El crimen de Andrés Blaquier: la familia pedirá la pena máxima para los dos adolescentes declarados culpables del asesinato
La pena será impuesta en un juicio de cesura; aunque un fallo de la CIDH condenó a la Argentina por aplicar la prisión perpetua a menores, la querella solicitará esa condena; lo habitual es que los tribunales apliquen el monto de la tentativa, que en este caso sería de entre 10 y 15 años de cárcel
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Veinte días antes de que se cumpla un año del conmocionante crimen, los dos adolescentes acusados de asesinar de un tiro en el pecho al empresario Andrés Blaquier fueron declarados culpables. Para la Justicia, “lo único que les interesaba era apoderarse” de la moto de alta gama en la que la víctima viajaba con su esposa, a plena luz del día, por el kilómetro 50 de la autopista Panamericana, en Pilar.
Los jueces del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil de San Isidro Alejandro Flori, Silvia Chomiez y Patricia Klentak declararon a los dos delincuentes responsables de los delitos de robo agravado por el uso de arma de fuego y por resultar lesiones graves, en concurso real con homicidio criminis causae (matar para lograr la impunidad), y por haberse cometido con arma de fuego.
“Fue un año difícil, de espera, pero siempre confiados en que la Justicia haga su trabajo”, sostuvo la viuda de Blaquier, Magdalena De Elordy, al conocer la decisión del tribunal, tras lo cual pidió que los dos jóvenes cumplan “la mayor condena posible, perpetua”.
El monto de la pena que, eventualmente, deberán cumplir, será definido una vez que esta primera sentencia quede firme, en lo que se conoce como juicio de cesura. Aunque la viuda de Blaquier y su abogado, Ramiro Salaber, adelantaron que esperan que los dos adolescentes reciban la pena máxima, calificados operadores judiciales del fuero penal de Menores dijeron a LA NACION que lo más probable es que les den entre 10 y 15 años de prisión, la pena correspondiente para el delito por el que fueron condenados, pero en grado de tentativa. Esto, porque, tras un fallo contra la Argentina dictado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los tribunales nacionales suelen abstenerse de aplicar prisiones perpetuas a menores.
Tras la lectura del veredicto, en la puerta de la sede del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil Nº 1 del Departamento Judicial de San Isidro, en Pilar, hubo momentos de emoción. De Elordy se abrazó con familiares y amigos, que, como en audiencias anteriores del juicio, fueron hoy a pedir justicia.
“Estamos en paz, por el momento. Mucho agradecimiento a todos nuestros amigos, a los no amigos, a los que están presentes, a los que nos pensaron. Han sido dos semanas muy importantes y siempre estuvieron acá. Son los que nos han sostenido”, dijo la mujer. Sobre su esposo, agregó: “Lo recuerdo con mucho amor, lo extraño, lo extrañamos mucho; en casa ocupaba un lugar enorme, se extraña cada día que pasa”.
"Nos falta todos los días en casa, y ahora todos tenemos miedo de salir, de que nos pase algo. Es una obsesión. Nos cambió todo. Lo extrañamos mucho y los chicos se quedaron sin un papá maravilloso. Andrés era ingeniero agrónomo, un laburador impresionante, estaba muy activo, tenía mucha presencia. Era fuerte, un grande, le gustaba la vida, la vida al aire libre, era un buen compañero, siempre me acompañó y ahora no está"
Magdalena De Elordy
En su fallo, al que tuvo acceso LA NACION, los magistrados dispusieron que los delincuentes continúen alojados en un régimen cerrado con “modalidad de máxima seguridad”.
Dado que el miércoles de la semana próximo uno de los dos homicidas cumple la mayoría de edad, los jueces ordenaron que ese día sea trasladado a una cárcel del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) destinada a “jóvenes adultos”.
Los vaivenes de la pena
“Estamos satisfechos, conformes. No había otra posibilidad: las pruebas estaban para que los dos sospechosos sean declarados culpables. Ahora vamos a luchar para que sean condenados a la pena de prisión perpetua”, afirmó a LA NACION el abogado Ramiro Salaber, que representa a la familia de la víctima.
Insistirá con que se les aplique la pena máxima, a pesar del fallo de la CIDH, ya que considera que la ley argentina no impide la prisión perpetua para menores.
“Hace décadas que la Argentina puso un especial énfasis en la protección de los derechos humanos, y está muy bien. Pero no nos olvidemos que el primer derecho que tiene todo ser humano es a la vida: si alguien se lo elimina intencionalmente merece una sanción ejemplar. Llegó la hora de proteger seriamente los derechos humanos de las víctimas. La sociedad toda pide un cambio en ese sentido”, dijo Salaber a LA NACION.
Calificados operadores judiciales consultados por este diario coincidieron en que tras el fallo “Mendoza”, en el que la CIDH condenó a la Argentina por haber impuesto la pena de prisión perpetua a un menor de edad, los tribunales de menores se abstienen de dictar sentencias en ese sentido.
“Ningún juez o tribunal aplicaría una pena de prisión perpetua para un menor, porque el fallo sería fácilmente revertido en una instancia superior”, explicó a LA NACION una de esas fuentes. El año pasado, la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) anuló una sentencia del Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Corrientes que había rechazado revisar una condena a prisión perpetua de un menor de edad impuesta con anterioridad al “fallo Mendoza”.
El vocero agregó que lo habitual es imponer una pena de entre un tercio y la mitad de la pena del delito por el que fueron condenados, pero en grado de tentativa. Eso sitúa la escala entre 10 y 15 años de prisión.
“Hay jueces que tienen en cuenta si en la condena impuesta hay un concurso real de delitos y si el menor cometió otros delitos”, afirmó otra calificada fuente consultada.
Citó como ejemplo una condena de 25 años de cárcel para un delincuente que, siendo menor de edad, mató a un joven de un balazo en la cabeza durante un robo. “Una de las juezas que dictó ese fallo, Chomiez, participó del juicio por el crimen de Blaquier”, recordó esa fuente.
Beneplácito de la fiscal
El veredicto de los jueces coincide con el pedido que había hecho en su alegato la fiscal Paula Romeo. La representante del Ministerio Público había sostenido que los dos imputados tuvieron un “codominio funcional” de lo ocurrido y pidió que cuando cumplan la mayoría de edad sean alojados en una cárcel.
“Estoy conforme con el veredicto, no solo porque el resultado es lo que solicité en los alegatos, sino porque el razonamiento para llegar a ese resultado está bien fundado. Es inapelable. Ojalá que este fallo sirva para visibilizar estas situaciones donde hay menores que delinquen y andan con armas de fuego. Estos son menores que dejaron de estudiar; uno de ellos no tiene documentos. Es la prueba de que todos los poderes del Estado aún no logramos estar articulados para que los niños no pasen a ser, en poco tiempo, menores delincuentes. Es falso que entran por una puerta y salen por la otra”, afirmó la fiscal a LA NACION, después de conocer la sentencia.
La dinámica del hecho
El homicidio ocurrió a las 18.54 del 29 de octubre del año pasado, cuando Blaquier y su esposa circulaban en sentido norte en una moto BMW 1200. Volvían a su casa, en el country Martindale, después de haber presenciado la final del Abierto de Polo de Hurlingham. Los acompañaba una pareja amiga que iba en una BMW GS800.
Según las filmaciones que fueron exhibidas en el juicio, la moto en la que circulaban los motochorros, que había sido robada días antes en Tigre, se puso a la par de la de la víctima y, segundos después, Blaquier y su esposa cayeron al asfalto. No fue por una mala maniobra: uno de los asaltantes le disparó al empresario sin miramientos, a corta distancia. A matar.
“Los delincuentes encerraron a Blaquier y le dispararon en el pecho con una pistola calibre nueve milímetros con la intención y voluntad de causarle la muerte para facilitar y consumar el desapoderamiento de su vehículo. Como consecuencia del disparo, la víctima y su esposa cayeron de la moto. El delincuente que disparó, después de levantar la moto BMW 1200 del empresario ayudado por su cómplice, se dio a la fuga”, según el requerimiento de elevación a juicio.
“De la mecánica del evento y la organización evidenciada por los agresores, tanto en la previa, durante y posterior al atraco, queda en evidencia que lo único que les interesaba era apoderarse de la moto de mayor cilindrada. Para ello, exteriorizaron un primer disparo que puede entenderse que fue para matar o para intimidar a la víctima, con el fin, en ambos casos, de que detenga la moto. Entonces, el segundo disparo solo se puede explicar que fue hecho para rectificar el yerro inicial (de matar) o para cumplir la amenaza luego de la intimidación al piso. En cualquiera de los dos casos, resulta obvio que el fin buscado era facilitar la consumación del robo. No fue aleatorio, descuidado o acontecido en el marco de una lucha. Tanto así que, una vez que consiguió asestarle el tiro en el pecho, las víctimas cayeron y [el asaltante-conductor] paró la moto. Ambos delincuentes entonces fueron sobre la BMW 1200 [de Blaquier]. Entre los dos estuvieron un rato intentando ponerla de pie y arrancarla, dado que es de gran porte y pesada. Se vio en el video y lo han contado los testigos. En ningún momento se preocuparon por la suerte que corrió la persona a la que le dispararon en el pecho y cayó, como así tampoco a la de su acompañante y se dieron a la fuga con el botín en su poder. De tal modo, reafirmaron y quedó en evidencia su plan sustractor, como así la utilización de la muerte del conductor de la BMW 1200 como mecanismo facilitador del objetivo que se habían propuesto”, sostuvo el juez Flori en su voto.
“Lo extrañamos mucho”
En la primera audiencia del juicio, el 18 de septiembre pasado, declaró la esposa de la víctima y, en un emotivo relato, habló de su marido y de cómo el homicidio cambió la vida de su familia. “[por Blaquier] Falta todos los días en casa, nos truncaron, se nos acabó, y ahora todos tenemos miedo de salir, de que nos pase algo. Es una obsesión. Nos cambió todo. Lo extrañamos mucho y [sus hijos] los chicos se quedaron sin un papá maravilloso. Andrés era ingeniero agrónomo, un laburador impresionante, estaba muy activo, tenía mucha presencia. Él ocupaba mucho lugar, hacía chistes, trabajaba en el campo, y cuando volvía ponía su chispa, su inteligencia, su serenidad. Era fuerte, un grande, le gustaba la vida, la vida al aire libre, era un buen compañero, siempre me acompañó y ahora no está, preferiría que recuerden este caso como ‘el caso Andrés’”.
Todo eso revivió este mediodía, cuando escuchó la sentencia que les lleva a ella, a sus hijos y al resto de su familia, algo de paz.
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