El "efecto espectador": cómo reacciona la gente al ser testigo de hechos como el tiroteo en el microcentro
Estar en presencia de un espectador pasivo, es decir de alguien que decide no intervenir, reduce la probabilidad de prestar ayuda en situaciones como estas
En 1964 Catherine Genovese de 28 años regresaba del trabajo a su casa en los suburbios de Nueva York. En el camino, fue violada y apuñalada hasta morir en un ataque que duró aproximadamente 30 minutos en la vía pública y culminó en las escaleras de un edificio. Unos 38 vecinos escucharon o vieron lo que pasaba a través de sus ventanas, solo uno atinó a gritar "¡Deja a la chica en paz!", y otro llamó a la policía cuando todo terminó. Lo que conmocionó a la opinión pública en ese momento fue la pasividad de todos. Nadie intervino activamente ni siquiera llamando a la policía cuando los gritos comenzaron.
De la misma manera, la imagen del cerrajero tirado en la calle no pareció resultar drástica para los peatones que pasaban por ahí. Sólo un farmacéutico se interesó en hacer contacto visual con él y percibir que algo grave ocurría.
Bibb Latané y John Darley, psicólogos sociales norteamericanos comenzaron a investigar por qué las personas no intervinieron en el caso ocurrido en Nueva York. Solemos vernos en situación de espectadores de hechos que van desde lo esperable hasta un delito, una emergencia médica o una agresión a un tercero. Los experimentos se llevaron a cabo en un ambiente controlado manipulando mínimamente el contexto, ámbito y cantidad de personas, para poder observar qué es lo que lleva a intervenir en tales situaciones y qué no.
En uno, convocaron a estudiantes a un laboratorio con el pretexto de participar en un estudio de investigación de mercado para llenar una encuesta. Fueron recibidos de a uno por una joven que les dio un cuestionario, los hizo sentar en una habitación y se fue a otra a "arreglar archivos". Minutos después oyeron ruidos y un estruendo: era ella que caía de una escalera, luego la escucharon llorar pidiendo auxilio. El 70% de las 30 personas que fueron parte del experimento acudió en su ayuda.
La situación experimental se manipuló y las personas eran citadas de a dos para ser testigos del mismo desenlace que desconocían. Esta vez, en el 40% de los casos sólo uno de los participantes ayudó a la mujer. La presencia de otra persona en la habitación reducía la probabilidad de intervenir. Posteriormente convocaron a dos participantes reales y un actor que se hizo pasar por participante. Éste tenía instrucciones de ignorar la emergencia que se les iba a presentar. En este caso, sólo el 10 % de los auténticos participantes ayudó la mujer.
Lo que arrojó la investigación es que estar en presencia de un espectador pasivo, es decir de alguien que decide no intervenir, reduce la probabilidad de prestar ayuda en situaciones como estas. A mayor cantidad de espectadores, ese sentido de responsabilidad social o moral se va reduciendo, hasta incluso desaparecer.
A esta apatía se la llamó el "efecto del espectador" y, más allá de pensar en atribuirle al otro que algo habrá hecho para generar lo que le está ocurriendo por su apariencia, estado, edad o vestimenta y decidir si intervenir o no, ser espectador no es una acusación, por no ser el autor o por filmar situaciones con el teléfono celular para que sirvan como prueba o viralizarlas. Conocer este efecto es más que nada un puntapié para evitar situaciones radicales con otra acción que cambie el rumbo, sin necesidad de convertirse en héroes, pero si evitando la neutralidad.