El crimen de Fernando Báez Sosa: cinco prisiones perpetuas, un desmayo e insultos en el final del juicio que conmovió a todos
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Dolores, a cargo del debate, dio a conocer la sentencia del juicio por el homicidio ocurrido en Villa Gesell el 18 de enero de 2020
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DOLORES (Enviado especial).- Eran las 13.17 y el silencio era total. La presidenta del Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Dolores, María Claudia Castro, ya había abierto la audiencia, la última del juicio por el homicidio de Fernando Báez Sosa, crimen ocurrido hace tres años y 19 días en Villa Gesell. En el momento en que el secretario Federico Marasco iba a comenzar a leer el veredicto, el abogado Hugo Tomei, defensor de los ocho acusados, pidió la palabra y solicitó que sus asistidos escucharan la sentencia de pie. Fue un gesto. Quizá para demostrar entereza y la frente en alto. Pero todo terminó abruptamente. Máximo Thomsen, uno de los cinco condenados a prisión perpetua, se desmayó. “Esto es todo una mentira, saquen a todos los periodistas, la p... que los parió. Tres años torturándolo, no me importa más nada”, gritó Rosalía Zárate, la madre del joven desvanecido. Poco después, la sala era desalojada para el público.
Así terminaba el juicio donde Thomsen, de 23 años; Luciano Pertossi, de 21 años; Ciro Pertossi, de 22; Enzo Comelli, de 22, y Matías Benicelli, de 23, fueron condenados a prisión perpetua. En un fallo unánime, los jueces Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lazzari los encontraron coautores del delito de “homicidio doblemente agravado por el concurso premeditado por dos o más personas y por alevosía en concurso ideal de lesiones leves [por los golpes que recibieron los amigos de Báez Sosa]”.
Los otros tres acusados, Ayrton Viollaz, de 23; Lucas Pertossi, de 23; y Blas Cinalli, de 21, fueron condenados a la pena de 15 años de prisión. Para los jueces fueron “partícipes secundarios” de “homicidio doblemente agravado por el concurso premeditado por dos o más personas y por alevosía en concurso ideal de lesiones leves”.
A medida de que Marasco leía la parte resolutiva de la sentencia, los padres y las madres de los ocho condenados lloraban y se abrazaban. No esperaban un fallo duro. Tenían expectativas de otras condenas.
Tras conocerse el fallo, Tomei le dijo a LA NACION que tenía que estudiar la sentencia y adelantó que recurrirá la condena ante el Tribunal de Casación Penal bonaerense.
“Esto recién empieza. Una Justicia débil y contemplativa no es Justicia”, sostuvo a LA NACION Fernando Burlando, uno de los abogados que representa a Silvino Báez y Graciela Sosa, los padres de la víctima. En su alegato, el letrado había solicitado la pena de prisión perpetua para los ocho imputados.
En la sala de audiencias, hasta que se desmayó Thomsen, había cerca de 100 personas, entre los acusados, los jueces y sus secretarios, los fiscales Juan Manuel Dávila y Gustavo García, además de Silvino Báez, Graciela Sosa, Burlando y sus colegas Fabián Améndola, Facundo Améndola, y Germán Facio, Tomei y su compañera en la defensa y hermana de los condenados Luciano y Ciro Pertossi, Emilia Pertossi, periodistas, familiares de los sentenciados, agentes penitenciarios y el equipo Comunicación y Prensa de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, que estuvo a cargo de la transmisión en vivo de la lectura del veredicto.
La jornada había comenzado con un incidente entre familiares de los acusados y una periodista que quiso tomar una foto con su teléfono celular. Marcos Pertossi, padre de Lucas, advirtió: “No se puede sacar fotos”. “No lo sabía”, respondía la joven. “Sí sabías. Todos sabían”, agregó él. Ella pidió disculpas.
Los ocho acusados, custodiados por 11 agentes del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) ingresaron en la sala de audiencias a las 13.04. Lo primero que hicieron, mientras les sacaban las esposas, fue mirar hacia donde estaban sus familiares. De un lado y otro se cruzaron miradas.
Doce minutos después entraron los jueces. “Bueno, abrimos esta audiencia para leer el veredicto y la sentencia”, anunció la jueza Castro. Fue en ese momento que Tomei pidió la palabra. “De acuerdo a la consideración que la defensa de los imputados tiene sobre el tribunal y el respeto a la ley, pedimos autorización para recibir el veredicto de pie”, dijo el abogado de defensor. Y tras el visto bueno de la presidenta del tribunal, los ocho acusados, Tomei y Emilia Pertossi se pusieron de pie.
Fue todo rápido: cuando el secretario del tribunal estaba por leer las condenas de Viollaz, Cinalli y Lucas Pertossi, Thomsen comenzó a desvanecerse. Primero miró hacia el techo y después se balanceó y se cayó para atrás. Fue atajado por una agente del SPB, que lo sentó. Su madre, que lloraba desconsoladamente, pidió un médico e intentó acercarse, pero no la dejaron. Entonces soltó su bronca contra el periodismo y gritó que todo era una mentira. Su hijo Javier también lloraba.
En ese momento, el público y la prensa fueron retirados de la sala y la transmisión oficial del canal de Youtube de la Corte Suprema se interrumpió. Las imágenes siguieron en canales de noticias. Thomsen fue atendido por médicos del sistema de emergencias que estuvieron presentes desde el primer día del juicio y no estuvo cuando se reanudó la audiencia.
En el punto cuarto de la sentencia, el tribunal dispuso: “Atento el requerimiento efectuado por los representantes del Ministerio Público Fiscal, con relación al inicio de actuaciones por la presunta comisión del delito de falso testimonio respecto de Juan Pedro Guarino y Tomás Colazo, por Secretaría pónganse a disposición de los mismos la presente causa como así también el registro de grabación del juicio a los efectos que estimen corresponder”.
Guarino estuvo imputado en el inicio de la investigación, pero fue sobreseído. Colazo, que en el momento del crimen era menor de edad, nunca estuvo imputado, pero estuvo en la escena del homicidio con los ahora condenados. Ambos declararon en el debate y, para los fiscales, cometieron el delito de falso testimonio. “Por omisión mintieron”, sostuvieron los representantes del Ministerio Público en sus alegatos.
En el hall del Palacio de Justicia, mientras en la sala de audiencias se terminaba de leer la parte resolutiva de la sentencia, familiares y amigos de los padres de la víctima se abrazaban y lloraban.
“Creo que es un fallo esperado”, dijo a LA NACION, Oscar Rossi, el padre de Julieta, la novia de Báez Sosa. El hombre se fundió en un abrazo con Tomás D´Alessandro, amigo de la víctima y testigo del mortal ataque.
“Con este fallo se hizo Justicia, pero lo más importante que le traiga paz a los padres de Fernando”, sostuvo a LA NACION D’ Alessandro. Él, la madrugada del crimen, intentó ayudar a su amigo, pero fue atacado a golpes por los ahora condenados.
“Quedó palmariamente evidenciado luego de la sustanciación del juicio que, cuando la víctima, después de los -al menos dos- primeros golpes quedó en estado de semi inconsciencia, tendido en el suelo, a merced de sus atacantes, en absoluto estado de indefensión, la actuación de los sujetos activos [por los cinco coautores] estuvo, -ahora sí- guiada por la inequívoca intención de causarle la muerte”, se sostuvo en los fundamento de la sentencia, a la que tuvo acceso LA NACION.
Los padres de la víctima salieron de tribunales y fueron aplaudidos por las personas que se había acercado para hacer una especie de vigila y esperar el fallo.
La lectura del fallo se siguió en los bares de Doloes, que se colmaron de personas que gritaron “asesinos” y “perpetua” cuando escuchaban las condenas impuestas por el tribunal.
“Creo que a tres acusados les ha quedado un poco corta la condena. Estamos conformes, pero queremos perpetua para todos. A esto todavía le falta. Vamos por todo”, sostuvo Silvino Báez cuando se retiraba de los tribunales.
Graciela Sosa, la madre de Fernando, le dijo a LA NACION tras la audiencia: “Se hizo un poquito de paz en mi corazón”.
La antítesis de los aplausos a los padres de Báez Sosa, fue la salida del Palacio de Justicia de los familiares de lo condenados. Se tuvieron que retirar en autos y camionetas custodiados por la policía bonaerense.
Los ocho condenados por su participación en el homicidio de Báez Sosa dejaron el lunes la ciudad de Dolores. Fueron trasladados por el SPB a la Alcaidía de Melchor Romero, en la Plata, donde estuvieron alojados hasta que el comienzo del juicio. “Luego se definirá el destino de cada uno”, sostuvo a LA NACION una fuente oficial.
El juicio por el homicidio que conmovió al país terminó con los ocho acusados condenados.
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