Rituales abyectos. Duras condenas para una familia que, durante años, abusó de tres hermanos en fiestas de sexo, drogas y alcohol
Los hechos ocurrieron en la localidad entrerriana de Oro Verde entre 2005 y 2011, cuando las víctimas -dos mujeres y un varón- eran menores; ocho imputados, entre ellos, un comisario, recibieron penas de entre 9 y 25 años de prisión; la madre recibió la máxima sentencia
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PARANÁ.- La Justicia de Entre Ríos condenó a penas de entre 9 y 25 años de prisión a ocho acusados de abusar sexualmente y empujar a la prostitución, durante años, a tres hermanos con la participación y anuencia de su propia familia, en actos rituales en los que había drogas, bebidas alcohólicas, y los participantes se desnudaban y bailan en círculos.
El Tribunal de Juicios y Apelaciones de esta ciudad, presidido por la vocal Carolina Castagno, y los vocales Rafael Cotorruelo y Alejandro Cánepa, dio a conocer hoy el adelanto de sentencia en el marco del juicio por delitos contra la integridad sexual en la localidad de Oro Verde, a diez kilómetros de la capital provincial.
La causa se inició en 2013, por la denuncia del padre de las víctimas –dos mujeres y un varón–, que tenían entre 4 y 11 años cuando comenzaron los abyectos abusos, que se extendieron entre 2005 y 2011. Por ese motivo, el juicio fue reservado a las partes y se restringió a acceso de la prensa.
La mayoría de ellos fue condenado por “promoción a la corrupción de menores agravada por la edad de las víctimas, el medio de comisión y por el vínculo, reiterada y promoción a la prostitución de menores agravada por la edad de la víctima y por el vínculo”. La pena más alta la recibió la madre de las víctimas. Una tía de las víctimas fue condenada a 22 años de prisión; un tío y el abuelo materno recibieron 20 años de cárcel; entre los sentenciados hay, también, una vecina y un policía retirado. Otro de los imputados fue considerado autor material y responsable de los delitos de abuso simple reiterado y abuso sexual con acceso carnal.
Aunque las penas dictadas son de cumplimiento efectivo, el tribunal no hizo lugar al pedido del Ministerio Público Fiscal y de la querella de dictar la prisión preventiva de los imputados.
El 5 de diciembre próximo, a las 13, se dará lectura íntegra a los fundamentos de la sentencia.
Un caso congelado en el tiempo
Los hechos ocurrieron entre 2005 y 2011 y dan cuenta de una suerte de encuentros rituales. Aun cuando algunos de los detalles que se conocían eran escabrosos, la causa estuvo paralizada durante años hasta que la fiscal Laura Cattáneo decidió mover el expediente e investigar.
El caso generó una fuerte conmoción en Entre Ríos por varias circunstancias. Una de ellas, la crueldad de la historia, donde se habló de sexo, drogas y alcohol como parte de “encuentros rituales” en los que las pequeñas víctimas eran entregadas y prostituidas por parte de familiares directos.
También generó indignación la magnitud del entramado de abusos y el hecho de que un comisario, por entonces en actividad, estuviera involucrado en los mismos.
El juicio se desarrolló a puertas cerradas y las identidades de las personas ahora condenadas se preservaron con el fin de evitar la identificación de las víctimas. Por eso, el único nombre que trascendió públicamente fue el del comisario Mario René Furlong Wolff, a quien la Justicia decidió condenó a 22 años de prisión como autor material y responsable del delito de promoción a la corrupción de menores agravada por la edad de las víctimas, por el medio de comisión y por el vínculo.
La condena a la madre
Los jueces establecieron que la madre de las tres víctimas era autora material y responsable de los delitos de “promoción a la corrupción de menores agravada por la edad de las víctimas, el medio de comisión y por el vínculo”. También fue hallada culpable de “promoción a la prostitución” agravada por la edad de las víctimas y por el vínculo. Subvirtió el deber de cuidado al que la obligaba su condición de madre y se convirtió en victimaria de sus propios pequeños hijos, lo que determinó, en definitiva, el aumento de la magnitud de la pena.
La fiscal Cattáneo movió la causa luego de revisar los desgarradores testimonios que brindaron las víctimas en Cámara Gesell. En el juicio oral impulsaron la acusación la fiscal coordinadora Matilde Federik y el fiscal Mariano Budassoff, en tanto que la abogada Marina Hundt y el abogado Máximo Estrugo actuaron como querellantes.
La condena quedó en manos del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Paraná, integrado por Carolina Castagno, Rafael Cotorruelo y Alejandro Cánepa. La jueza Castagno afirmó que los abusos sexuales denunciados por las víctimas, menores de edad al momento de haber ocurrido, fueron acreditados durante el juicio.
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