El crimen de “Pillín” Bracamonte activó el temor de que vuelva la guerra narco en Rosario
El líder de la barra de Rosario Central fue acribillado después del partido contra San Lorenzo. Un grupo narco, que ganó peso en los últimos meses, aparece como principal sospechoso
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Rosario. - El crimen de Andrés “Pillín” Bracamonte, jefe de la barrabrava de Rosario Central, que fue acribillado junto con otro miembro de la hinchada, cuando se trasladaban en una camioneta por las inmediaciones del estadio, enmudeció la ciudad. Los mensajes por las redes sociales y por WhatsApp se diseminaron rápidamente, como si la persona que había sido asesinada fuera una celebridad.
En el imaginario popular apareció otra escena sangrienta, que quedó en la memoria de muchos: el crimen de Claudio “Pájaro” Cantero, líder de Los Monos, que fue asesinado el 26 de mayo de 2013. Su muerte encendió un raid de venganzas del clan criminal que terminó por encender lo que algunos llamaron como una “guerra narco” en Rosario, donde durante la última década la violencia traspasó todos los límites y llevó a que la ciudad tuviera índices de homicidios -24 cada 100.000 habitantes en 2022- que eran cuatro veces el promedio nacional. El crimen del jefe de la barra de Central genera tanta repercusión y preocupación, porque puede romper la “tranquilidad” que ganó la ciudad en los primeros diez meses del año, cuando se produjo una baja en los homicidios del 64,8 por ciento con respecto al año pasado –se cometieron 78 asesinatos en lo que va del año-. La postal de la muerte del “Pájaro” Cantero, como un símbolo de caos criminal, amenaza con reaparecer, aunque la situación es diferente en materia de seguridad, donde la policía tiene un dominio más estable del territorio con los agentes federales, que llegaron a Rosario en el marco del operativo Bandera.
Hasta ahora hay pocos elementos en la investigación del asesinato de Bracamonte, pero hay una hipótesis que se fortaleció durante las últimas horas, que apunta a una banda narco llamada Los Menores, que está sospechada de protagonizar un intento de asesinato contra Bracamonte después del clásico que jugaron Central y Newell’s el 10 de agosto pasado.
En esa oportunidad, “Pillín” fue atacado en el parque Alem, a unas tres cuadras del estadio, cuando se había acercado a saludar a su pareja y su pequeña hija que estaban en un auto. Bracamonte recibió tres disparos en la espalda, pero salvó su vida de milagro. Esa noche, después de ir a una guardia, volvió a la calle. Los tiros no habían tocado ningún órgano. Se había vuelto a salvar, por la simple acción del azar. En su cuerpo, según contó a este periodista, estaban inscriptos con cicatrices de disparos 29 intentos de asesinato.
Este sábado a las 21.45 la suerte no logró salvar al jefe de la barra, que estuvo al frente del brazo violento de la hinchada durante más de 30 años. “Pillín” no podía ingresar al estadio cuando Rosario Central jugaba de local. Tenía prohibido entrar a las canchas del fútbol argentino desde 2018, por figurar en el listado de derecho de admisión del programa Tribunas Seguras. Bracamonte monitoreaba todo desde las inmediaciones del Gigante. Dentro de la cancha estaba prohibido robar y vender droga. Fuera solo podían hacerlo quienes estaban autorizados.
Este sábado a la noche, “Pillín” hacía su “trabajo”. Daba vueltas en una camioneta Chevrolet S10, con un hombre de su confianza, un histórico, Daniel Attardo. Por donde transitaba, las luces de las calles estaban apagadas. La oscuridad era total. En Reconquista al 700 dos jóvenes empezaron disparar de manera desenfrenada contra la camioneta. “Pillín” y su amigo murieron en el acto. Bracamonte, que iba en el asiento del acompañante, quedó sentado con la cabeza hacia atrás. Llevaba un sombrero de tipo piluso.
El doble crimen generó pánico y un fuerte desenfreno en los integrantes de la barra, que fueron llegando al lugar. Los sicarios huyeron en una moto a toda velocidad y se perdieron en las calles oscuras e inundadas de hinchas de Rosario Central.
En medio de los gritos y la desesperación, los barras cargaron en dos autos a “Pillín” y Attardo y los llevaron al hospital Centenario a toda velocidad. Cuando llegaron a la guardia bajaron los cuerpos llenos de sangre. Empujaron la puerta del sector de la guardia y metieron a los heridos, que a esa altura ya estaban muertos.
El crimen de Bracamonte generó preocupación en el gobierno. Desde anoche las reuniones y los llamados son incesantes. Al frente está el propio gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, en contacto con la policía y los fiscales que investigan este caso. También se reforzaron los patrullajes. Dos helicópteros del Ejército sobrevuelan la ciudad desde anoche.
El temor es que la muerte de Bracamonte reactive las escenas de violencia que Rosario sufrió hasta el año pasado. El crimen aún es reciente para hacer evaluaciones, pero en el gobierno consideran que la situación es diferente, que hay una contención mayor de parte de la policía y los agentes federales. El fantasma es que vuelva a ocurrir lo que paralizó la ciudad en marzo pasado, cuando sicarios menores de edad mataron al azar a cuatro trabajadores, como dos taxistas, un colectivero y un empleado de una estación de servicio. En ese momento, sin ninguna disposición del Estado, los rosarinos tomaron la decisión de no salir a las calles, que quedaron desiertas.
Antes del homicidio de Bracamonte se habían encendido varias alertas. El 1° de octubre fue asesinado después de un partido contra Vélez, Samu, yerno del líder de Los Monos. Algunos interpretaron que esa muerte era un mensaje contra la barra de Rosario Central. Tres semanas después apareció una bandera en la tribuna canalla para rendir homenaje al fallecido. El “trapo” tenía un mensaje sugestivo. El texto de la bandera decía, en letras grandes, “no respetamos a nadie”. También tenía el dibujo de un mono con la leyenda “Siempre mono nunca sapo”. Bracamonte se enojó porque arrojaron bombas de estruendo.
El crimen de Gordo Samu, que no era un personaje relevante dentro de la banda de Los Monos, habría provocado un fuerte enojo de Guille Cantero, que está aislado, dentro de un régimen especial de detención, en el penal de Marcos Paz. La banda de Los Menores es la que está ocupando ciertos espacios dentro de la geografía narco de Rosario, después de que se apaciguara la violencia que supuraba de las actividades mafiosas y la venta de drogas.
Este sector estuvo sospechado en un principio de planear parte de los atentados de marzo pasado, cuando fueron asesinados dos taxistas, un colectivero y un empleado de una estación de servicio. Es una banda que opera en la zona noroeste y norte de Rosario y ganó peso durante los últimos meses.