El naufragio del Rosa Salvaje. Diez años del espectacular salvataje de dos canadienses que se hundieron en el Atlántico
Abatido por las olas y una tormenta, el velero dio una vuelta de campana a 250 kilómetros de la costa; un equipo especial de la Prefectura realizó una compleja operación cuyo éxito mereció una distinción de la Organización Marítima Internacional (OMI)
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Hace diez años, un equipo especializado en rescates en el mar de la Prefectura Naval Argentina auxilió a dos tripulantes canadienses cuya embarcación, la Rosa Salvaje, se hundía en el Océano Atlántico a unas 135 millas náuticas de la costa de Chubut. Se trató del rescate más arriesgado de los realizados por la Institución, por las complejidades de la operación, la falta de visibilidad, las inclemencias climáticas y la urgencia, porque el velero había dado una vuelta de campana y en cada segundo a los náufragos se les iba la vida. El éxito en la operación le valió a la fuerza federal el reconocimiento y prestigio internacional, y el agradecimiento de los rescatados.
Paul Mahon y Peter Pawel habían encarado una travesía a lo largo de América. Salieron desde Canadá, con el plan de navegar hacia el sur, pasar por Ushuaia y, tras cruzar el Cabo de Hornos, regresar a su país por el Océano Pacífico. Pero el 4 de diciembre de 2013 al anochecer, a unos 250 kilómetros lineales desde la costa de Comodoro Rivadavia, las olas que se batían contra su velero lo vencieron: el barco dio una vuelta de campana, su mástil se quebró e irremediablemente comenzó a hundirse.
La señal de su radiobaliza de emergencia llegó a la Estación Aérea Comodoro Rivadavia. Los pilotos y rescatistas se pusieron inmediatamente en apresto para despegar, pero había un problema: esta señal no daba datos de la embarcación ni cantidad de tripulantes y, además, era de noche.
De esta manera, decolaron un avión y un helicóptero de la Fuerza con nadadores de rescate a bordo, mientras se coordinaban con las embarcaciones cercanas a La Rosa Salvaje para que se acercaran al lugar.
“Le expliqué que el velero se iba a hundir en unos diez minutos. El piloto me dijo ‘no te preocupes, viene un helicóptero”, recordó Pawel en una entrevista que forma parte de un video con el que la Prefectura recordó la hazaña.
Con un mar embravecido, por una tormenta que, en ese momento, asolaba el Golfo San Jorge, nubes bajas, vientos fuertes y en medio de la noche, los rescatistas de la Autoridad Marítima Argentina lograron localizar a los dos tripulantes, que estaban flotando alrededor de la embarcación que se hundía. Con maniobras arriesgadas y milimétricas consiguieron izarlos desde el agua para completar la aeroevacuación.
Una vez en tierra, los dos náufragos canadienses fueron derivados al hospital local, donde se recuperaron rápidamente y pudieron continuar su travesía a bordo de otro velero.
La heroica labor del equipo de rescate de la Autoridad Marítima –Julio Weiman, Jorge de Zan y Silvio Ledesma, tripulantes del helicóptero, y Juan Burgoa y Francisco Morales, nadadores de rescate– fue merecedora de una distinción por parte de la Organización Marítima Internacional (OMI) en Londres.
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