El misterioso homicidio de la calle Ravignani
Juan Rivas, el sereno de una obra en construcción de Palermo, fue asesinado en junio de 2019; el móvil del crimen fue el robo de herramientas, teléfonos celulares y 9000 pesos; el sospechoso se habría fugado a Bolivia
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El cadáver de Juan Ramón Rivas fue hallado en una cama en el segundo subsuelo de una obra en construcción en Palermo. El cuerpo, descubierto por los albañiles que llegaban a trabajar, estaba boca arriba. Tenía los pies y las manos atados con un cable tipo alargue y estaba sujetado con un cinturón marrón con una hebilla metálica. Lo habían matado a golpes. En la escena del crimen se encontró una varilla de hierro con manchas de sangre. El móvil del asesinato habría sido el robo de herramientas, teléfonos celulares, cortadoras de porcelanato, una caja de revestimiento cerámico y 9000 pesos.
El homicidio de Rivas ocurrió el 10 de junio de 2019 en la obra de construcción situada en Ravignani 2069, en Palermo, donde trabajaba como sereno desde diciembre de 2018. La víctima tenía 45 años.
El presunto homicida fue identificado y el juez en lo criminal y correccional porteño Martín Yadarola, a cargo de la investigación, ordenó su captura internacional. Se sospecha que el imputado, identificado por fuentes judiciales como Porfidio Huaynoca Aranibar, se fugó a Bolivia, su país de origen.
Rivas fue asesinado en horas de la madrugada del 10 de junio de 2019. Pero el crimen se descubrió a las 6.30 cuando llegaron los obreros a trabajar. Los recién llegados fueron alertados por los silbidos de Néstor Leguiza, el otro sereno. Al igual que la víctima había sido atado de pies y manos.
El móvil del homicidio quedó descubierto a poco de que llegara el personal de la Policía de la Ciudad. El asesino huyó con $9.000,teléfonos celulares, cortadoras de porcelanato, una caja de revestimiento cerámico; una garrafa pequeña color verde; herramientas tipo fratacho de madera para revocar, nivel de mano, martillos, una cuchara de albañilería, una sierra de mano, tenazas, serrucho, y una caja de herramientas.
El homicida se llevó el botín del robo en dos carretillas, que después dejó abandonadas. Se fue de Palermo en un taxi. El viaje terminó en su casa de la villa 31, en Retiro.
Así lo pudo reconstruir el juez Yadarola, su equipo de trabajo, el fiscal Patricio Lugones y los detectives policiales.
“El asesino subió todo lo que pudo a un taxi y se fue de la zona de los hechos”, explicó a LA NACION una fuente de la investigación.
Para avanzar en la identificación del sospechoso fueron claves las imágenes captadas por las cámaras y domos instalados en la zona que registraron el ir y venir del homicida antes y después del crimen.
“Lo realmente fructífero resultaron ser los domos y cámaras emplazadas en las inmediaciones de la zona (apostadas en Ravignani 2085, Ravignani 2015, Ravignani y Guatemala, Santa Fe 5176 y Santa Fe 5172), por cuanto permitieron divisar a un hombre que, por lo menos, a partir de las 00.08 horas del 10 de junio de 2019, comenzó a merodear la obra en cuestión para luego, violentando la seguridad del portón de acceso, ingresar en la misma”, explicó el juez Yadarola en el expediente judicial.
Según las filmaciones, a las 0.24 de ese 10 junio, el sospechoso, “después de varias aproximaciones al portón y manipular lo que podría tratarse del candado”, ingresó en la obra en construcción.
Dos horas después, las grabaciones registraron la salida del presunto asesino. “Se lo vio caminar en dirección a la calle Soler con una carretilla que contenía varios objetos”, según se desprende de la causa.
A las 2.37, sin la carretilla, volvió a ingresar en la escena del crimen. Estuvo cinco minutos en la obra en construcción. Se retiró con otra carretilla y más elementos robados. No volvió más.
Para avanzar en la identificación del sospechoso, fueron clave las imágenes que registraron el momento en que se subió a un taxi con el botín.
“Una vez que identificamos al taxista, logramos reconstruir el trayecto que hizo y el destino final del viaje”, explicó a LA NACION una fuente judicial.
El sospechoso, conocido por el apodo Porfi, vivía en la casa identificada con el número 89 de la manzana 109 de la villa 31. En el lugar los investigadores se encontraron con una mujer que se presentó como la madre de la hija del imputado, pero él ya no estaba.
Por orden del juez Yadarola se hizo un allanamiento en otra vivienda de la villa 31, donde Porfi se habría bajado del taxi la madrugada del homicidio, pero el sospechoso tampoco pudo ser ubicado. Sí, en ese lugar, se secuestró “un bolso negro con vivos rojos y verdes conteniendo una cuchara de albañilería, dos fratachos plásticos de color gris de goma espuma amarilla”.
Con el avance de la investigación se determinó que el padre del imputado se había ido de la Argentina hacia Bolivia.
“Tal situación impuso considerar la posibilidad de que todo estuviera orquestado en pos de que el sospechoso aprovechara de algún modo el tramo de ese traslado para egresar en esas fechas mediante carriles o medios ilegales los límites fronterizos, en procura de lograr su impunidad. Lo cual explicaba hasta allí el resultado negativo de todas las diligencias de investigación concretadas por la fuerza preventora en inmediaciones de la villa; como de la falta de cualquier comunicación que permitiera dar con su paradero”, explicó el juez Yadarola.
Ante la sospecha de que el imputado está en Bolivia, el magistrado ordenó la captura internacional. Pero, según se explicó en el expediente judicial, a pesar del trabajo hecho por la División Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones del Departamento de Interpol no se pudo ubicar al acusado.
Entonces, la causa del homicidio del sereno fue archivada hasta que se logre la detención de Porfidio Huaynoca Aranibar, el sindicado asesino.
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