El dueño de los secretos: Diego Guastini, el cerebro detrás de las organizaciones narco que operan en la Argentina
La información aportada por el contador ejecutado por sicarios en octubre de 2019 fue el puntapié inicial para descubrir a la banda que intentó traficar a España 1548 kilos de cocaína en un velero, desbaratada en los últimos días durante la Operación Atlantis
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Diego Xavier Guastini fue ejecutado de tres balazos por un sicario el 28 de octubre de 2019. El crimen, un ajuste de cuentas mafioso, ocurrió a plena luz del día a pocos metros de la Municipalidad de Quilmes. Dos años y casi ocho meses después del homicidio, nada se sabe aún de los autores intelectuales y materiales, pero los secretos del mundo del narcotráfico que, como cerebro financiero, la víctima conocía al detalle y llegó a contar, aún repercuten en los tribunales argentinos. Y se confirman en distintas causas penales.
En las últimas horas, se conocieron los resultados de la Operación Atlantis, el secuestro de 1548 kilos de cocaína que una organización narco pensaba traficar a España en veleros. La información que dio origen a la causa había sido aportada por Guastini en julio de 2018, cuando declaró como testigo de identidad reservada en la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar).
“Con el diario del lunes podemos decir que todo lo que declaraba Guastini era verdad”, sostuvo a LA NACION una fuente que presenció varias declaraciones de Guastini, que cuando fue asesinado tenía 45 años.
Guastini, contador público de profesión, declaró en varios expedientes como arrepentido y como testigo de identidad reservada. Era quien se encargaba de entrar a la Argentina valijas llenas de los dólares y euros que se pagaban en Europa por valiosos cargamentos de cocaína. Cobraba un porcentaje por sus servicios. También diseñaba la logística de dinero para lavar los millones que los narcos ganaban con las toneladas de cocaína que vendían. “Dolarín”, le decían...
Su aporte como arrepentido ante la Justicia tuvo un fuerte impacto en varios expedientes. Lo que no se sabe es cuánto de lo que sabía contó antes de que lo callaran para siempre.
En septiembre de 2019, en un juicio abreviado, fue condenado a tres años de prisión en suspenso como integrante de una asociación ilícita dedicada al contrabando de divisas.
“Tenía un mecanismo aceitado para poder ingresar el dinero en la Argentina. Sus clientes eran poderosos narcos que lo contrataban para que les trajera los millones que a ellos les pagaban por los cargamentos que exportaban. No hay dudas de que tenía un contacto en el aeropuerto de Ezeiza que dejaba pasar a las mulas que mandaba a Europa para que volvieran con valijas llenas de dólares y euros en vuelos regulares. Suponemos que incluso usó para eso a algunos de sus empleados”, explicó tiempo atrás un detective judicial que lo investigó.
Fue clave para que la Justicia conociera detalles de las operaciones de lavado de dinero del denominado clan Loza y de la banda liderada por Carlos Sein Atachahua Espinoza, cuyas empresas fueron embargadas hasta cubrir la suma de 10.000 millones de pesos.
Antes de ser asesinado, Guastini estaba dispuesto y en condiciones de aportar información sobre otra importante causa de narcotráfico. “Diego estaba intentando presentarse a aportar pruebas en la causa Leones Blancos, de la cual proveyó la información a policías para que se desarrolle el procedimiento y para robar mercadería; así las cosas, hace unos días llamó a policías y abogados para anticipar sus intenciones y buscar protección; debido a esta situación se ordenó [su] ejecución”, sostuvo un testigo de identidad reservada en ocasión de develar la trama detrás del operativo en el que habrían robado media tonelada de cocaína.
Oficialmente, en el operativo Leones Blancos, hecho por la policía bonaerense en diciembre 2013, se secuestraron 600 kilos de cocaína. Pero, según una investigación judicial, los encargados del procedimiento se habrían robado otra media tonelada de droga. En esa causa había sido procesado por la jueza federal Sandra Arroyo Salgado el suspendido fiscal de San Isidro Claudio Scapolan, que la semana pasada fue beneficiado con la falta de mérito por un tribunal de alzada.
En ese expediente judicial está detenido con prisión preventiva el sargento de la policía bonaerense Adrián Baeta, un hombre que se vinculaba con Guastini.
Baeta fue una de las primeras personas en llegar a la escena del homicidio de Guastini. Era un hombre de confianza y amistad del contador.
De una computadora que se le secuestró a Baeta en el momento de ser detenido, después de haber estado prófugo más de cinco meses, se pudieron extraer varias vistas fotografías del cuerpo de Guastini –aparentemente tomadas minutos después del hecho– y fotos de su lápida. “Circunstancias que, sin lugar a dudas, deben ser investigadas con mayor profundidad”, sostuvieron los fiscales que investigan la ejecución del contador.
Además de su relación con las grandes narcos que operaban en la Argentina, el nombre de Guastini surgió en otra causa sin resolver: la desaparición del financista Hugo Díaz, que fue visto por última vez el 9 de marzo de 2015. Ese día había estado en la oficina de Guastini, en el tercer piso de Florida 520, en el microcentro porteño.
Como se dijo, por el momento, no se pudo identificar a los autores intelectuales y materiales del homicidio de Guastini. Pero el año pasado fue detenido el conductor de uno de los vehículos que hicieron de apoyo de la moto desde la cual descendió el sicario que ejecutó a contador arrepentido.
Se trata de Marcelo Padovani, alias Pelado. Fue imputado por homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, por precio o promesa remuneratoria, y por el uso de arma de fuego.
Padovani habría estado en la escena del crimen. Según un dictamen de las fiscales de Quilmes Karina Gallo y María Clarissa Antonini, del fiscal federal de Lomas de Zamora Sergio Mola y de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), conducida por Diego Iglesias, el Pelado fue el conductor de uno de los vehículos que hicieron de apoyo de la moto desde la cual descendió el sicario que ejecutó a Guastini.
Según los representantes del Ministerio Público, el 28 de octubre de 2019, día del homicidio, Padovani conducía un Ford Fiesta Kinetic bordó que estuvo en la escena del crimen.
Además del auto de Padovani y de la moto donde viajaba el sicario, en la secuencia del asesinato hubo una camioneta 4x4.
“Se observó que el vehículo Ford Fiesta Kinetic bordó encabezó la fila, dando aviso, de esta manera, del inminente arribo de la víctima, haciéndolo segundos después la camioneta color blanco que se detuvo delante del auto en el cual circulaba Guastini, mientras que en Alberdi y General Paz aguardaba, a unos 50 metros, sobre la primera arteria mencionada, el autor material del suceso investigado. Luego de esta secuencia se observó que el Ford Fiesta Kinetic, una vez cometido el hecho y durante todo el recorrido de fuga de la motocicleta, circulaba por detrás brindando apoyo en la huida, hasta la intersección de Primera Junta y Mozart, dado que más allá de esas arterias, hasta el momento, no se han podido observar otras cámaras de seguridad. Seguidamente, se observó el recorrido en sentido opuesto del vehículo, lo que haría suponer que durante esos minutos los ocupantes de ambos vehículos mantuvieron un encuentro fuera del alcance de las cámaras. Finalmente, el vehículo supuestamente conducido por Padovani se dirigió hacia la ciudad Autónoma de Buenos Aires”, se explicó en el dictamen donde se pidió la detención del sospechoso.
Pero el Pelado no habría viajado solo a la Capital. “Se logra advertir que el rodado [Ford Fiesta Kinetic] circula hasta la zona del Obelisco y que concretamente se detiene a las 10 sobre Carlos Pellegrini, metros antes de su intersección con Sarmiento, lugar donde del asiento del acompañante desciende un sujeto [sic] que viste prendas oscuras similares a las del autor de los disparos, en tanto el vehículo reanuda la marcha y se dirige nuevamente hacia la provincia de Buenos Aires”, sostuvieron Gallo, Antonini, Mola e Iglesias.
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