El crimen del country: la causa del femicidio seguido de suicidio en Martindale, a un paso del cierre
La fiscal María José Basiglio, a cargo de la investigación del asesinato de Silvia Saravia, ocurrido el 10 de octubre pasado en Pilar, pidió la clausura del expediente por la extinción de la acción penal por la muerte de Jorge Justo Neuss, el único imputado posible
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El 10 de octubre pasado, Jorge Justo Neuss asesinaba de un balazo en la cabeza a su esposa, Silvia Saravia, en la suite de su casa en el country Martindale. Pocos segundos después, el femicida utilizó el mismo revólver, marca Smith & Wesson, para gatillarse un tiro en la sien. El exitoso hombre de negocios, hallado agonizante por sus hijos, murió antes de llegar a un hospital. En las últimas horas, tras una larga investigación que determinó que no hubo participación de otras personas en el crimen ocurrido el exclusivo club de campo de Pilar, la fiscal María José Basiglio solicitó la extinción de la acción penal por fallecimiento del homicida.
Así lo informaron a LA NACION fuentes judiciales al tanto de la investigación del femicidio seguido de suicidio. La presentación de la representante del Ministerio Público fue hecha ante el juez de Garantías de Pilar Nicolás Ceballos, que interviene en el expediente y ahora debe resolver sobre el planteo.
“Se determinó que no hubo participación de otras personas en los hechos investigados. Neuss mató a su esposa y después se dio un tiro en la cabeza. Se comprobó la hipótesis investigativa de homicidio seguido de suicidio. La mecánica de lo sucedido quedó establecida”, explicaron las fuentes consultadas.
El drama se desencadenó poco antes de las 13 del sábado 10 de octubre pasado en la suite matrimonial, situada en la planta alta de la casa familiar. A poco de comenzar la investigación, la fiscal Basiglio, una de las que está a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Especializada en Violencia de Género de Pilar, determinó que Saravia, de 69 años, no había dormido en lo que terminó siendo la escena del crimen.
La noche anterior y después de una discusión con su marido, la víctima -una gran lectora” interesada en la filantropía, la música y el arte, como la definió Gabriela Rangel, exdirectora artística del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba)-, se fue a dormir a la casa de su hija Lucila, que tiene casa en Martindale al igual que sus hermanos Juan, Patricio y Germán.
A las 22 del 9 de octubre, Saravia llamó a su hija para preguntarle si podía ir a dormir a su casa. “Tuve una discusión con tu padre”, le habría dicho.
A la mañana siguiente, a las 11, Neuss, como era habitual, desayunó en su habitación. Así lo recordaron Virgilia y Valeria, las dos empleadas domésticas, cuando declararon como testigos.
Pasado el mediodía Neuss usó su teléfono celular para mandar dos mensajes. Sería lo último que haría antes de asesinar a su esposa. Los destinatarios de los mensajes de texto fueron dos amigos que ese día cumplían años: uno de ellos, empresario; el otro, funcionario judicial.
A esa hora, según dijeron en su momento a LA NACION allegados a la víctima, madre e hija habrían decidido irse de Martindale para pasar unos días en el campo familiar. Pero, antes, Silvia Saravia debía armar un bolso con ropa y otras pertenencias. Cada una de ellas subió a su auto: Saravia se fue a su casa y Lucila pasó por otro lugar a buscar un adorno.
Eran entre las 12.40 y las 12.45 cuando Saravia entró en su casa; les comentó a las empleadas domésticas que había ido a buscar unas cosas y subió a la suite.
No llegó a armar el bolso. Cuando ingresó en el baño se reanudó la discusión de la noche anterior con su esposo. Al duro intercambio de palabras, le sucedieron los gritos y la agresión física. Según las conclusiones de la autopsia, la víctima tenía un hematoma en un brazo, provocado por la presión del pulgar del agresor, en su intento por sujetarla. Esa lesión, según los forenses, indicaba que Silvia Saravia se defendió de su esposo.
Mientras Neuss apuntaba con su revólver a la cabeza de su esposa, con su mano izquierda la tomaba de los pelos. Saravia se defendía con todas sus fuerzas y forcejeaba con su marido.
Tanta fue la fuerza que ejerció el empresario sobre la víctima que, con su mano izquierda, le arrancó un mechón de pelo.
En ese momento, cuando tenía el cañón del arma a menos de veinte centímetros de la cabeza de su esposa, Jorge Neuss disparó. El proyectil calibre .357 Magnum mató a Saravia en el acto. El peritaje balístico determinó que, en su trayectoria, el mismo proyectil rozó la mano izquierda del empresario -con la que sostenía a su mujer de la cabeza- y le provocó una herida en el dedo en el que llevaba la alianza matrimonial.
Luego de matar a su esposa, Neuss se disparó un balazo en la cabeza con el mismo revólver, una de las 15 armas que tenía registradas a su nombre.
En la investigación tampoco surgieron pruebas de que el suicidio haya sido inducido, otras de las hipótesis que se tuvo que analizar, explicaron fuentes del caso.
“El expediente será clausurado cuando todo esté debidamente acreditado”, había dicho a LA NACION una fuente judicial un mes después del femicidio seguido a suicidio. Ahora, con todo comprobado, la causa está cerca de su conclusión.
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