Empieza el juicio al empresario que abusaba de una niña desde los 7 años: sospechan que le pagaba a la madre
Las personas que la conocen la definen como una niña alegre. Comerciantes y vecinos la veían en la calle cuando pedía limosna. Recuerdan haberla visto desabrigada y descalza en días muy fríos. Una tarde llegó a un negocio tipo polirrubro de Constitución acompañada de un hombre bien vestido; ella señaló una muñeca y dijo: "Esa. Esa". Él preguntó el precio, pagó y se fueron juntos. La comerciante no sospechó nada. Pero el lunes apenas abrió el local se enteró de que la chica estaba internada. Había sido violada por su "padrino", aquel hombre.
Kurt Gwerder no era el padrino de C., que ahora tiene 11 años. Era, según la Justicia, la persona que abusaba sexualmente de esta menor en situación de vulnerabilidad que tenía, cuando este horror ocurrió, a su madre adicta a las drogas y a su padre preso. La víctima era entregada a su abusador a cambio de dinero.
Los abusos, según consta en el expediente judicial, al que accedió LA NACION, ocurrieron en una fecha que no pudo precisarse, pero que fue antes del 23 de febrero de 2015 y hasta enero de 2016, en las oficinas de Gwerder en San Telmo. Se supone que la víctima era entregada por su madre, plata de por medio.
Hoy comienza el juicio oral y público contra Gwerder. El debate estará a cargo del Tribunal Oral de Menores porteño N° 3, integrado por Sergio Real, Inés Cantisani y Gustavo González Ferrari. La acusación correrá por cuenta de la fiscal Patricia Quirno Costa.
La causa
Gwerder llega al debate acusado de abuso sexual calificado, por haber configurado para la víctima un sometimiento gravemente ultrajante en virtud de su duración y por la participación de dos o más personas, en forma reiterada y en concurso real entre sí, los cuales concurrirán en forma ideal con el delito de corrupción agravada por tratarse de una menor de 13 años de edad y por haber sido cometido con amenazas.
"Una vez en el interior de las oficinas, Gwerder obligaba a C. a desnudarse y en ocasiones se desnudaba él también para realizarle tocamientos en las partes íntimas con la mano, con la boca y con sus genitales, o exigirle que lo toque, tomarle fotografías con poca ropa o desnuda; asimismo, le exhibía videos pornográficos, siendo que en algunas oportunidades Gwerder se subía encima de la pequeña tanto por delante como por detrás y la amenazaba con que le iba a decir a los padres que se portaba mal si no accedía a sus exigencias", sostuvo la fiscal María Eugenia Sagasta en el requerimiento de elevación a juicio.
Gwerder no estará solo: también ocupará el banquillo de los acusados una joven que en el momento de los hechos era menor, identificada solo por sus iniciales: R. N. L.. Ambos sospechosos llegan al juicio detenidos. Cumplen prisión preventiva en la cárcel de Ezeiza.
Está previsto que declaren 22 testigos. Hoy indagarían a los dos acusados.
Según explicó la fiscal Sagasta en el pedido de elevación a juicio, Gwerder y R. N. L. pasaban a buscar a la víctima por Independencia y Tacuarí, adonde era llevada por su madre. En otras ocasiones iban a buscarla hasta la casa familiar de C., en Carlos Calvo al 800, Constitución.
"Las conductas [abusos sexuales] eran efectuadas por Kurt Gwerder mientras R. N. L. permanecía en otras dependencias de la oficina y, con conocimiento de las maniobras ensayadas por el acusado, le sugería a la niña que consintiera las demandas del imputado", agregó la representante del Ministerio Público.
Adicción a las drogas
En el momento en que comenzaron los abusos C. tenía 7 años. Fuentes de la Policía de la Ciudad, que detuvo al sospechoso en diciembre pasado en un campo de San Andrés de Giles, afirmaron que "el empresario aprovechaba la situación de marginalidad y de adicción a las drogas de una mujer para, a cambio de comida, dinero y juguetes, abusar de su hija".
Gwerder ya había sido detenido en febrero de 2015, después de que C. fuera atendida en el Hospital Argerich por dolores genitales. Pero fue liberado poco después. Los abusos de los que fue víctima la niña cesaron durante un tiempo, cuando ella se fue a vivir a la casa de una de sus hermanas, en Glew. Fueron entre nueve y diez meses en los que no estuvo bajo el cuidado de su madre.
"Sin embargo, las mismas conductas [abusos] habrían vuelto a ocurrir ya que la pequeña regresó a vivir con su madre. Ello sucedió en algunas ocasiones, sin que puedan determinarse la cantidad ni la frecuencia, en las oficinas ocupadas por Gwerder en San Telmo, hasta que C. le pidió a ayuda a una mujer que se cruzó en la plazoleta de Bernardo de Irigoyen y avenida Independencia", afirmó la fiscal Sagasta.
Según consta en el expediente judicial, C. le pidió a Karina Roxana A., que declaró como testigo en la causa, que no la llevara con su madre porque la entregaba por dinero a "Pablo" (nombre con el cual la niña conocía a Gwerder). La pequeña, siempre según el expediente, le contó a la mujer que el hombre le ponía "su cosa fea en la vagina" a cambio de "propina".
El día del casual encuentro entre C. y Karina Roxana A. la niña fue llevada nuevamente al Hospital Argerich. "Los profesionales forenses determinaron que C. evidenció un alto grado de compromiso en su desarrollo psicoemocional, asociado a situaciones de vulnerabilidad psico-social, escasa contención y exposición a situaciones de riesgo. Advirtieron que la menor presentó signos y síntomas compatibles con un estrés postraumático relacionado con abuso sexual y que los hechos de los que habría sido víctima tienen entidad como para desviar el normal desarrollo no solo sexual sino de la personalidad global de cualquier persona".
En su declaración testimonial, Karina Roxana A. relató cómo fue su encuentro con C. en la plazoleta de Independencia y Bernardo de Irigoyen. Eran la 1.30 del 2 de enero de 2016. La niña le dijo que quería volver a su casa porque estaba cansada de que su madre la entregara a unos señores, que uno de ellos, "Pablo", "le ponía su cosa fea [sic]", en alusión al pene, "en la vagina" y que le daba "propina" a su mamá.
La testigo relató también que la víctima marcó en una tablet la dirección de las oficinas de "Pablo" y aseguró que guardaba su auto Mercedes Benz en un garaje de Tacuarí y Carlos Calvo.
La niña no mentía. Según el expediente judicial, el falso "Pablo" era cliente de unas cocheras privadas. En la causa declararon tres empleados de un garaje de Tacuarí al 900 donde Gwerder guardaba dos Mercedes Benz y una camioneta Dogde RAM. Uno de los testigos dijo que sabía que el cliente era empresario, que vivía en el Delta y que tenía oficinas en la zona.
Ese mismo testigo sostuvo que conocía a C. y contó que solía verla en la calle con "la madre, mendigando, siempre en malas condiciones". Si bien negó haber visto a la niña con Gwerder aseguró que en una oportunidad el cliente le preguntó por la chica y la madre, "lo que le llamó la atención".
También declararon como testigos vecinas de la víctimas, que sostuvieron que la madre hablaba de Gwerder como "el padrino" de C. y aseguraba que cuando la retiraba era para llevarla a clases de ballet.
"Debe ponderarse el testimonio y los informes de la licenciada [cuya identidad se preserva], de la Unidad de Violencia Familiar del Hospital Elizalde, quien trató a la víctima brindándole tratamiento psicológico y señaló que en cada entrevista C. solicitaba que se le obsequiara algún objeto, muñeco o juguete, resultando una situación que la niña tenía internalizada hacer algo a cambio de un regalo como un modo de vincularse con los adultos, resultando ello evidenciado con diversos testimonios ya analizados que dan cuenta de que Gwerder, además de darle dinero a la madre, le proporcionaba a la niña presentes, como muñecas, ropa y la promesa de una bicicleta", afirmó la representante fiscal en el requerimiento de elevación a juicio.
Otras noticias de Abuso de menores
- 1
La principal hipótesis que maneja la Justicia sobre la muerte de la pareja de Julio Moura
- 2
El guitarrista de Virus Julio Moura es investigado por la muerte de su pareja en medio de un juego sexual
- 3
Narcos africanos. La trama secreta detrás de la banda que engañó y usó como “mula” a una ciudadana de los Estados Unidos
- 4
In fraganti. Detienen a dos jóvenes que grafiteaban una estación del subte B; les prohíben salir del país y volver a usar la red