Con solo 20 horas de diferencia un asesino a sueldo ejecutó a dos víctimas en Merlo y en Flores
El primero de los homicidios ocurrió el 31 de diciembre a las 7.15, en la vereda de un bar de San Pedrito al 500; el segundo crimen fue el 1° de enero a las 3.15, en Merlo; el asesino mató de un balazo en la cabeza a cada hombre y usó el mismo vehículo
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Para que no lo detuvieran en algún control vehicular, el sicario recurrió a un auto que no tuviera pedido de secuestro por robo. Además, usaba uno que no llamara la atención en los barrios que frecuentaban sus víctimas: Flores, en la Ciudad de Buenos Aires, y La Matera, en Merlo.
Lo que todavía constituye un misterio para los investigadores judiciales es tratar de develar si en el primer caso el homicidio se equivocó de víctima. Aún no se pudo establecer si Omar Ovidio Condarco Collisaya fue una víctima colateral a la que el sicario ejecutó en la vereda del bar situado en San Pedrito al 500 al confundirlo con Ramón Adán Zurita, de 67 años, asesinado veinte horas después, en Merlo.
Durante los últimos seis meses, Zurita trató de huir de aquellos que lo amenazaban e irrumpieron en la casa de su esposa. Hasta que el lunes lo mataron de la misma forma en la que asesinaron a Condarco Callisaya, en un lugar que Zurita frecuentaba y con el que estuvo relacionado laboralmente.
Lo concreto es que, según una investigación judicial, el sicario del Corsa gris ejecutó a dos hombres con veinte horas de diferencia, uno en la Capital y otro en el conurbano. Ambos asesinatos a sueldo fueron ejecutados con la misma metodología: un balazo en la cabeza, disparado con una pistola calibre 9 milímetros.
Al revisar las escenas de ambos homicidios los peritos hallaron una vaina servida de ese calibre junto a ambos cuerpos. Para atacar a las víctimas el sicario utilizó siempre el mismo auto, un Corsa gris con algunas particularidades: tenía una abolladura en uno de los guardabarros y contaba con una llanta negra, que desentonaba con el gris claro que dominaba las otras ruedas.
En ambos casos, el Corsa gris con las mencionadas características apareció en las grabaciones de las cámaras de seguridad instaladas en las adyacencias de San Pedrito al 500, en Flores, y en Nolasco Flores y Hurtado, del barrio Matera, de Merlo, donde el sicario asesinó a sus dos víctimas.
Los disparos con los que el sicario ejecutó a ambos hombres fueron precisos: a la cabeza. Uno para cada víctima. Ninguno de los hombres asesinados tuvo posibilidad de defenderse o de huir. No vieron llegar al asesino. No sospecharon que, a bordo del Corsa gris estuviera el homicida. No escucharon frenadas ni las clásicas explosiones de los escapes de las motos. En ambos homicidios no pasaron más de diez segundos entre la interceptación, el balazo y la fuga.
Según fuentes policiales y judiciales, Condarco Collisaya, de nacionalidad boliviana, fue asesinado en San Pedrito al 500, cuando salía de un bar que funcionaba como privado encubierto y que está a la vuelta de un local clausurado luego de haber sido allanado a raíz de una investigación por trata de personas.
Ese local situado en la avenida Directorio entre San Pedrito y Lafuente, donde explotaban a mujeres en situación de vulnerabilidad, fue incendiado. Las circunstancias de cómo se inició el fuego todavía constituyen objeto de investigación, debido a que en la Justicia federal no descartan que se haya tratado de un incendio intencional para concretar un fraude con el seguro.
Ambos locales estarían comunicados por pasillos interiores. En el caso del bar situado en San Pedrito al 500, donde, el 31 de diciembre a las 7.15, fue asesinado Condarco Collisaya, era frecuentado por Ramón Adán Zurita, de 67 años, quien había trabajado como jefe de seguridad de ambos locales, donde explotaban sexualmente a mujeres. Este sería el hilo rojo que vincula a Zurita con la escena del primero de los dos homicidios.
Veinte horas después del homicidio en local de San Pedrito al 500 hubo otro asesinato. A las 3.15 del 1 de enero, el conductor de un Nissan gris fue asesinado de un balazo en la cabeza cuando salía de la cochera en la casa de su cuñado, situada en Nolasco Flores y Hurtado, en el barrio La Matera, de Merlo.
La investigación del homicidio ocurrido en Merlo quedó a cargo de los fiscales del Departamento Judicial Morón Marisa Monti y Claudio Oviedo. Entre otras medidas de prueba, los representantes del Ministerio Público solicitaron a un grupo de policías que revisaran las cámaras de seguridad de la zona con el objetivo de tratar de encontrar imágenes del asesino o, eventualmente, tratar de reconstruir el recorrido y la forma en cómo llegó el homicida a la escena del crimen.
La ruta del auto gris
Se sabía, hasta ese momento, que el objetivo del agresor no era robarle el Nissan a la víctima. Esta presunción se fundó en las declaraciones de los testigos que indicaron que a Zurita le dispararon sin mediar palabra. Luego de casi cinco días de investigación, los fiscales obtuvieron la imagen digitalizada de una cámara de seguridad en la que los peritos lograron visualizar el número de patente del vehículo que usó el sicario: un Corsa gris.
Luego de obtener ese dato clave, los representantes del Ministerio Público ordenaron que fuese cargado en las bases de datos de las policías bonaerense y de la Ciudad, con el objetivo de que el coche pudiera ser descubierto gracias a alguno de los arcos lectores del Anillo Digital porteño o de los dispositivos instalados en lugares específicos del conurbano por la policía bonaerense.
Esta búsqueda aportó resultados en las últimas horas. Este jueves a la mañana un Corsa gris con la patente aportada en el requerimiento presentado por la fiscalía de Morón fue descubierto cuando pasó por el arco lector de patentes instalado frente al Parque Roca, en la avenida General Paz, en las adyacencias de Puente La Noria.
Ante el alerta difundido por el operador del Centro de Monitoreo de la Policía de la Ciudad, comenzó una persecución que terminó en Roca 6401, frente al Autódromo Oscar y Juan Gálvez y a seis cuadras de la Superintendencia de Investigaciones de la Policía Federal.
Los efectivos de la fuerza de seguridad porteña apresaron a un sospechoso que conducía el Corsa gris, que tendría una cédula azul para poder circular. El vehículo tenía la documentación en regla. No era robado. Pero la patente figuraba con un pedido de secuestro solicitado por la fiscalía de Morón debido a que el conductor estuvo involucrado en el homicidio de Zurita.
En las próximas horas, el auto será sometido a una serie de peritajes por parte de la División Policía Científica de la fuerza de seguridad bonaerense, mientras que el conductor será indagado por su presunta responsabilidad en el homicidio ocurrido en la madrugada de Año Nuevo, en Merlo.
Debido a que no hubo robo, los investigadores policiales y judiciales abonaron la hipótesis de que a Zurita lo mataron en el contexto de un ajuste de cuentas, supuestamente motivado por la actividad que, aparentemente desarrollaba: alquilaba departamentos para que funcionaran como privados.
Zurita, de 67 años, vivía en Flores y estaba de visita en la casa de su hermana y de su cuñado. Además, estaba en pareja con una mujer de 37 años. Cuando comenzó a recibir las amenazas, hace seis meses, le pidió a su pareja que abandonara la Argentina. La mujer estuvo tres meses en Paraguay, pero regresó hace cuatro meses.
Otro hecho que aumentó el temor de Zurita fue el robo que sufrió en la casa de su esposa. La actual pareja de la víctima, casi treinta años menor, vivía en Monte Grande. Mientras la esposa estaba en la zona de Flores; los ladrones ingresaron y revolvieron la vivienda. Zurita estaba muy nervioso, dijeron sus amigos. Temía por su vida y la de su familia, lo que lo llevó a modificar hábitos y costumbres.
Con respecto a los sospechosos del homicidio, se pudo saber que el tirador que descendió del Corsa tenía pelo largo, mientras que el conductor vestía remera azul y gorra negra. El sicario efectuó un solo disparo que alcanzó en la cabeza a la víctima. Los investigadores no descartaban la posibilidad de someter a una rueda de reconocimiento al sospechoso detenido cuando conducía el Corsa gris con el objetivo de establecer si alguno de los testigos lo identifica.
Ante la confirmación de que se trató del mismo vehículo usado en el homicidio ocurrido en Flores, los investigadores aplicarían un procedimiento similar para tratar de identificar al autor de asesinato de San Pedrito al 500, el mismo bar al que concurría la víctima de Merlo.
Todavía quedan algunas preguntas sin responder en ambos casos. Por ejemplo, luego de revisar el celular secuestrado en poder del conductor del Corsa gris, los investigadores tratarán de establecer quién fue el instigador de ambos homicidios y quién le pagó al sicario para ejecutar a Zurita. Otra de las respuestas que trataran de averiguar los responsables de la pesquisa apuntará a determinar si Condarco Collisaya fue una víctima colateral o un objetivo ordenado por el instigador que dispuso ambos ajustes de cuentas.
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