El clan Ale: la trama de impunidad del grupo que en dos años lavó $40.000.000
"La Chancha y el Mono Ale gozaban de total impunidad en Tucumán para llevar adelante sus ilícitos. Directamente entraban el dinero a los tumbos y de frente". Así graficó la operatoria de lavado de los hermanos Ale, Rubén "la Chancha" y Ángel "el Mono", uno de los investigadores de la Unidad de Información Financiera (UIF) asignados al caso.
Ambos fueron condenados a mediados de diciembre pasado a 10 años de prisión por liderar una asociación ilícita dedicada al lavado de activos provenientes de la trata de personas con fines de explotación sexual y del narcotráfico. La simple mención del grupo causaba temor en Tucumán.
El mecanismo de lavado de ese clan, según pudo reconstruir LA NACION, era simple, pero efectivo. Apenas tres sociedades tenían los hermanos Ale bajo su mando. Ni siquiera se vieron en la necesidad, según surge del expediente, de conformar sociedades fantasma. "Todo era a lo bruto y delante de todo el mundo", señaló la fuente de la UIF.
Solo durante dos años, entre 2011 y 2013, la UIF -cuyo titular es Mariano Federecci-, en conjunto con la Agencia Federal de Ingresos Públicos, detectó un lavado de activos por $40.000.000, la compra de 130 vehículos, 70 armas, una veintena de propiedades y un campo de 900 hectáreas. Además, el clan era dueño de un flota de camiones y tenía $1.500.000 en efectivo.
Para lavar el dinero no utilizaban intermediarios, sino que directamente lo volcaban a sus empresas. Con Transportes Lionel SRL compraban camiones para su flota, siempre nuevos, con pagos al contado. Esa empresa se encargaba de realizar todo tipo de cargas.
Similar era el funcionamiento de Cinco Estrellas, la agencia de remises del clan. Los hermanos Ale colocaban el dinero espurio cosechado por sus ilícitos en la empresa al adquirir vehículos. Entre los investigadores no podían evitar hacer la comparación con la empresa de taxis del narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria, mediante la cual empezó a lavar fondos que obtenía por el tráfico de cocaína.
El negocio del juego
Otra de las joyas del clan tucumano se vincula a la industria del juego y es uno de los puntos en los que los investigadores observan las conexiones políticas de los Ale. Se trata de Point Limits SRL, la sociedad mediante la cual explotaban un casino con máquinas tragamonedas.
El control del juego es una potestad de las provincias. El encargado de llevar esa tarea bajo la gestión del entonces gobernador José Alperovich era Armando Cortalezzi, actual presidente del Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán, quien estaba a cargo de la Caja Popular de Ahorros, el organismo de control del juego. Él aparece como el titular de una de las 20 propiedades encontradas en la investigación de la UIF. Ante esta situación, y por el cargo partidario que tiene Cortalezzi, es que el titular de la UIF le envió una carta al gobernador Juan Manzur. Federecci aún no recibió respuesta.
Esa propiedad, según uno de los testigos del juicio, fue conseguida mediante la coacción efectuada por el clan Ale, que extorsionó a su antiguo dueño para que se la cediese a Cortalezzi. Se trata de un departamento situado en la calle Salta al 100, en la capital tucumana. El inmueble habría sido un pago realizado por la Chancha Ale, aunque todavía no quedó claro en la Justicia en concepto de qué fue concretada esa entrega. La víctima, que dio testimonio en el juicio, era el abogado Armando Cáceres.
Pero esa no fue la única propiedad en la que estuvieron vinculados Cortalezzi y los hermanos Ale. El funcionario le vendió una casa a la Chancha, situada en Adolfo de la Vega 721, de grandes proporciones. El mencionado departamento figura precisamente como parte de pago de la casa, aunque para los investigadores se trató del pago por algún tipo de favor político.
"Suena burdo, pero ellos introducían de frente y a lo bruto todo el dinero ilegal que tenían, porque contaban con el beneplácito del poder político", agregó una de las fuentes encargadas de la investigación.
Un dato no menor es que la Chancha Ale se encontraba anotado como monotributista, en la categoría G, que no es la más alta, cuando por el volumen de dinero que manejaban sus negocios tendría que haberse registrado como responsable inscripto. "Por sus ingresos declarados no había forma posible de que tuvieran tanto patrimonio", afirmó una fuente de la AFIP. Un contribuyente que hoy en día pertenece a esa categoría declara una facturación anual en bruto de $645.151,61; en 2013, último año en el que se basó la investigación, esa categoría comprendía $240.000 anuales en bruto.
Asados
Los vínculos del clan llegaban también a la Justicia. Una de las principales impulsoras de la investigación penal contra los Ale, la madre de la desaparecida Marita Verón, Susana Trimarco, afirmó en pleno juicio que había visto al juez Carlos Jiménez Montilla en un asado con los condenados.
El fútbol también fue salpicado por esta investigación. Es que los hermanos Ale comandan el club San Martín, que tuvo un breve paso por la primera división en 2009. Según se desprende del expediente, también habría sido uno de los puntos en donde habrían inyectado dinero sucio. Asimismo, y según consta en una serie de declaraciones, los Ale también habrían entrado en la operatoria de los adelantos del dinero por los derechos de la televisación de los partidos, con el posterior cambio de cheques en financieras ligadas a la AFA.
Contactos y transferencias
Inmuebles
La Unidad de Información Financiera (UIF) detectó una irregular transferencia de propiedades entre Armando Cortalezzi, presidente del Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán, y Rubén "la Chancha" Ale, uno de los jefes del clan que fue condenado el mes pasado por lavar dinero del narcotráfico y la trata de personas. Ese dato causó preocupación en las autoridades, ya que Cortalezzi estuvo a cargo de la Caja Popular de Ahorros, la entidad que controla el juego en Tucumán. Para la Justicia, el clan Ale utilizó un casino para lavar dinero ilegal.
Reuniones
Durante la gestión del gobernador tucumano José Alperovich, la Chancha Ale se reunió en varias oportunidades con el mandatario provincial en su condición de presidente del club de fútbol San Martín. Durante las campañas electorales, el aparato peronista utilizaba la red de remises de los hermanos Ale.
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