El miedo llegó al campo. Temor entre los residentes de una zona rural de Lobos por una serie de asaltos tipo comando
Denuncian una seguidilla de casos en la localidad de Las Chacras; las víctimas coinciden en que el modus operandi de los hechos es el mismo, con asaltantes que actúan con guantes y encapuchados, “como profesionales”
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Una oscura realidad que creían lejana, de la que se suponían a salvo por las distancias geográficas con las problemáticas típicamente urbanas, se cierne sobre los vecinos de la localidad de Las Chacras, en el partido de Lobos. Allí, a 120 kilómetros del Obelisco, y en un entorno rural, los pobladores sufren asaltos de tipo comando en sus casas. Un terror que, están convencidos, viene de afuera.
El último hecho de la saga se produjo anoche. Agustín L. llegaba a su casa en el campo en la camioneta, con su familia. Alertado por los últimos sucesos, revisó en su celular las cámaras de seguridad que tiene instaladas en el acceso. “Noté unos movimientos raros en las cámaras, puse la reversa y salí como pude, hasta rompí la tranquera; después vi que sí, que había cuatro tipos esperándome. Por suerte tengo casa en Lobos y nos quedamos a dormir ahí. Hoy volví al campo y noté que solo faltaban electrodomésticos. Por suerte estamos todos bien. Acá está bravo el tema, los vecinos estamos preocupados por la inseguridad”, dijo a LA NACION.
Hace poco más de un mes quien sufrió en carne propia el flagelo del delito fue José M., empresario de 45 años que reside en la zona de Las Chacras. “El 25 de enero ingresaron cuatro hombres a mi domicilio, encapuchados, con guantes y con armas de fuego y cuchillos. Agarraron a una persona que trabaja en el campo, a cien metros de mi casa; lo ataron y empezaron a pedirle información sobre nosotros, a exigirle que dijera a qué hora volvía yo. Mi mujer estaba en la casa principal durmiendo con mis tres hijos pequeños y esperaron desde las diez de la noche hasta la una de la mañana a que yo llegara. Cuando llegué, dos personas aparecieron de repente apuntándome con armas. Me metieron en el living, buscaron a mi mujer, al empleado y nos ataron”, contó a LA NACION.
“Nos repetían que ellos sabían que teníamos plata y que yo tenía en el auto un millón doscientos mil pesos y tres mil dólares, aproximadamente. Revolvieron nuestra habitación, estuvieron 40 o 45 minutos dentro de la propiedad. Se llevaron desde los anillos de casado hasta celulares, un dron y ropa. Había una persona que dirigía todo, que estaba con nosotros, siempre con una pistola en la mano e interrogando por la plata. No despertaron a mis hijos, por suerte”, contó José, que concluyó: “Nos encerraron en una habitación, se llevaron la camioneta de mi mujer y, a las tres de la mañana, más o menos vino la policía”.
El empresario aseguró: “Aquí en la zona de Las Chacras soy el quinto damnificado en el último año y medio. Fueron todos los robos muy similares. Aparentemente es la misma banda que está operando. Estamos tratando de parar esta situación porque es muy angustiante. Vivíamos en un lugar tranquilo”.
Gonzalo R. también fue víctima en esta seguidilla, el 3 de noviembre pasado. Relató: “Vivimos en la zona del aeroclub de Lobos. Entraron tres sujetos que estaban encapuchados y tenían guantes. Para ingresar violentaron la cerradura de una puerta. Era una noche que llovía torrencialmente. El robo fue como a la 1.30. A uno de nuestros hijos, de 18 años, lo agarraron en el cuarto con una pistola en la cabeza y una linterna. Lo llevaron a nuestra habitación, no nos dejaron bajar de la cama, nos precintaron a los tres”.
La situación fue, para ellos, angustiante. “A nuestro hijo de 6 años, que estaba en otro cuarto durmiendo, les pedimos por favor que no lo despierten, que no lo toquen. Él se despertó, pero no nos dimos cuenta. Nadie se dio cuenta. Nosotros estábamos atados. Pero él escuchó todo, incluso cuando uno de los delincuentes me pegó”, detalló Gonzalo.
“Después de 40 minutos, robaron todo y se fueron. Lo cierto es que hoy, pasados cuatro meses, nuestro hijo menor no puede ir al baño solo a lavarse los dientes, tenemos que acompañarlo a la planta alta. Empezamos a bajar las cortinas de las ventanas cuando empieza a oscurecer; es como si estuviéramos en un departamento, en vez de en medio del campo. Nuestro hijo mayor tuvo que ir al psicólogo. Mi mujer todavía no logra conciliar el sueño porque con cada ruidito que escucha se despierta, se pone a ver las cámaras, empieza a mirar a un lado y a otro. Tiene un revival de todo lo sucedido. Es muy triste lo que nos pasó y lo que está pasando”.
Ese mismo mes le tocó a Eduardo M., empresario de 42 años. Diez días después del asalto tuvo una reunión con el intendente, Jorge Etcheverry (Cambiemos) y le explicó lo que estaba sucediendo: “Le predije que esto, si no lo solucionaban, iba a volver a pasar porque ya se habían cometido tres robos anteriores con la misma modalidad”.
“Al hablar entre los damnificados llegamos a la conclusión de que son las mismas personas. El intendente no se preocupó mucho y me dijo que no, que no iba a pasar de nuevo. Lamentablemente, hubo otro robo de la misma modalidad y con los mismos tipos”, se quejó el vecino, y agregó: “No tenemos respuesta de la intendencia, ni de la comisaría, ni del secretario de seguridad, ni de los fiscales que investigan. No tenemos nada. Lamentablemente estamos a la buena de Dios. Si nadie investiga nada, va a volver a pasar. Lobos era un lugar tranquilo, el campo siempre fue tranquilo, nunca había pasado algo así. No sabemos si hay gente que nos entrega para que vengan a ‘apretarnos’ pensando que los del campo tenemos plata”.
Sobre el robo que sufrió en su casa, contó: “Fue el 16 de noviembre a las 23.30. Fue cuando mi hermano salió de mi casa en el campo. Se le aparecieron dos hombres con armas de fuego, encapuchados. Le apuntaron y entraron con él encañonado. Además, otros dos nos apuntaban a mi madre y a mí. Nos mantuvieron atados. A mi madre le bajó la presión, se descompuso. Nos pedían plata continuamente. Supuestamente venían con un dato de que había plata. Nosotros no habíamos hecho ninguna operación, así que eso no era real. Nos retuvieron dos horas, siempre a punta de pistola y bajo amenazas. Cuatro tipos, uno cuidándonos, los otros dos revolviendo todo. Nos tuvieron sentados contra la pared en sillas y nos llevaban de a uno hacia dentro para buscar la plata. Fueron dos horas eternas. Se notó que eran muy profesionales. La verdad, actuaban con mucha tranquilidad, como si supieran que nadie les iba a hacer nada. Lo pasamos mal”.
Consultado sobre estos episodios por LA NACION, el secretario de Seguridad de Lobos, Julio Ruston, sostuvo: “La seguridad en la zona rural es resorte exclusivo del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires y de la Superintendencia de Delitos Rurales. Las potestades del municipio son mínimas, como ser acompañar gastos logísticos. Creo que las autoridades policiales o judiciales podrían dar un panorama más acabado y certero, lo que no quita que estemos a disposición de esos organismos oficiales o de los vecinos. Desde el municipio construimos una sede nueva; también está una posta rural para acompañar el sistema de tranquera segura, sistemas de cámaras, monitoreo y gastos de mantenimiento. Pero, no más que eso. En cuanto a las potestades de prevención o las cuestiones operativas del personal policial y judicial estamos muy lejos de tener incidencia”.
El fiscal Javier Berlingieri, del área de Fiscalías Descentralizadas del Departamento Judicial La Plata, explicó a LA NACION el estado de las denuncias de los vecinos: “Las causas están en trámite. Está pedida la investigación de las cámaras para poder identificar a los autores de los hechos”.
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