El crimen de la enfermera: el último mensaje a uno de sus hijos quedó en la mira de la Justicia
Su esposo, detenido por presunto femicidio, dice que ella se suicidó; la fiscalía argumentó que antes de denunciar su desaparición, el hombre no buscó en el galpón de su casa donde fue hallada muerta
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Elizabeth Di Legge, la enfermera cuyo cuerpo fue encontrado en el galpón de su casa de González Catán, en el partido de La Matanza, no escribió una carta de despedida. Antes de que se denunciara su desaparición y posteriormente a su dramático desenlace, Elizabeth Di Legge le había dejado una nota a su hijo. Su pareja, Silvio Espíndola, fue acusado por el presunto femicidio y se defiende al asegurar que la mujer se suicidó.
La detención de Espíndola, quien también es enfermero, fue solicitada ayer por la tarde por el fiscal Federico Medone y fue imputado por “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género”. El acusado se declaró inocente y asegura que su esposa se suicidó al inyectarse un cóctel de drogas.
No obstante, la jueza de Garantías N°6 de La Matanza, Carina Andrijasevich, consideró que el hombre la asesinó entre las 18 del viernes y las 6 del sábado pasado, ante las pruebas presentadas por la fiscalía.
En el galpón donde hallaron el cuerpo de Elizabeth, de 47 años, se secuestraron varias ampollas de distintos analgésicos, ansiolíticos y opioides, como el fentanilo.
La enfermera, que compartía su hogar con su pareja y tres hijos, fue encontrada sin vida sentada en un sillón de oficina, con una aguja clavada en su brazo derecho, de la cual salía una sonda que tenía una jeringa.
Debido a que Espíndola fue quien denunció la desaparición de la mujer, mientras su cadáver estaba dentro del galpón del fondo de la casa, la fiscalía decidió pedir su detención el mismo lunes.
Si bien su pareja asegura que la mujer se suicidó, Elizabeth, que trabajaba en el Hospital Médico Policial Churruca Visca, no dejó ninguna carta de despedida. El último mensaje que le dejó a su hijo fue en un papel en el que le decía: “Hacé la tarea”.
Una amiga de ella, que es asistente social, afirmó que la enfermera era víctima de violencia de género por parte de Espíndola. Incluso, había realizado un trabajo de tesis sobre la situación que sufría día a día.
Fuentes de la investigación señalan que el hombre, que el sábado había denunciado la desaparición de la mujer, no tenía denuncias penales por violencia de género por parte de la enfermera. En una entrevista televisiva había dicho que el jueves por la noche tuvieron una discusión en la cama y luego se durmieron y que el último contacto que había tenido con ella fue a las 10 del viernes pasado, cuando se comunicaron por de WhatsApp.
Fuentes de la investigación indican que ella quería dejar a su esposo y había iniciado trámites para mudarse con sus hijos.
En tanto, los resultados preliminares de la autopsia confirmaron que la enfermera no tenía lesiones a simple vista y que falleció a raíz de una “depresión respiratoria” que podría estar vinculada a las ampollas de distintos fármacos encontrados en el galpón junto al cadáver.
La cuestión a establecerse ahora mediante análisis toxicológicos es si esas sustancias le causaron la muerte y, en ese caso, si se las inyectó ella misma o su pareja, también enfermero.
El fiscal Medone cuenta con 15 días, más otros 15 de prórroga, para reunir los elementos que le permitan componer la prueba y resolver si pide o no la prisión preventiva de Espíndola por “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género”, delito que prevé la prisión perpetua.
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