En la mente del acusado. Enfermedades y simulaciones: el estudio del crimen en psiquiatría forense
La producción de un hecho criminal aberrante siempre ejerce un efecto magnético en la opinión pública. Si los detalles que los medios aportan resultan especialmente escabrosos, la opinión general tenderá a calificar al autor como “loco” y al hecho como “una locura” y con ello, separar a tal persona y tal acontecimiento de la humanidad supuestamente normal.
Sin embargo, esto resulta, en general, una opinión profundamente impregnada de desconocimiento y prejuicio, dos condiciones que todavía contaminan a todas las clases sociales aun ya bien adentrados en el siglo XXI.
La realidad científica en el análisis de estos casos, basada en la psiquiatría forense, consistirá en develar si tal persona pudo, al momento del hecho, comprender y dirigir lo que hacía.
Y en esto es fundamental basarse en la psicocriminogénesis delictiva, lo que —explicado metafóricamente— implica que el psiquiatra forense deberá recorrer, en su investigación mental, el mismo camino que el autor de un crimen para aprehenderlo, intentar ingresar en la mente del criminal y, así, develar si los hechos encontrados guardan una relación de sentido que se concatene con un final determinado. Es una tarea difícil, extremadamente laboriosa y que requiere una pericia y experiencia excepcionales.
La realidad indica que fenómenos como las supuestas posesiones demoníacas, o transformaciones en animales actuadas, o los supuestos estados de inconsciencia, son, en forma habitual, intentos de simular una enfermedad mental —de una u otra manera, y con mayor o menor fortuna— para evadir el castigo que la Ley destina al agresor, y transformarlo en una medida de seguridad curativa para burlar la acción de la Justicia.
Afortunadamente, los peritos capaces y probos, en especial los psiquiatras forenses argentinos, con su experiencia, consiguen determinar estos intentos de simulación de enfermedad y poner las cosas en su lugar.
Resulta fundamental saber, más allá de la opinión popular, que los enfermos mentales en la Argentina y en todo el mundo, con independencia de las fantasías de la televisión, el cine y las novelas, son solo autores de un hecho violento en un 10% de los casos, cuando en rigor son esencialmente víctimas de ellos en más de un 90% de las oportunidades.
Por ello, como conclusión, es recomendable insistir con la prudencia a ciertos medios que rápidamente califican de “brotes psicóticos” a crímenes producidos por personas con su capacidad mental plena. Por el bien de todos, creo que no está de más ser prudentes en esto.
Andrés Mega es profesor universitario, médico psiquiatra, psicoterapeuta y forense
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