El médico personal de Diego Maradona y su recuerdo de un diálogo con el neurocirujano acusado
En el juicio donde se debaten las circunstancias que rodearon la muerte del astro se leyó la declaración testimonial de Alfredo Cahe, fallecido en septiembre pasado
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Su primer contacto con Diego Armando Maradona fue en 1978. Fue su médico personal, con alguna interrupción, hasta 2009. Cuando a principios de noviembre de 2020 el astro mundial de fútbol fue operado de un hematoma subdural en la cabeza, Alfredo Cahe se hizo presente en la Clínica Olivos por pedido de Verónica Ojeda, la madre del hijo más chico del Diez. “Todo me parecía extraño”, recordó el facultativo en su declaración testimonial y apuntó al neurocirujano Leopoldo Luque, uno de los acusados de homicidio simple con dolo eventual juzgado por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°3 de San Isidro.
Cahe falleció en septiembre pasado a los 81 años. Hoy, por pedido del Ministerio Público, su declaración testimonial, que brindó en febrero de 2021, fue incorporada por lectura en el juicio donde se debaten las circunstancias que rodearon la muerte de Maradona. El testimonio fue leído por Cosme Iribarren, uno de los fiscales generales adjuntos de San Isidro, a cargo de la acusación.
“Cualquier médico que trataba a Maradona lo primero que debía tratar es el tema del corazón, era de público conocimiento los problemas cardíacos de Diego. Él presentaba hipertensión arterial y arritmia frecuentes, por lo que cuando permanecía internado le poníamos una sonda y así le calmábamos la arritmia. Con relación a la medicación, era fundamental la de la presión arterial para el estado general de él”, fue una de las primeras afirmaciones que hizo Cahe, después de explicar cómo fue el comienzo de su relación con el astro mundial del fútbol.

Cahe recordó que por pedido de Ojeda fue a la Clínica Olivos. “Hablé con las hermanas de Diego y mucho no les gustó la idea de que yo participe. Para mí al evaluar la situación, desde el punto de vista médico, Diego debía estar en terapia intensiva. Es por ello que decidí hablar con Luque y le consulté quién lo había operado y no me contestó. Yo lo vi una sola vez, fue un sábado eso. Me dejaron verlo, pero todo me parecía extraño. Estaba Gianinna y después entró Luque, él nunca se explayó conmigo como médico ni me dio información pese a mis pedidos, [solo] respuestas vagas cada vez que quería insistir con alguna pregunta respecto de la atención”, afirmó el testigo bajo juramento de decir la verdad.
Mientras el fiscal Iribarren leía, los jueces Verónica Di Tommaso, Maximiliano Savarino y Julieta Makintach, integrantes del tribunal a cargo del debate, escuchaban con atención.
“Le referí a Luque que el día domingo regresaría a la Clínica [Olivos] después de las 8 para verlo [a Maradona] despierto porque estaba abombado y seguía durmiendo. El día domingo voy y cuando bajo me dicen que no lo puedo ver. Eso me lo dijo el guardia, que nadie podía ver a Diego. Entonces pedí que me comuniquen con Luque, el guardia me pasó el teléfono, pero no sé donde se encontraba Luque. Me dice que no lo podía ver porque estaba dormido porque no le habían podido bajar la excitación. En ese instante, le consulté que harían con él, y [me] dijo que el lunes [por el día siguiente] harían una conferencia con todos los familiares porque lo iban a trasladar a otro lugar, oportunidad en la cual le manifesté que tenía que ir a un lugar con terapia intensiva y donde se atiende a adictos muy agudos. Yo presumí que había algo raro por las respuestas de Luque. Presumo que no me querían ahí porque yo quería desintoxicarlo y llevarlo a otro lado”, afirmó Cahe en la citada declaración de febrero de 2021.
En relato, Cahe dijo que desde el 11 hasta el 25 de noviembre de 2020, día del fallecimiento de Maradona, no tuvo ningún contacto.
“Luego del deceso de Diego, me enteré por los medios del lugar donde estaba residiendo al tiempo de su muerte y desde mi punto de vista era lo menos indicado, porque él debía estar en terapia intensiva, con control de neurocirujanos, terapistas, con control del corazón constante y continuo. Era la única opción”, sostuvo bajo juramento de decir la verdad.
Para Cahe, según el documento que leyó el fiscal Iribarren, “a Maradona, por su cuadro cardíaco, había que controlarlo obviamente todos los días. Cada cuatro o seis horas como máximo”.
Para Cahe, “Diego tenía que tener un control médico clínico permanente” y apuntó a la casa del barrio privado San Andrés, en Tigre, donde pasó sus últimas dos semanas de vida.
“La casa donde fue alojado, si no fuera una sala de terapia intensiva, debía tener cuanto menos un desfibrilador, que actualmente viene todo equipado con tubo de oxígeno y una enfermera permanente. La enfermera debe controlar la presión arterial, el ritmo cardíaco y la alimentación, es fundamental ese control para después tomar decisiones. Ese control debe darse cada 4 o 6 horas, el debía estar monitoreado constantemente y evidentemente no pasó. Por lo que trascendió de la autopsia, la muerte se produjo por una insuficiencia cardiaca y renal. Ese resultado era totalmente evitable. Con un correcto seguimiento y control era evitable. La actitud de Leopoldo Luque no era normal, todo era muy improvisado. Las anormalidades son muy groseras, al menos desde mi punto de vista", dijo poco antes de terminar con su declaración testimonial.
Sin drogas ni alcohol
Antes de que se leyera la declaración testimonial de Cahe declararon ante el tribunal cuatro testigos que se refirieron a los estudios complementarios de la autopsia.
En los testimonios se hizo referencia a la “cirrosis hepática grave” que sufría Maradona, la falta de oxígeno en el corazón del astro, hemorragias en los pulmones entre las 72 y 96 horas desde que se tomaron las muestras y que no hubo presencia de alcohol o drogas de abuso en el cuerpo.
Primero declaró Ezequiel Ventosi, licenciado en Bioquímica y perito de la Policía Científica. Explicó que en las muestras de orina y sangre analizadas no se detectó la presencia de alcohol o drogas de abuso.
“El análisis no arrojó presencia de una droga de abuso. Dio no detectable para la presencia de alcohol etílico y para cocaína, marihuana, éxtasis y anfetaminas”, afirmó el testigo ante preguntas del fiscal Iribarren.
Para hacer el análisis, el especialista recibió dos tubos de 15 mililitros de sangre y orina, entre otras muestras. El fiscal Iribarren le preguntó si esa cantidad era suficiente para poder detectar esas sustancias. “Sí, era suficiente”, respondió el testigo.
Después declaró Silvana de Piero, una perito anatomopatóloga que trabaja en la División Patología Forense en la Superintendencia de la Policía Científica bonaerense, quien habló de las lesiones en el hígado compatibles con un cuadro de cirrosis. También se refirió a una “necrosis tubular aguda” en el riñón y que la función renal se encontraba alterada.
“El corazón venía sufriendo alteraciones de falta de oxígeno”, explicó la perito. Habló de una “lesión de más tiempo” por “hipertensión arterial y consumo de tóxicos” e “infartos viejos”.
Después declaró Alejandro Vega, médico tanatólogo que ahora trabaja como perito en la morgue del Poder Judicial de la Nación y en el momento de la muerte de Maradona cumplía funciones en el Cuerpo Médico de San Martín.
“En el hígado se observó una cirrosis hepática grave, avanzada. En el corazón se notaba la falta de oxígeno; tenía un tamaño totalmente aumentado, fuera del rango normal”, afirmó el testigo.
El juicio continuará el jueves próximo con la declaración de tres de las hermanas de Maradona: Claudia, Rita y Ana, por la mañana, y a la tarde se presentará Verónica Ojeda, la madre de Diego Fernando, el hijo menor del Diez.
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