El drama de la violencia de género en primera persona: “Yo vivo con custodia y él anda en libertad”
Entre las historias de mujeres golpeadas y amenazadas hay una cruda frase que se repite: “Yo estoy condicionada, no puedo moverme, y él anda libre”. Es lo que le ocurre a Roxana Flores, que vive en la ciudad de Salta y tiene custodia policial desde hace unas semanas. Acumula varias denuncias contra su expareja, de quien se separó hace cuatro meses. La última, luego de que su casa fuera incendiada; los peritajes indican que el fuego fue intencional y las sospechas recaen sobre él, que venía siguiéndola, se le presentaba intempestivamente en su lugar de trabajo e, incluso, había llegado a saltar una tapia para entrar en su vivienda.
Roxana tiene 25 años, un nene de ocho –de otra relación– y convivió cinco años con Darío. Primero, según cuenta a LA NACION, “todo era color de rosa”, pero con el correr del tiempo la situación fue cambiando. Dice que sus amigas y conocidos le advertían que él era “problemático”. Cuando la relación comenzó él “ya tomaba”, pero fue empeorando. “Lo ‘piloteamos’ un tiempo, mientras pudimos. Tomaba, se drogaba y yo no quería esa vida. Un día estaba bien, otro mal... Se iba, y cuando volvía me acusaba de haberle hecho una cosa o la otra”.
Como en muchos otros casos, ella terminaba sintiéndose culpable de lo que él decía: “Me hacía creer que yo tenía la culpa, que era todo responsabilidad mía. Y yo creía que era así. Me celaba, se ponía violento, me levantaba la mano. Hice varias denuncias hasta que nos separamos”. No viven juntos desde hace cuatro meses y él tiene una nueva pareja.
Viven a cuatro cuadras y ahora la amenazan ambos. “Me llamaban, me molestaban. Él dice que nos ama a las dos; está enfermo y con ella hace lo mismo, la enferma y ella tiene celos de mí”. Hace unas semanas Darío se presentó en la casa donde ella trabaja como empleada doméstica. Dijo que era un cadete e hizo que la llamaran. Roxana lo recibió con un “¿qué te pasa? Mi patrona sabe que tenés orden de restricción”.
Después de ese episodio, Roxana denunció a la pareja por amenazas porque la paran en la calle y él la “toma del brazo” y la acusa de crearles un Facebook falso. En esa denuncia pidió custodia o botón antipánico y volvió a enumerar la serie de hechos que padece. Días después fue ella la que recibió una denuncia en su contra. Al poco tiempo, su casa apareció quemada. “Mi hijo estaba con mi mamá; quemaron la pieza. Los vecinos lo vieron a Darío por la tarde en la zona, pero nada más. Fueron los bomberos, y los peritos de criminalística señalaron que el incendio había sido intencional”, explicó.
Desde entonces, Roxana tiene custodia. “Él anda como si nada; la policía no actúa. Llamo y digo dónde está, y nada. ¿Me pasé años trabajando para que me pasara una cosa así? Quiero que la Justicia haga lo que tenga que hacer. Tiene una perimetral, y yo estoy con consigna todo el día. Él tendría que estar preso. No quiero un niñero, quiero vivir tranquila. ¿Por qué no actúan rápido, por qué no hacen lo que deben?”, pregunta.
Toda su familia tiene “miedo” y R. teme, por ella y por los demás.
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