"Esto no les va a salir gratis porque mi hijo estuvo en cana", advirtió el padre de Pablo Ventura a los que lo implicaron en el crimen
La sorpresa dio paso a la incredulidad, primero, y a la angustia, después: una comisión de la Delegación Departamental de Investigaciones que llama a su puerta, le preguntan por su hijo y, casi sin tiempo para poder procesar lo que ocurría, ve salir a ese gigante que para él todavía es su niño escoltado, dentro de un patrullero, no para responder por alguna "macana", lo máximo que se atrevía a imaginar, sino por el peor de los delitos del Código Penal: un homicidio agravado. Los dos cigarrillos por día que se permitía fumar se convirtieron en dos atados diarios: esa es la imagen del derrotero frenético que tomó la vida del farmacéutico José María Ventura desde el sábado 18 a la tarde, cuando se levantó de la siesta y los uniformados se llevaron a Pablo para que respondiera cargos -hoy se sabe, infundados- por el asesinato a golpes de otro chico como el suyo, Fernando Báez Sosa.
Luego de la primera noche en diez días en su casa de Zárate, con su mujer y con Pablo juntos, José María Ventura habló con LA NACION de la pesadilla que le tocó vivir en Villa Gesell. Contó las ganas que tiene de que su familia pueda, al fin, retomar su cotidianidad. No solo pidió justicia por Fernando. Reveló que dos de los padres de los agresores se comunicaron con él para decirle que ellos no habían implicado a su hijo en el caso. No quiso polemizar con ellos, pero tampoco está dispuesto a dejar pasar lo que le hicieron sufrir a su chico: adelantó que demandará a los que involucraron a Pablo. Aseguró: "Esto no les va a salir gratis porque mi pibe estuvo en cana".
"Ese sábado, cerca de las 16.30, vinieron los de la DDI a casa. Golpearon sus manos y preguntaron por Pablo", relata José, que recuerda que les pidió a los policías que se identificaran; en ese momento le vinieron a la memoria los robos realizados con esa modalidad del "falso operativo" en Zárate.
"’Pablo, despertate. Está la policía afuera. ¿Le pegaste a alguien?" le preguntó a su hijo, que se levantaba de una siesta. "No le pegué a nadie, papá", recuerda que le respondió. La escena que siguió fue fulgurante, como una película: Apenas cruzan la reja uno de los policías le "manoteó" a Pablo el celular, que llevaba en la mano, y le soltó: "Quedás detenido por el asesinato de Fernando Báez Sosa".
"En los autos de la policía, yendo a la DDI, nos enteramos de lo que estaba pasando en Villa Gesell", comenta José, que admite que quedó totalmente desconcertado. "Mi pibe era apuntado como el principal implicado en el asesinato porque algún hijo de puta dijo que fue Pablo Ventura", relata José. No le entraba en la cabeza: la noche anterior él, su esposa y su hijo habían cenado en Zárate; y sabía que a la hora del crimen su hijo estaba volviendo a su casa para dormir. Lo que le decían era, para ellos, inconcebible. Una pesadilla.
En la requisa de la casa que ocupaban los diez amigos zarateños acusados del crimen la policía encontró una zapatilla número 43; ante la pregunta, señalaron que era de Pablo, remero en otro club de Zárate. "Mi hijo calza 50 y mide dos metros; y ahí estos hijos de puta dijeron el nombre de mi hijo. Y entonces la policía lo vino a buscar para llevárselo de los pelos, como se dice. Fue una película de terror", remarca.
Mientras Pablo estaba detenido en Villa Gesell, su padre, desesperado, debía reunir pruebas contra reloj para confirmar que su hijo estaba en Zárate al momento del asesinato. "El mejor amigo de mi hijo es nieto de un abogado, que es el que ahora nos defiende. El yerno de ese abogado está en la gerencia del área que controla las cámaras de seguridad. Por eso pudimos acceder a todo tan rápido", explica José. En esas imágenes se puede ver que a las 4.30 Pablo entra el auto en el garaje de su casa y se ve a una vecina. Otro vecino de enfrente, policía retirado, afirmó haber visto a Pablo en ese mismo horario. La mortal paliza contra Fernando Báez Sosa duró un minuto: entre las 4.44 y las 4.45; era imposible que Pablo hubiese estado en dos lugares alejados casi 500 kilómetros uno de otro.
José María tenía planeado ir de vacaciones a Uruguay con su familia. Tuvo que cancelar el viaje."Nos íbamos a ir a Punta del Este el 20 de enero y volveríamos el 31. Le mostré a la policía los pasajes que había comprado en octubre". Los agentes que se llevaron a Pablo, el 18, no escuchaban razones.
Con respecto a los agresores, Ventura afirma que no conoce a ninguno, solo al padre de uno de ellos. "Te juro por mi madre que no conozco a los Pertossi. Solo conozco al padre de Enzo Comelli porque sus padres eran muy amigos de mis viejos", explica. Y admite que, hasta donde pudo saber, ese grupo de jóvenes ya venía realizando hechos de violencia contra otras personas en Zárate. "Según lo que me dijeron, estos pibes ya habían cagado a palos a un linyera", explica.
Ventura revela que los padres de dos de los detenidos se comunicaron con él. "Me llamó el padre de Enzo Comelli por teléfono, me dijo que los pibes estaban acongojados. Que ellos les habían preguntado y que ninguno de los 10 había dado el nombre de Pablo. Yo le dije, 'mirá Titi, no es que pasó una paloma y dijo que fue Pablo Ventura. Alguno de esos hijos de puta, no sé si fue tu hijo, lo nombró. Uno o varios..."
El padre de Juan Pedro Guarino también lo llamó: "Me dijo lo mismo que Titi Comelli, que su pibe no tenía nada que ver, que se había ido antes del boliche. Además, me dijo que me quería invitar un café para poder aclarar todo lo sucedido. Le dije que no tenía problema, pero que para 'aclarar' prefiero que se aclare ante la Justicia".
José y su familia recién están empezando a tomar dimensión de lo que les sucedió y, sobre todo, de lo que resta por venir. Entiende que habrá consecuencias, y que entre esas consecuencias habrá acciones legales contra los agresores que acusaron a Fernando: "Mi abogado aún está en Villa Gesell, pero esto no les va a salir gratis porque mi pibe estuvo en cana", afirma.
Además de esa búsqueda de reivindicación y de limpiar el nombre de su hijo, los Ventura quieren retomar cuanto antes y de la mejor manera su ritmo de vida habitual. "Espero que mi pibe siga estudiando Farmacia. Que siga haciendo remo. Quiero tratar de encausar esto lo más tranquilamente posible", explica José, mientras enciende otro cigarrillo en la puerta de su casa. "Pasé de fumar dos puchos a dos atados por día", admite, sin orgullo.
Jura que solo vi llorar dos veces a su hijo: cuando murió el abuelo y la semana pasada, cuando salió de la comisaría donde había estado preso y se encontró frente a frente con las cámaras de TV.. "Ese día Pablo se sintió sobrepasado al ver a todos los medios afuera de la seccional. Fue una sorpresa, muy fuerte, y se aflojó", explica Ventura.
El otro impacto emotivo fue anoche, cuando un grupo de vecinos recibió entre aplausos y abrazos a Pablo a su regreso de Villa Gesell, luego de diez días de pesadilla para él y su familia: "Me llegaron 3114 mensajes de WhatsApp, incluso de personas que no conozco o que no recuerdo, dándome fuerzas y aliento. Tengo una alegría bárbara y estoy muy agradecido por todo el afecto de la gente", dice José.
Y, aunque insiste con que su hijo es un chico normal y sencillo, agrega que, con todo esto que vivió, Pablo se siente "una estrella". "Lo llaman pibas por teléfono, lo invitan a salir. Se piensa que es Maradona. Y yo le digo 'pará un poco porque hoy sos Maradona y mañana sos de vuelta una calabaza. Por eso le insisto con que vengan a casa los amigos de siempre y que siga su vida normal".
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