En la escuela de Naomi todos los alumnos quedaron conmocionados por el crimen
"El Liceo N°5 está de duelo", se escribió sobre una cartulina negra en letras blancas sobre la puerta de la escuela Pascual Guaglianone, situada en la avenida Carabobo 297, en el barrio de Flores. Tras el crimen de Xiomora Naomi Méndez Morales, de 15 años,el ambiente en el colegio está atravesado por el dolor. La víctima cursaba el segundo año y ayer a la tarde fue secuestrada al salir de ese establecimiento educativo. Los compañeros llenaron las rejas de la escuela con mensajes de apoyo a la víctima. "Somos el grito de las que ya no están", se leía en un cartel. En el patio, los alumnos se abrazaban incrédulos, entre sollozos, recordando a la adolescente.
A Xiomora todos la conocían como Naomi. Iba al turno tarde. Ayer hubo un concurso de talentos en la escuela y ella participó. Poco de eso después sería secuestrada y asesinada. Su pasión eran los deportes. Jugaba al fútbol en la Parroquia Madre del Pueblo, ubicada en la villa 1-11-14, del Bajo Flores, donde vivía su padre, Luis Gerardo Méndez Portilla.
Según relataron, los compañeros de curso de Naomi, ella vivía con su madre en el límite entre Parque Avellaneda y Villa Soldati, cerca del barrio Illia. Los padres, de nacionalidad peruana, se habían divorciado y Naomi había ingresado en el Liceo N°5 el año pasado. La chica, según contaron, había festejado su cumpleaños de 15 hace pocos meses en un salón, "a todo trapo".
"Estamos muy mal. Un año estando juntos, con todos los momentos que pasamos, y sucede esto. Ayer estaba feliz como cualquier chica. Le encantaba bailar, se sabía todos los deportes. Lo único que pude hacer es venir corriendo para acá. Estoy muy triste", dijo a LA NACIÓN uno de los compañeros de Naomi. Una compañera agregó: "Siempre íbamos caminando juntas al barrio porque su papá vive sobre Riestra, muy cerca de mi casa. No lo puedo creer".
Dentro del colegio, en el momento del cambio de turno, los directivos de la institución agruparon a los adolescentes y formaron un círculo. Los alumnos se abrazaron y, entre llantos, intentaron procesar el dolor por el crimen de Naomi. En una de las rejas los alumnos dejaron un mensaje de fuerte simbolismo: "Disculpen la molestia, nos están matando ".
En relación al hecho, una compañera relató el momento en que la víctima se subió al Fiat Duna rojo. "'Naomi, vamos', le gritó el remisero que se la llevó. Ella se despidió normalmente; detrás del auto rojo había uno gris, describió la chica. Naomi se despidió, cruzó la calle y se fue. A los remiseros los conocíamos porque varias veces habíamos subido a su auto. Vivimos en el mismo barrio y esa remisería [la del Duna rojo] es conocida. Varias veces nos habíamos tomado ese mismo coche para venir al colegio y me sorprendí cuando lo vi porque lo conocía. Era un hombre alto, gordo y con tatuajes. Él trabaja en el barrio, a mí me llevó una o dos veces", contó otra compañera de Naomi que estuvo con ella antes de subirse al auto.
En el colegio decidieron realizar una jornada de reflexión sobre lo sucedido. Según relataron, el asesinato de su compañera golpeó a los estudiantes y las autoridades escolares organizan charlas para contenerlos.
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