“La molécula de Dios”. En una casaquinta de Maschwitz, un falso chamán enseñaba a usar un poderoso alucinógeno extraído del sapo bufo

El célebre noqueador de peso pesado Mike Tyson jura que haberse cruzado con el sapo bufo le permitió reencontrarse con su yo para salir del abismo de las drogas que devastaban su vida. El actor español y productor de películas sexuales para adultos Ignacio Jordà González, conocido en el mundo del cine porno como Nacho Vidal, el rito lo llevó a un problema legal mayúsculo: quedó imputado en su país por homicidio involuntario, acusado de haber causado la muerte del fotógrafo de moda José Luis Abad al hacerle inhalar el humo de la combustión de las escamas del anfibio que vive en el desierto del noroeste mexicano y que desde hace centurias es la fuente de un ritual indígena que tenía por objetivo preparar la mente y el cuerpo para una profunda “búsqueda espiritual”.

Sin Tyson ni Vidal como inscriptos, obviamente, el ritual del sapo bufo llegó a una casaquinta de Ingeniero Maschwitz, donde un hombre que se arrogaba la calidad de “chamán” daba un taller en el que enseñaba a extraer y utilizar la secreción de las glándulas parótidas del cuello, codo e ingle del batracio de Sinaloa y Sonora, que en términos científicos no es otra cosa que un poderoso alucinógeno que lleva la denominación de DMT, síntesis de la dimetiltriptamina. Se lo conoce como “bufantoína”, se fuma cristalizada en pipa, y quienes están en contacto con el mundo de la experimentación con este tipo de sustancias la llaman, por su efecto “definitivo” de “despertar de la conciencia”, como “la molécula de Dios”.

El supuesto chamán, de 48 años, fue detenido por la Policía Federal, y quedó a disposición de la Justicia federal argentina.

Según informaron fuentes del Ministerio de Seguridad de la Nación, la investigación comenzó a fines de 2019 -año, precisamente, en el que el ritual alucinógeno con el veneno del sapo bufo se hizo conocido masivamente por el caso del actor porno español- cuando el juez federal de San Isidro Lino Mirabelli “recibió una denuncia anónima informando que un hombre de la localidad San Fernando realizaba talleres donde se facilitaba el consumo del alucinógeno”, un rito que se hizo frecuente entre los círculos new age no solo por la búsqueda de la espiritualidad profunda y, también, el tratamiento de afecciones psicológicas como ansiedad, depresión, estrés postraumático o tratamiento de adicciones, como fue el caso del brillante boxeador norteamericano.

La investigación de campo, delegada en la Policía Federal, llevó a establecer que el sospechoso “también realizaba este tipo de cursos en México, Chile y Uruguay, y que este fin de semana realizaría una actividad en una casaquinta ubicada en la zona de Ingeniero Maschwitz”, en el partido bonaerense de Escobar.

Una vez que las pruebas recabadas estuvieron sobre su escritorio, el juez Mirabelli ordenó dos allanamientos simultáneos, tanto en la propiedad de la calle Los Fresnos al 800, de Ingeniero Maschwitz -donde se efectuaría el “taller chamánico”- como en Tres de Febrero al 3200, San Fernando, donde el alquimista fue detenido.

Allí, en el norte del conurbano, se incautaron 5,4 gramos de DMT, tres envoltorios que contenían 71 gramos de dimetiltriptamina, dos frascos de 50 ml que contenían LSD en estado líquido y un troquel de 25 dosis de ácido lisérgico; una pastilla de éxtasis, cinco pipas de vidrio y una pipa rústica de confección artesanal para el consumo de sustancias estupefacientes, además de una balanza de precisión. Se secuestraron, también, un teléfono celular y un Ford Ka que serían propiedad del sospechoso.

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