El misterio del blindado: Un millonario botín perdido entre cómplices fantasma
El chofer Diego Almirón fue condenado a siete años de prisión por simular el robo de un transporte de caudales, pero no hay pistas sobre el destino de $ 15.000.000
El plan se puso en marcha en el mismo momento en el que el chofer del camión blindado 023 de la empresa transportadora de caudales Loomis, Diego Almirón, arrancó el viaje hacia la sucursal Boulogne del Banco Piano. Sus compañeros de viaje, los custodios David Petrauskas y Carlos Santillán, y el portavalores, Claudio Verón, nunca imaginaron que pocos minutos después iban a ser testigos involuntarios del millonario robo de $ 15.660.000 y 24.100 dólares. El único que sabía lo que iba a pasar era el conductor del vehículo.
A las 8.50 de esa mañana soleada del 15 de octubre de 2015, Almirón detuvo la marcha del camión blindado en Sáenz 2170, en Boulogne, frente al Banco Piano. Hasta ese momento la rutina de trabajo era la normal. Pero cuando los dos custodios y el portavalores bajaron con las sacas de dinero e ingresaron al banco, Almirón puso primera y arrancó. Se fue sin esperar la tarea de sus compañeros, tal como había planificado.
Luego sería condenado a siete años de prisión, pero no quedaron rastros del botín ni de sus presuntos cómplices.
El camión blindado fue encontrado abandonado a 500 metros de la sucursal Boulogne del Banco Piano. Del tesoro habían desaparecido $ 15.660.000, 24.100 dólares y 400 formularios de plazo fijo en blanco. El chofer Almirón fue encontrado maniatado con precintos plásticos y no tenía su pistola marca Bersa modelo Thunder calibre 9 milímetros.
Almirón no fue una víctima de un hecho de inseguridad. Fue parte de un plan de "desapoderamiento ilegítimo ideado previamente y acordado con, al menos, dos personas que aún no fueron identificadas".
Así lo sostuvo en un fallo unánime el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 2 de San Isidro, que condenó, en un juicio abreviado, a Almirón a la pena de siete años de cárcel. Lo encontraron culpable del delito de robo calificado por tratarse de mercaderías u otras cosas muebles transportadas.
"Una vez que la dotación que lo acompañaba descendió del camión para entregar las sacas de dinero en el Banco Piano, Almirón inició raudamente la marcha y después de 250 metros, conforme el plan ilícito que desplegaba, detuvo el vehículo y abrió una de las puertas para facilitar a sus cómplices, quienes inmediatamente ejercieron fuerza sobre la bisagra y teclado digital del dispositivo de seguridad instalado en la puerta del compartimiento trasero del camión, sector denominado tesoro", sostuvieron los jueces Lino Mirabelli, Julieta Makintach y Esteban Andrejin en el fallo condenatorio, al que tuvo acceso LA NACION.
En un primer momento, la investigación estuvo dirigida por la fiscal Laura Capra, que en el momento de los hechos estaba a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) descentralizada de Boulogne. Después la continuó su colega Raúl Casal y por último Sergio Szyldergemejn, que fue el representante del Ministerio Público en el juicio abreviado.
Almirón fue detenido un día después del robo. Sus explicaciones de que había sido víctima de un asalto no fueron creíbles. Para los jueces Mirabelli, Makintach y Andrejin, la banda delictiva hizo una división de tareas y el papel del chofer fue indispensable para "alcanzar el resultado". Los magistrados entendieron que sin su colaboración (abrir la puerta del camión desde adentro) el plan se habría frustrado.
Almirón intentó sostener la versión de que había sido sorprendido por dos delincuentes. Así se lo relató a sus compañeros pocos momentos después del robo, pero sus palabras fueron desmentidas por las pruebas y los testimonios de los custodios de Loomis, los vigiladores del Banco Piano y del personal policial.
El custodio Santillán declaró como testigo. Él, mientras el portavalores y Petrauskas ingresaron en el banco con las bolsas de transporte de dinero, se quedó en la puerta con su vista dirigida al camión. Recordó que como se acercaba un colectivo a gran velocidad, Almirón se adelantó unos metros y, entonces, él le hizo señas para que volviera a su lugar de estacionamiento, pero imprevistamente el chofer reanudó la marcha por la calle Sáenz e inmediatamente lo perdió de vista.
Una versión insostenible
Santillán y Petrauskas intentaron llamar a Almirón, pero les fue imposible. Su equipo de comunicación estaba apagado. Entonces se contactaron con la empresa. Desde Loomis, por medio del sistema de rastreo satelital, les dieron las coordenadas con la ubicación del vehículo. Cuando los custodios llegaron, en el lugar ya había personal policial.
Almirón les aseguró que cuando estaba estacionado fue sorprendido por dos hombres armados que subieron al camión por la puerta lateral derecha y lo hicieron conducir hasta el lugar donde fue encontrado. El chofer agregó que después forzaron el tesoro y huyeron con el botín.
Pero Santillán sostuvo bajo juramente que nunca observó "la situación narrada por Almirón". Y agregó que siempre mantuvo la vista en el camión y que no observó el paso de ninguna persona en el momento en que el vehículo arrancó. "El camión se retiró del lugar sólo con el chofer", afirmó.
Los detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro determinaron que la puerta del lado del acompañante no tenía signos de haber sido violentada. "El pestillo de la cerradura tampoco fue violentado", afirmó el personal policial.
También declaró como testigo Ricardo Sarobe, gerente de Seguridad y Auditoría Interna de Loomis, que sostuvo: "El total control de acceso al interior del camión es responsabilidad del chofer, siendo el único que puede proceder a la apertura del vehículo".
En el fallo, los jueces Mirabelli, Makintach y Andrejin afirmaron: "Luego de una interpretación integral de las evidencias reunidas, ha quedado debidamente acreditada la coautoría de Almirón. Sin la contribución del chofer seguramente el plan criminal se hubiese frustrado".
Dos años y dos meses después del poco común golpe, los supuestos cómplices y el botín millonario nunca aparecieron.
Un golpe tan increíble como efectivo
No hubo disparos. Tampoco gritos. El blindado simplemente arrancó y dejó sorprendidos a los custodios que habían bajado para hacer una entrega de dinero a la sucursal Boulogne del Banco Piano. "Es sospechoso" fue la calificación consignada por LA NACION pocas horas después del robo tras una consulta con las por entonces autoridades del Ministerio de Seguridad bonaerense. Nadie creyó la versión del chofer Diego Almirón, pero el dinero nunca fue encontrado.
Un plan simple desarrollado también en 2003
Doce años antes de que el chofer Diego Almirón simulara el robo de los $ 15.660.000 y los 24.100 dólares que transportaba en un camión de caudales hubo un hecho similar en Martínez, San Isidro. Ese robo ocurrió el 1° de agosto de 2003, alrededor de las 9.40, cuando un camión de Prosegur estacionó en el ingreso al Unicenter Shopping. En el blindado viajaban cuatro empleados: el chofer, Héctor Zárate, un portavalores y dos custodios.
Como es costumbre, el portavalores y los dos custodios descendieron de la unidad con las sacas y entraron en el centro comercial para entregar el dinero. Ese fue el momento en que, según los investigadores, aprovechó Zárate para poner en marcha el vehículo y escaparse. De acuerdo con la reconstrucción del caso, sostenida por dichos de testigos, el chofer condujo unas pocas cuadras por la calle Edison hasta su cruce con Caracas, donde abandonó el blindado y se llevó una saca con $ 1.000.000.
Zárate fue detenido cinco días después. Se resistió a los tiros. En su vivienda, la policía recuperó una bolsa de transporte de dinero con parte del botín.
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