El dueño de la “cocaína mala”. Solo y perseguido por los fantasmas del carfentanilo, así cayó “Dylan”, el heredero de Mameluco
Luca Nahuel Baigorria fue el encargado de comprar la droga en Colombia; tras pasar más de un año y medio prófugo, cayó en Caseros, cuando salía de una reunión familiar; lo perseguían brigadas de la policía bonaerense y de la Federal
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En sus noches más oscuras, se aseguró de que no le faltaran sobre la mesa una pistola al alcance de la mano y algo para evadirse de la realidad que no lo dejaba dormir. No era para menos: lo acusaban de formar parte, con un rol clave, de la banda que vendió la cocaína con carfentanilo que mató a 24 personas en Puerta 8, Tres de Febrero. Y por eso mismo lo buscaban desde febrero del 2022 la Bonaerense y la Federal. Para acorralarlo, el Gobierno ofrecía 4 millones de pesos por información que condujera “directamente a su arresto”. Pero él gritaba que por nada del mundo volvería a prisión. Juró que nunca más pasaría un cumpleaños lejos de casa. Prefería tirotearse con la policía hasta quedarse sin balas antes que entregarse.
Apenas pasadas las 6 del domingo, el destino le dio la opción de elegir: efectivos de la DDI San Martín de la Policía Bonaerense, a cargo de la comisaria mayor María Cristina Suárez, lo sorprendieron a la salida de una reunión familiar, una comunión, en el partido de Tres de Febrero. Y, en vez de tirar, Luca Nahuel Baigorria, alias Dylan, decidió escapar en una camioneta Renault Oroch conducida por su chofer y acompañado por un guardaespaldas.
El hijo de Miguel Ángel Villalba, el histórico “Mameluco” de San Martín, se internó en El Mercadito, de Caseros, pero esa villa fue su callejón sin salida, según pudo reconstruir LA NACION a partir de fuentes con acceso a la investigación.
Cada uno por su lado, la DDI San Martín y la División Unidad Operativa Federal San Martín de la Policía Federal habían intensificado las tareas de búsqueda hasta las últimas horas del sábado y las primeras de ayer. También participaba el Comando Unificado Federal de Recaptura de Evadidos (Cufre) del Ministerio de Seguridad de la Nación. Al final, fue la brigada de la comisaria Suárez la que ubicó a Dylan. Lo persiguieron hasta la calle Bordón al 4100 y atraparon a Baigorria en Perú y Carlos Tejedor. Era el fin de casi 20 meses de clandestinidad.
La jueza federal Alicia Vence indagó a Baigorria, de 29 años, por la venta de la letal cocaína con carfentanilo en Puerta 8, con una investigación compleja a cargo del secretario Hernán Roncaglia y con la intervención del fiscal federal Paul Starc. Dylan se negó a declarar y quedó detenido mientras responde a cargos por la “organización y financiación de un grupo de personas dedicado a la comercialización de estupefacientes y de la tenencia de armas y municiones de guerra”, según informaron fuentes del municipio de Tres de Febrero.
Dylan compartió cárcel con su medio hermano Iván Gabriel Villalba, alias “Salvaje”. Cuando recuperó la libertad, en septiembre del 2021, se hizo cargo del negocio narco de su familia en Villa Lanzone y Villa Lavalle. “Kako”, su otro medio hermano, se ocupó de El Gaucho, a pocas cuadras de Puerta 8. Y su primo “Chucky” se quedó por un tiempo con Villa Sarmiento, donde vive la madre de Dylan y Kako. Todos, obviamente, bajo las órdenes de Mameluco, el poderoso traficante que llegó a lanzarse como candidato a intendente de San Martín.
En enero de 2022, Dylan y uno de sus secuaces trajeron “una droga de Colombia, como pasta base”, según reveló una escucha de la causa. Los que la probaron terminaron en el hospital. Enterado, Mameluco –que está preso desde 2011– ordenó sacar la “droga fea” del mercado. Pero lo desobedecieron: el lote de bolsitas vendido el 1° de febrero dejó un saldo de 24 muertos y 80 hospitalizados.
Una “escucha” judicial comprometió desde el principio a Dylan:
–Acá hay un ‘bondi’
–¿Qué pasó?
–El Dylan y El Bol’ trajeron una droga de Colombia, viste, como pasta base…
–Sí.
–Y preguntaron quién quería fumar, y dice El Perro, y fue a parar al hospital, re duro quedó, re acelerado…
–Ah, no…
–Y después el hermano de Mocho, Mosqui, tomó y también fue a parar al hospital.
–Decile que me convide un poco a mí.
–No, nene, sabés cómo te deja, re mal.
–Dale, amor.
–¿Sabés cómo se fueron al hospital los dos?
–Pero a mí me va a pegar re piola.
–¿Qué piola? La cagada que yo te voy a dar te va a quedar piola…
Enterado en su celda, porque está preso desde agosto de 2011, “Mameluco” ordenó sacar la “droga fea” del mercado a finales de enero del 2022. Sin embargo, por motivos que aún se desconocen, volvieron a venderla a los pocos días.
La noche del 1º de febrero del 2022 todo explotó: después del partido de la Selección argentina contra Colombia por las eliminatorias hacia la tercera estrella, los transas de “Mameluco” vendieron las bolsitas rosas en Puerta 8. En el preciso instante en el que la droga entró en sus cuerpos, 24 personas murieron. Otras 80 tuvieron suerte: familiares y amigos pudieron llevarlas a tiempo al hospital más cercano.
Ocho días después, la Procuración General bonaerense, a cargo de Julio Conte Grand, informó que la cocaína estaba cortada con carfentanilo, un opioide sintético completamente desconocido hasta entonces en la Argentina. En Estados Unidos, en cambio, padecen hace muchos años una crisis de salud pública por el consumo problemático o recreativo de este tipo de drogas. En 2021 fallecieron 107 mil personas. El 66% fue por fentanilo. Según la Drug Enforcement Administration (DEA), el carfentanilo es 100 veces más potente que el fentanilo.
El camino de la “droga fea”
La jueza federal Alicia Vence pudo reconstruir que las dosis con carfentanilo se vendieron entre las 17 hs del 1º de febrero del 2022 y las 6 hs del 2 de febrero, «registrándose la mayor afluencia de compradores entre las 2 y las 3 de la madrugada». Para cuando la Bonaerense, con Sergio Berni a la cabeza, irrumpió en Puerta 8, ya eran las 13.30. Recién en ese momento se llevaron a los primeros detenidos.
Entre los fallecidos hubo rivales de los Villalba, pero también conocidos o amigos y sus cuerpos quedaron en el barrio por varias horas. Eso provocó mucha bronca entre los vecinos de Puerta 8.
La magistrada envió a juicio a Mameluco y compañía por la “comercialización de estupefacientes que se llevó a cabo el 1 y 2 de febrero por parte de integrantes de la organización” y por el “poder de disposición que poseían sobre 480 envoltorios de nylon color rosado o anaranjado con clorhidrato de cocaína y carfentanilo” incautados en el búnker de Puerta 8 y por la “tenencia que detentaban ese mismo día de dos bolsas de nylon con 3346 envoltorios de nylon” de los mismos colores en una casa de Loma Hermosa.
Para que se entienda: incluso después de los primeros fallecimientos, el clan Villalba tenía 945 gramos más de cocaína con carfentanilo, fraccionada, empaquetada y lista para vender.
LA NACION pudo saber que la jueza Vence quiere tener más elementos de convicción para volver a ampliarles la indagatoria, esta vez ya sí por ocasionar las muertes. Pruebas que demuestren sin lugar a dudas el dolo sobre la acción, es decir, que los Villalba vendieron la cocaína con carfentanilo sabiendo que podían causarle la muerte a quienes la consumieran.
En esa búsqueda, la magistrada aceptó el ofrecimiento del jefe de la DEA en Buenos Aires, John Wallace, para analizar una muestra en el laboratorio de Dulles, Virginia, e intentar, así, reconstruir la ruta del opioide sintético aún más potente que el fentanilo.
La DEA detectó trazos de carfentanilo, pero no pudo determinar la trazabilidad por la escasa cantidad utilizada en el corte de la cocaína. Por lo tanto, tampoco pudo precisar si la mezcla fue hecha en el país o en el exterior.
Un paria
Desde la explosión de Puerta 8, Dylan se movió en los márgenes. Así y todo, la noche del 23 de agosto del 2022, el hijo de Mameluco entró a los tiros en Villa Tropezón. Quería copar el barrio. Barrer la competencia. Instalar un búnker para vender drogas. Pero la zona tenía dueña: Alejandra Noemí Galbán, más conocida como “Ale la Bocona”, ya lo estaba esperando y tuvo que replegarse.
A mitad de este año, Dylan se dejó ver en Villa Sarmiento. En medio de la noche, empezó a los gritos. Quería que lo dejaran volver a “trabajar”. Pedía hablar con el jefe. Y aunque al Negro Gómez no le gustan los conflictos, menos en su territorio, todo terminó a los tiros. Solo y acorralado, a Dylan no le quedó otra opción más que correr, cruzó la avenida Márquez y se refugió en una fábrica de pegamentos.
Este domingo, finalmente, no hubo lugar donde pudiera esconderse. En su corrida sin salida descartó una pistola y un celular. De encontrarlo, ese teléfono podría contar la historia de cómo el carfentanilo llegó a uno de los barrios de emergencia más pobres de la Argentina.
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