El femicidio en Uruguay. Para la madre de Lola Chomnalez, la genetista fue la clave para atrapar al presunto homicida
En diálogo con LA NACION, Adriana Belmonte resaltó la labor de la Justicia y, sobre todo, la de Natalia Sandberg,la médica que ideó la estrategia criminalística para identificar, a través del ADN, a Leonardo Sena, el hombre que dejó su sangre entre las prendas de la víctima y fue arrestado el jueves pasado; “sentimos la necesidad de agradecerle, porque su trabajo fue determinante”, afirmó
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Alivio. Eso es lo que se percibe al escuchar a los padres de Lola Chomnalez, la adolescente argentina asesinada a fines de diciembre de 2014 en el balneario uruguayo de Barra de Valizas, un caso que, tras años de letargo, ahora parece haberse encaminado hacia un eventual esclarecimiento, luego de la detención del presunto homicida, días atrás, gracias a una prueba de ADN.
“Uno como madre o padre se enoja ante el silencio. Pero en este caso, la respuesta de la Justicia fue inmediata. En abril, Diego, el padre de Lola, viajó a Uruguay a realizar un pedido para que se realicen las pruebas correspondientes de ADN. Y para corroborar que se hagan correctamente. Y hoy estamos donde estamos. Nos pone muy contentos el trabajo realizado por el juez Juan Manuel Giménez y la fiscal Jessica Pereira”, dijo a LA NACION Adriana Belmonte, madre de Lola.
El expediente por el asesinato de su hija tuvo un giro inesperado la última semana, luego de que un largo y complejo procedimiento criminalístico terminara con el cotejo de ADN que señaló como posible autor material del asesinato a Leonardo David Sena, un hombre de 39 años con antecedentes violación.
“Cuando nos enteramos de la labor realizada por la médica genetista Natalia Sandberg, encargada del Registro Nacional de Huellas Genéticas de la Dirección Nacional de Policía Científica del Ministerio del Interior, sentimos la necesidad de agradecerle, porque su trabajo fue determinante para dar con el nuevo imputado”, señaló Belmonte.
El 28 de diciembre de 2014, un día después de haber llegado a Uruguay para pasar unos días de vacaciones con su madrina, el marido y el hijo de él, Lola, de 15 años, salió a dar un paseo. Eran las tres de la tarde y caminaba por la arena desde Valizas hacia la vecina Aguas Dulces cuando se cruzó con el hombre que, por la fuerza, la llevó hacia dentro de la zona de médanos y la mató.
El cuerpo fue hallado dos días después, a 145 metros de la playa. Poco más de dos semanas después, no muy lejos de donde Lola fue golpeada, tajeada y asfixiada con su cara apretada contra la arena, adolescente, se encontró la mochila de la víctima, semienterrada. Los peritos encontraron, en su interior, el DNI y una toalla. En ambos había manchas de sangre; además del perfil genético de la víctima, tenían rastros de un ADN masculino.
Esa muestra fue cotejada con los registros de ADN de toda la base criminal. En primera instancia, los resultados no arrojaron ninguna coincidencia. Con posterioridad se fue comparando ese rastro con los perfiles que se ingresaban en esa base de datos. Y finalmente, luego de un cambio en la técnica de búsqueda de comparación genética, los investigadores lograron dar con el sospechoso, una vez que fue ingresado su ADN en el registro oficial.
Adriana se enteró de la detención de Sena a través de un llamado telefónico de una periodista. Luego, le informaron de un individuo que había dado una coincidencia de más del 99,99% de positividad en las pruebas de ADN: “En el momento que nos confirmaron me sentí atravesada por todo tipo de sensaciones. No podía parar de llorar de la emoción”, aseguró la madre de Lola, que ahora aguarda el pronunciamiento de la Justicia sobre el nuevo detenido.
Durante años, a los padres de Lola los invadió el enojo por el tratamiento de la causa. “Ahora entendemos que había cierto blindaje por parte del juez Giménez y de la fiscal Pereira para que no se escapara ninguna información. Y eso ayudó a que las líneas de investigación se desarrollaran con éxito”, afirmó Belmonte.
Para ella, ahora se abre un nuevo proceso. Tiene claro que, tarde o temprano, se va a aclarar qué rol cumplieron tanto Sena, acusado por homicidio muy especialmente agravado, como Andrés “Cachila” Moreira, que inicialmente fue procesado bajo la figura de coautoría de homicidio y alevosía por el fiscal Jorge Vaz, pero para quien, finalmente, la fiscal Pereira pidió una condena de 10 años por encubrimiento. Para la mamá de Lola, sea cual fuere la figura penal que le apliquen, “Cachila no deja de ser un femicida”.
Un descargo con poco sustento
En la indagatoria realizada la semana pasada, el presunto asesino de Chomnalez admitió haber robado dinero de la mochila de la joven, aunque negó haber sido partícipe del asesinato. No podía desmentir que había tomado contacto con lo que había dentro, ya que su sangre fue encontrada en la toalla y en el DNI de Lola. Pero ensayó una justificación: dijo dijo que se había lastimado con unas botellas de cerveza en el almacén donde trabajaba en la época del crimen, y que eso explicaba que su sangre haya manchado las cosas que había dentro de la mochila cuando metió la mano para revisar y llevarse el monedero de la chica. También dijo que él había encontrado la mochila “abandonada en medio de la playa”, a dos kilómetros de donde fue hallado el cadáver de la víctima.
Según se detalla en la solicitud de procesamiento de Leandro Sena, el relato del imputado resulta inverosímil, ya que no logra explicar por qué su sangre estaba mezclada con la de la víctima, ni la presencia de sangre en la toalla y en el DNI, ni que la mochila haya aparecido a kilómetros del lugar donde presuntamente se la halló después de días de intenso rastrillaje y búsqueda por parte de particulares y funcionarios policiales.
En el extenso escrito, la fiscal Pereira precisó que hay suficientes pruebas para asegurar que, como mínimo, fueron dos las personas que dieron muerte a la adolescente cuando se encontraba de vacaciones en el balneario uruguayo de Barra de Valizas. Además, representante del Ministerio Público especificó que la víctima fue interceptada por sus agresores y la llevaron contra su voluntad a la zona de médanos, donde fue asesinada por “asfixia por sofocación” contra la arena, además de generarle varias lesiones por cortes con algún tipo de arma blanca, presumiblemente, dos distintas.
La revelación genética
Desde enero de 2015 se sabía que las muestras genéticas encontradas en el DNI y la toalla de la víctima tenían dos contribuyentes: uno mayoritario (de Lola) y otro minoritario (de un hombre). Ponerle nombre al portador de ese ADN masculino fue una tarea ciclópea.
El 24 de noviembre de 2021, un peritaje criminalístico reveló que las muestras mucosas tomadas a dos procesados “compartían línea patrilínea con la persona que dejó la evidencia del caso”. El 12 de mayo pasado se encaró “el análisis de cromosoma Y de la evidencia referida por el laboratorio biológico como L150073007, línea que tiene arrai go con el perfil genético autosómico informado por tal evidencia”, según consta en el expediente.
Se comenzó a investigar a los familiares por línea paterna del sospechoso. Pero no se logró un resultado positivo; se ponderó que había “una inexactitud respecto a la cantidad de hijos que pudiera tener el padre biológico de la muestra de ADN colectada”.
Eso llevó a la genetista Sandberg a proponer una nueva estrategia: buscar y obtener muestras de ADN de todos los medio hermanos maternos a partir de una muestra ya recabada. Así se identificó a una mujer que podía ser la madre del “fantasma” al que buscaba la Justicia. La mujer, identificada en el expediente como S.M.S.S., aportó voluntariamente una muestra de sangre. El cotejo de ADN con el que dejó su sangre en las cosas de Lola dio positivo.
La mujer declaró ante la policía que había tenido 11 hijos, entre ellos, Leonardo David Sena. Dijo que desde chico él vivió con una familia en La Paloma o Rocha. El fantasma ya tenía nombre. Faltaba encontrarlo. Lo atraparon la semana pasada cerca del Chuy, en la frontera con Brasil. Se tomaron muestras para cotejar su ADN. Y dio positivo.
La conmoción provocada hace siete años y medio por el homicidio quedó nuevamente expuesta; y la desesperanza de años mutó ahora a un signo más esperanzador. En línea con eso, el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, se refirió a la captura del sospechoso: “Esto genera, por lo menos, paz en sus familiares y la tranquilidad de que, quizás un poco tarde, por lo menos se hizo o se está haciendo justicia; veremos qué falla finalmente el Poder Judicial en este sentido”.
“Es muy difícil que lleguemos a encontrar consuelo algún día, pero sí vamos a poder estar en paz sabiendo que, como madre y padre, hicimos todo lo que pudimos para esclarecer lo que pasó con Lola. No pretendemos ningún tipo de condecoración por eso. Solo pretendemos que Lola pueda descansar en paz”, concluyó Belmonte.
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