El efecto de las adulteraciones y las consecuencias en la salud y en la sociedad
Los estupefacientes, dada su condición de ilegalidad, se producen en forma clandestina y están sujetos a manipulaciones y al uso de sustancias de corte de efectos peligrosos; la necesidad de reforzar la prevención
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La cocaína es una de las sustancias más sujeta a sufrir adulteraciones. Se han reportado adulteraciones en muestras de todos los derivados de la hoja de coca fumables y no fumables (esnifada o intravenosa): pasta base, crack, clorhidrato.
Dado que la producción de drogas es ilegal, su fabricación se realiza de manera clandestina, no existiendo controles de calidad ni buenas prácticas de laboratorio en su manufacturación. La adulteración intencionada tiene como fin aumentar la cantidad del producto y, consecuentemente, su “rendimiento” financiero.
Las formas de adulteración o “cortes” pueden clasificarse en inactivos, para referirse a los diluyentes, y cortes activos, para los adulterantes propiamente dichos.
Los cortes inactivos son habitualmente compuestos inertes añadidos a la droga para reducir el principio activo, incrementar su volumen y peso, con sustancias de similar aspecto y que no posean efectos perceptibles de manera inmediata.
Los cortes activos o sustitutos son sustancias farmacológicamente activas que generan efectos similares a la sustancia que se pretende adulterar y se añaden para compensar la potencia perdida. Es frecuente la presencia de varios adulterantes en una única muestra de sustancia, con el consiguiente riesgo incrementado por las interacciones de esta con los adulterantes o de estos entre sí.
El grado de pureza de las sustancias más consumidas es variable de acuerdo a la región o el contexto epidemiológico. Debido a eso, muchos países han generado procesos de caracterización química de las drogas que permiten identificar los adulterantes más frecuentemente utilizados y poner en funcionamiento Sistemas de Alerta Temprana (SAT).
Los efectos –buscados y no deseados– dependen de múltiples variables: el tipo de sustancia consumida, la vía de consumo utilizada, el individuo y su entorno. El conocimiento de la composición de las sustancias psicoactivas tiene singular importancia en el campo de la salud pública, ya que siempre se encuentran asociadas a otras sustancias que no son controladas por la ley y que pueden generar interacciones –sinérgicas, de potenciación, aditivas o antagónicas– y potenciar los efectos perjudiciales para la salud.
Desde el punto de vista toxicológico, a los riesgos derivados del consumo se suman los efectos adversos de los compuestos empleados como adulterantes, lo que se traduce en un incremento de la morbimortalidad.
El impacto en la salud del consumidor de una sustancia de abuso es importante, pero aún mucho peor es el impacto en la sociedad, ya que representa horas perdidas de educación, de trabajo, uso de recursos sanitarios, entre otros, que podrían evitarse con una buena política de prevención. Prevención en todo el sentido de la palabra, con promoción de hábitos saludables, mejorando así la calidad de vida de todos sus integrantes.
El autor es jefe de Toxicología del Hospital Fernández y es profesor titular de Toxicología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
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