El crimen de Báez Sosa. La zapatilla ensangrentada de Thomsen y las imágenes de la autopsia, las pruebas mostradas en el juicio
Las fotos con el detalle de los golpes que sufrió la víctima y del calzado que causó las lesiones mortales fueron clave en las declaraciones del forense que revisó el cuerpo y de la médica emergentóloga que certificó el deceso en la escena del ataque
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Los médicos que tomaron contacto directo con el cuerpo exánime de Fernando Báez Sosa, víctima de una paliza artera frente a un boliche de Villa Gesell, hace casi tres años, fueron enfáticos en afirmar que los golpes que la víctima recibió, especialmente en la cabeza, provocaron lesiones irreversibles, “incompatibles con la vida”.
Y, en ese sentido, pusieron especial atención en la zapatilla ensangrentada de Máximo Thomsen, uno de los ocho acusados, secuestrada el mismo día del crimen y de las detenciones de los sospechosos que son juzgados desde la semana pasada en los tribunales de Dolores.
Sin la presencia de Silvino Báez y Graciela Sosa, los padres de la víctima –que salieron de la sala de debate para no tener que revivir el horror que se abatió sobre su hijo la madrugada el 18 de enero de 2020–, el médico forense Diego Duarte dio detalles de la autopsia. Lo hizo apoyado en fotos que se exhibieron en una pantalla de TV, imágenes que turbaron el ánimo de la audiencia y que la mayoría de los imputados prefirió no mirar.
Una de las fotografías mostraba parte del cuerpo de Báez Sosa, desde la cara hasta la cintura; en otra imagen se hacía foco en las marcas de los golpes en el rostro.
Por pedido de Hugo Tomei, abogado de los acusados, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°1 de Dolores, integrado por los jueces María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lazzari, rechazó la exhibición de fotografías del cuerpo de la víctima tomadas por Duarte, con su propio teléfono celular, en el hospital al que fue llevado previo a la autopsia, por lo que solo se mostraron las correspondientes al estudio forense.
“Nunca vi algo semejante”, afirmó el testigo, que, con la voz quebrada, agregó: “El paciente sufrió daño en todo el sistema nervioso central, tanto cerebro, cerebelo, tronco cerebral; no hay una lesión única, son múltiples… La verdad que es muy fuerte, siendo padre…”. Precisó que Fernando presentaba “lesiones incompatibles con la vida” y que, en su opinión, “no hubiera tenido posibilidades de salvarse”.
Además, el médico forense afirmó que el cuadro con el que se encontró fue el de una “visible saña sobre el cuerpo, con múltiples lesiones”. “Fueron traumatismos multicausales, donde hay lesiones de varios órganos, entonces es una sumatoria de todo. Pero por más que tuviera lesiones aisladas, tanto en el hígado como en el pulmón, lo más importante es el sistema nervioso”, continuó.
En la proyección frente a los jueces se mostraron tres imágenes: una de la cara de Fernando y dos ampliaciones de los golpes. Una de las fotografías dejó ver una lesión compatible con una suela de zapatilla. Fue en ese momento cuando el médico forense explicó: “Las lesiones más importantes estaban en el cerebro. La víctima presentaba la mayoría de los golpes en la cara y en el cráneo”.
Al respecto de esto, precisó que estas son “zonas vitales” y remarcó que los golpes –a los que calificó de “multidireccionales”– “hicieron el impacto suficiente para dañar el cerebro contra la pared ósea”.
En otro tramo de su testimonio, el forense habló sobre la huella de la zapatilla en la cara de la víctima y dijo: “Es por un traumatismo de alta energía contra un cuerpo que ofrece resistencia. Está en el piso y al aplicar compresión queda marcada”. Y agrego que “la misma marca continúa en el cuello”. Sostuvo que ese estigma era “compatible” con el impacto de una zapatilla.
“En cara y cráneo presentaba la mayoría de los golpes. Son áreas centrales, porque allí se alojan la mayoría de las funciones del organismo”, explicó el médico forense. Y precisó que la víctima presentaba una “lesión cerebral aguda”, que produjo la “muerte instantánea del paciente”.
Opinión coincidente
Antes que Duarte había declarado la médica emergentóloga Carolina Giribaldi Larrosa, que llegó al lugar del hecho en la ambulancia del hospital de Villa Gesell y certificó el deceso de Fernando a las 5.07 del 18 de enero de 2020. La doctora afirmó que Fernando Báez Sosa “no tenía posibilidad de sobrevida” debido a las lesiones, y también puso énfasis en los “hematomas” en áreas vitales como “cara y cuello”.
Al salir del Palacio de Tribunales, Giribaldi Larrosa habló con la prensa y recordó que la víctima tenía “una marca rara en la zona de la mandíbula”. La describió como un hematoma “atípico”, con “forma de zigzag”. Se refería, justamente, a la patada que dejó tatuada en Fernando Báez Sosa la marca de la zapatilla del agresor.
Además, afirmó que “lamentablemente” Báez Sosa “falleció de un derrame cerebral masivo producto de traumatismos y no por un RCP mal hecho”. Fue una respuesta contundente a la hipótesis que se desprende de las preguntas que el defensor de los acusados hace en las audiencias.
En un cuarto intermedio, y tras las presentaciones de los dos médicos, Fernando Burlando, abogado de la familia de la víctima, afirmó que Fernando Báez Sosa “fue asesinado en el lugar y no le dieron oportunidad”. Y concluyó: “Yo especulo que le han pegado incluso estando muerto. No tenía ninguna oportunidad de seguir con vida. Cada golpe fue un tiro”.
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