La enigmática desaparición de una camioneta y las comidas que recibe un preso que no se anima a probar
Hace un mes, a partir de un hecho fortuito, se frustró el robo en un banco que durante un año planeó una banda de delincuentes argentinos, uruguayos y paraguayos
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Hace tres semanas que Alejandro Israel Rosendo López está detenido. Pasa sus días en un calabozo de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro de la policía bonaerense. Misteriosamente y sistemáticamente alguien le envía comida. Un delivery llega con empanadas, pizzas y sandwiches y los entrega a los uniformados que están en la recepción de la dependencia policial. Pero él no come lo que le mandan. Tiene miedo de que lo envenenen. Él está preso por su presunta participación en el plan criminal que estuvo detrás del túnel de, por lo menos, 150 metros, que una banda delictiva hizo en el casco histórico de San Isidro para robar un banco con la intención de apoderarse de un botín millonario. Hace un mes, el golpe, a partir de un hecho fortuito, se frustró.
El misterio que rodea el hecho de que López, que está por cumplir 43 años, reciba comida en la DDI de San Isidro alertó a los detectives judiciales que investigan el intento de robo de la sucursal del Banco Macro situada en Chacabuco 444. Se abrió una investigación conexa para determinar quién envía el delivery.
“Se secuestraron seis empanadas. López dice que no sabe quién se las envía y tiene miedo de que sea comida envenenada”, afirmó a LA NACION una calificada fuente judicial.
La comida y el delivery no son los únicos enigmas que rodean a López. Una abogada tuvo una reunión con Jhony, como se conoce al sospechoso, en la DDI de San Isidro, donde firmó un poder para representarlo, pero cuando tuvo que ratificarlo ante el fiscal general adjunto de San Isidro, Patricio Ferrari, y Carolina Asprella, funcionarios a cargo de la investigación, López dijo que quería continuar con la defensa oficial. Lo mismo hizo ante la defensora oficial que lo asiste, Natalia Medan.
Sobre la abogada que lo fue a ver a la DDI, Jhony dijo que era rubia y tenía el pelo atado. La letrada le comentó que había ido de parte de su “tío”, pero el imputado le explicó a los funcionarios judiciales que no tiene tío y que firmó el papel sin leer el contenido y que él pensó que se trataba de la secretaria de la defensoría oficial, que la persona que lo fue a ver nunca le dijo que era abogada particular.
Según López, la letrada también le pidió los números de teléfono de sus familiares, pero él le respondió que no los recordaba. No quería que tuviera contacto con su familia.
Según pudo saber, LA NACION de fuentes al tanto de a causa, la abogada que se presentó en la DDI de San Isidro y se reunió con López se llamaría Sabrina Mansilla y en el escrito firmado por el imputado también quedaba designado como abogado a Carlos Telleldín.
“Fueron varios los abogados que tuvieron intención de defender a López. Se cree que eran letrados enviados por los uruguayos”, sostuvo una fuente al tanto de la investigación.
Los uruguayos son Alan Daniel Lorenzo Rodríguez y Nicolás Carpani Romero, detenidos en Uruguay por su presunta participación en el plan criminal para robar el banco de San Isidro. Un tercer sospechoso, también de nacionalidad uruguaya, Nicolás Cardozo Merladet, fue asesinado a balazos. Un crimen que, para los investigadores, estuvo relacionado con el frustrado golpe.
Según publicó Infobae, Telleldín se sumó al estudio uruguayo que defiende a Rodríguez y Carpani Romero.
“Todavía falta identificar a otros integrantes de la banda. Se sospecha que, en total, participaron diez delincuentes. Sabemos que hay más ladrones uruguayos involucrados y también hampones de Paraguay”, afirmó una calificada fuente que participa de la investigación.
En las últimas horas, hubo un gran avance para la investigación, la jueza letrada de primera instancia en lo penal Marcela Vargas concedió la extradición de Carpani Romero, medida solicitada por autoridades diplomáticas argentinas tras una solicitud de la jueza de Garantías de San Isidro Andrea Rodríguez Mentasty.
“Cruzar la orilla”
López, con antecedentes por narcotráfico, sabe mucho de la historia del túnel y el plan para robar el banco. Él habría oficiado de lanchero de los uruguayos que “cruzaban la orilla” mientras preparaban el túnel. Hasta su detención, concretada por la policía bonaerense el 15 del mes pasado, vivía en las islas de Ibicuy, en Villa Paranacito, en Entre Ríos.
“López, por su conocimiento de las islas del Delta y la cercanía con territorio uruguayo, hizo las veces de ‘lanchero’ para que los delincuentes fueran y vinieran a la Argentina desde Uruguay. Fue detenido en Villa Paranacito”, explicaron, en su momento fuentes, de la DDI de San Isidro.
La cantidad de delincuentes que formaron la banda que participó en el plan criminal quedó plasmada en un video que está en poder de los detectives policiales y judiciales y que LA NACION publica hoy.
Se trata de una filmación del 5 de agosto pasado, cuando todavía faltaban dos días para que se descubriera el túnel. En la grabación, incorporada al expediente, se observa cómo, en horas del mediodía, ocho hombres con bolsos se suben a una camioneta Renault Kangoo blanca que los esperaba en cercanías del Puerto de Frutos de Tigre para ir San Isidro. Cuando todos estaban arriba del vehículo utilitario, el conductor arrancó.
“Esa camioneta fue vista en la zona del depósito situado en Chacabuco 535/547, donde los ladrones comenzaron a hacer el túnel que los iba a conectar con la sucursal bancaria. El vehículo desapareció el día que el plan criminal se frustró. Se esfumó. No sabemos si para eliminar las pruebas, los delincuentes la prendieron fuego o si está escondida en algún lugar que todavía no se pudo determinar”, dijo a LA NACION una fuente del caso.
La investigación que derivó en el descubrimiento del túnel comenzó de forma fortuita cuando el martes 6 de agosto pasado, cerca de las 8.45, Damián Otero, un empleado de Berni, un local gastronómico situado en Chacabuco al 400, a pocos metros del banco que los ladrones pretendían robar, sintió un ruido extraño debajo de su camioneta.
Algo que no sabía qué era le daba golpes al chasis. El extraño sonido no se detenía. Entonces corrió el vehículo unos pocos metros y, después de descender, descubrió algo que le llamó la atención: una varilla de hierro sobresalía de entre los adoquines. Pronto se acercaron el personal de la confitería y otros comerciantes. Nadie entendía qué era lo que veían.
Tras el hallazgo y como no pudieron sacar la varilla de entre los adoquines, los comerciantes de la zona decidieron doblarla para que ningún conductor se la llevara por delante. Después le pidieron al personal de seguridad del banco que colocara un cono naranja fluorescente para que quedara señalizado el lugar.
Un analista técnico revisó todas las alarmas y los sensores del banco y no encontró ninguna anomalía. Sin embargo, se comunicaron con personal de la comisaría 1a. de San Isidro para “dar aviso de lo sucedido”. A las 20, un patrullero de la policía bonaerense se estacionó en Chacabuco al 400 para vigilar en forma preventiva las proximidades del banco.
El miércoles a las 8, hubo una comunicación con la Subsecretaría de Obras Públicas de la Municipalidad de San Isidro y poco después se decidió romper la calle y ver hasta dónde llegaba la varilla que había quedado clavada en los adoquines.Al comenzar a sacar la varilla se estableció que estaba conectada por tramos por un largo de aproximadamente tres metros. Entonces, se decidió excavar para ver hasta dónde llegaba el túnel”, sostuvo una fuente de la investigación .
La primera sospecha fue que el túnel podía conectar con una propiedad situada en la vereda de enfrente del banco, pero pronto esa hipótesis se descartó.
Después de más de 12 horas de trabajo, se descubrió que el túnel comenzaba en un galpón situado en Chacabuco 535/547.
En el viejo taller, detectives de la policía bonaerense y personal de la Municipalidad de San Isidro hallaron colchones, que indicarían que la banda dormía en el lugar, y bolsas plásticas y de arpillera similares a las que utilizadas por los corralones para vender arena para obras en construcción, donde cargaban la tierra que sacaban a medida que hacían el pozo.
De la investigación, además de los fiscales Ferrari y Asprella, equipo coordinado por el fiscal general de San Isidro, John Broyad, participan detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) local, conducida por el comisario mayor Javier Specia, y personal de la División Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones del Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina (PFA).
En una última inspección en el depósito, los investigadores encontraron una camiseta de River Plate, que en la parte de atrás llevaba impreso el número 9. No se sabe si era el mensaje que pensaban dejar si entraban a la bóveda de la sucursal, ya que el presidente de la entidad también es la máxima autoridad de los millonarios.
Un mes después de que se frustrara el plan criminal, Otero fue contratado por el Banco Macro y el túnel sigue abierto, a la espera de que la Justicia autorice que quede bajo tierra.
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