se escondió en el living y vio por la ventana cómo mataron a su papá. Él luchó valientemente con los delincuentes y le dispararon. No quería que yo me encuentre con los delincuentes, por eso hizo lo que hizo”, sostuvo la mujer.
“Me pude despedir de él”, contó emocionada la mujer.
“Yo no le jodí la vida a nadie. Cumplo mi deber, lo que tengo lo gané trabajando. Es injusto. Mataron, asesinaron, no hay excusa por ser menor”, dijo sobre los adolescentes detenidos por su presunta participación en el crimen.
Sobre su esposo dijo: “Era mi marido, mi socio, mi amigo, compañero, confidente, una buena persona. Siempre buscaba justicia, lo ponía muy mal la injusticia”. Comentó que su esposo amaba el rugby y que “era un deportista frustrado, siempre activo. Él quería llegar a ver a sus nietos disfrutar la vida porque su padre había fallecido joven”.
También contó que su hijo más chico se siente culpable por no haber salido a ayudar a su padre y que el más grande está golpeado por la tragedia. Habló con la nacion y pidió no ser identificada con su apellido ni su imagen, ya que no quiere quedar expuesta frente a allegados de los dos detenidos. Busca fuerzas para continuar por sus hijos. “No puedo tirarme en una cama a llorar”, afirmó.
La familia buscaba resguardarse del delito que sentían crecer en la zona. Los hijos no salían solos, por las noches intentaban no salir con su esposo. Pero el cuidado no alcanzó para evitar el mortal encuentro con dos motochorros que habían salido a buscar víctimas y se toparon con Fernández, el abogado baleado por defender su hogar.
Hugo, un mecánico y vecino de la zona, indicó que Fernández era una excelente persona. El hombre, de 51 años, que quedó al cuidado de los hijos de la víctima mientras la esposa lo acompañaba en el hospital, agregó: “Hace diez años vivían acá. Es un barrio de gente de trabajo. Ahora parece liberada la zona.
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