El joven que fue víctima de "la manada" en Córdoba siente vergüenza y no quiere salir
CÓRDOBA. Ya son varias las marchas que en Sebastián Elcano (180 kilómetros al norte de la capital de Córdoba ) se realizaron a favor de los acusados de "abuso sexual con acceso carnal" de un joven con retraso madurativo y de, además, haber viralizado el video del ataque. Buena parte de los 3500 habitantes de esta localidad entienden, a pesar de las pruebas, que el hecho fue "una broma" y que a los atacantes "se les fue la mano". Hacen marchas con pancartas para darles "fuerza" y para que haya "justicia y verdad". Del otro lado, de parte de quienes apoyan a la víctima y a su familia, no hay manifestaciones ni marchas. Solo dolor y estupor.
El sábado 16 de febrero pasado, siete hombres invitaron al muchacho de 25 años a comer un asado; se juntarían en una gomería y tomaron cerveza, vino, fernet... En un momento empezaron a obligar al joven a beber fernet puro y cuando ya estaba al borde de perder el conocimiento, uno le ató las manos y tres lo violaron. Un quinto filmaba la horrorosa escena y los otros dos festejaban y se reían. Después lo subieron a su bicicleta, pero se cayó; así que lo cargaron en una camioneta, lo llevaron a su casa y le dijeron a la familia que su paupérrimo estado se debía a la caída.
Pasó casi un mes hasta que la madre de la hija de dos años del joven le contara que había visto las imágenes de aquella agresión, que se habían viralizado a través del reenvío de mensajes de WhatsApp; después de unos días, decidió denunciar el hecho. Primero, la fiscal Fabiana Pochettino los imputó, pero cuando el caso tomó estado público ordenó detenerlos.
Después de unas semanas ordenó liberar a los hermanos César y Emanuel Rojas y a Emanuel Borges, aunque siguen imputados; su defensa sostiene que no estaban en el local en el momento del abuso. Siguen presos Ramón Ludueña, Jorge y Ezequiel Cisnero y Nicolás Reynoso, con distintos grados de presunta responsabilidad en el hecho.
"Solo queremos justicia, que se llegue rápido a una respuesta para aliviar el dolor y el malestar que tenemos", dijo a LA NACIÓN Marisa (nombre de fantasía), hermana de la víctima. Son cuatro hermanos, él es el único que vive con sus padres en el pueblo; la madre tiene problemas de salud y el padre trabaja en la Municipalidad de Sebastián Elcano, donde el muchacho hace changas. El padre pidió permiso, después de la viralización del caso, y el joven no va porque todavía no recibió el alta psiquiátrica.
La familia no sale de su estupor. "Se conocía con todos; vivíamos bien, jamás hubo problemas con nadie –sigue su hermana-. Después de esto la mayoría nos dio la espalda, nunca nos apoyaron. Marchan con carteles que dicen ‘verdad y justicia’ y 'fuerzas chicos’, en apoyo de los delincuentes. La verdad es que no sé cómo llamarlos; hasta familiares nuestros cuestionan la denuncia: nos quedamos sin familia".
RECLUIDO EN SU CASA
El joven apenas sale a la calle, afirma que le da "vergüenza"; sí viaja a la capital de la provincia varias veces a la semana, adonde recibe asistencia del programa de Asistencia a las Víctimas. "Duele el alma no solo por lo que pasó sino porque se apoya a esta gente; da bronca, mucho dolor. Los que los apoyan insisten en que apenas se les fue de la mano", apunta Marisa.
Hasta ahora la familia del joven nunca se cruzó en la calle con los tres liberados, que tienen prohibido acercarse a la vivienda de la víctima. La hermana cuenta que hay vecinos que los "ignoran" y que "directamente no saludan", y admite que fue muy difícil la decisión de hacer la denuncia. "Había miedo, vergüenza; sabíamos lo que iba a pasar", describe, y enfatiza que su hermano, además de las lesiones físicas y psicológicas que sufre producto del abuso, debe tolerar que "lo miren mal, que le digan que es mentiroso, que hablen detrás de él".
En el video –que fue crucial para las imputaciones- se ve cómo al joven lo tiran atrás con una soga mientras gritan "acá tenemos un cordero"; le pegan cachetadas en la cola y abusan de él. "Lo vio todo el pueblo y nadie se nos acercó a ver si necesitábamos algo; directamente nos dieron la espalda. Mi hermano está mal, está destruido, le cuesta mucho".
La familia no pensó en irse del pueblo; tienen toda su vida en Sebastián Elcano y para la madre dejar la casa sería "morirse en vida". El joven, pese a su retraso madurativo, tenía amigos y compartía tiempo con ellos; se juntaban a comer asado, a jugar a la taba. Incluso uno de los acusados era su compañero de trabajo en la Municipalidad. Los abogados de los imputados cuestionan que el representante legal de la familia de la víctima haya hablado de "manada"; para ellos, ese concepto "revictimiza al joven".
Pero para Carlos Nayi, abogado de la familia, los atacantes son "depredadores". Subraya que cuando algo así le pasa a una mujer es "terrible" y le cuesta mucho hacer la denuncia, pero cuando la víctima es "un hombre es todavía más difícil". Afirma: "Mi representado está humillado". Marisa resume lo que viven hoy: "Es como si nosotros fuésemos los criminales; andamos bajando la cabeza".
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