“El sepulturero de Pilar”: nunca encontraron el cuerpo, pero lo condenaron a prisión perpetua por el homicidio de su madre
Gustavo Guzmán fue encontrado culpable por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 7 de San Isidro del delito de homicidio calificado por el vínculo y por haber sido cometido por un hombre contra una mujer en un contexto de violencia de género
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El cuerpo de Inés Ríos, de 71 años, nunca apareció. Para la Justicia, la asesinaron el 1 de enero de 2019 a las 20, cuando dormía. Ayer, su hijo Gustavo Guzmán, conocido por el apodo de El sepulturero de Pilar, fue condenado a prisión perpetua por ese crimen. Fue encontrado culpable del delito de homicidio calificado por el vínculo y por haber sido cometido por un hombre contra una mujer en un contexto de violencia de género.
Según informaron a LA NACION calificadas fuentes judiciales, la condena fue impuesta por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°7 de San Isidro, presidido por la jueza María Coelho e integrado por los magistrados Alberto Gaig y Alejandro Lago.
“Surge evidente la relación de superioridad planteada en el vínculo existente entre víctima e inculpado, pues es indudable que la superioridad física ejercida por el acusado Guzmán, habituado a valerse constantemente de ella, afectó la especial situación de vulnerabilidad en la que se encontraba la víctima, en razón de su género y su avanzada edad, las que han sido determinantes para causarle la muerte. Más allá de no contar con pruebas directas sobre las circunstancias en que se produjo el hecho, numerosos indicios anteriores, concomitantes y posteriores a la muerte de la víctima permiten acreditar no solo la responsabilidad criminal del encausado, sino que la muerte se produjo mediando violencia de género”, sostuvo el juez Gaig al fundamentar su voto.
En el debate, el Ministerio Público estuvo representado por el fiscal Gonzalo Acosta, que conduce la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio (UFIyJ) Especializada en Delitos Conexos a la Trata de Personas de San Isidro y quien encabezó la investigación.
Guzmán, de 52 años, es conocido como El sepulturero de Pilar porque fue empleado en un cementerio municipal de ese distrito del norte del conurbano.
Según el requerimiento de elevación a juicio, que en su momento presentó el fiscal Acosta, Guzmán sabía hacer pozos porque había trabajado en un cementerio, según lo que había dicho una de sus hermanas al declarar como testigo. La experiencia laboral del sospechoso fue corroborada por información aportada por la Municipalidad de Pilar y por la declaración del propio imputado.
“En punto a la personalidad oscura y violenta de Guzmán debe tenerse presente lo declarado por su amigo Ricardo Montagni, quien dio cuenta de que el imputado tenía siempre un machete a mano y que el día 1 de enero de 2019, cuando un sujeto había pretendido robar en su casa [en Villa Rosa, Pilar] había salido de su domicilio munido del machete mencionado para repeler el intento de asalto”, sostuvo el fiscal en su dictamen.
El representante del Ministerio Público afirmó que Ríos fue asesinada mientras dormía. Afirmó que Guzmán “se valió del factor sorpresa”.
Ríos era una mujer metódica. Todos los días salía de su casa a las 8 para barrer la vereda. Después, sus vecinos la veían ir a hacer las compras. El 2 de enero nadie la vio. Los días que siguieron tampoco.
La denuncia por la desaparición de Ríos la hizo una de sus hijas, más de tres meses después de que Ríos fue vista por última vez.
Según el veredicto, al que tuvo acceso LA NACION, a partir del testimonio de Ramona Rodas, amiga de la hermana de la víctima, Angélica Ríos, se pudieron reconstruir las amenazas de muerte que sufrió la madre de Guzmán antes de desaparecer.
“Mi hijo me quiere matar”, le respondió Ríos a Rodas cuando la mujer le preguntó por qué estaba tan triste. “¿Tu hijo?”, le repreguntó la testigo. “Sí, mi hijo. Ahora me salvé, luego no sé si me voy a salvar”, fue la dura respuesta, según consta en el fallo.
Al declarar como testigo en el juicio, Rodas sostuvo que la víctima le tenía miedo a su hijo. “Ella le tenía miedo, [sobre todo] cuando él no encontraba las cosas hechas en la casa, la comida… Yo la venía viendo mal, triste, pero nunca la vi antes como estaba ese día [cuando le contó que su hijo la quería matar], antes nos reíamos. Estaba muy bajoneada; la vi mal, por eso me acerqué y le pregunté. Luego no la vi más“, afirmó bajo juramento de decir la verdad.
El juicio tuvo tres audiencias. En su alegato, el fiscal Acosta pidió la pena de prisión perpetua por el femicidio y acusó a Guzmán de violencia de género.
“En el aspecto económico, es evidente que Gustavo Guzmán, en su rol de apoderado, controlaba el retiro del dinero de la jubilación de su madre cuando la acompañaba a cobrar, coartando la autonomía de Ríos. Está claro que era su hijo quien tenía la administración del hogar que compartían y disponía de tales ingresos, puesto que no poseía trabajo estable tras ser dado de baja como empleado de la municipalidad de Pilar en el año 2013, limitando así seriamente la capacidad de su madre de proveer a sus propias necesidades”, se sostuvo en el fallo.
Para los investigadores, Guzmán, entre el homicidio y la denuncia por la desaparición de su madre, tuvo el tiempo suficiente para deshacerse del cuerpo. Conocimientos, por su pasado de sepulturero, no le faltaban.
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