El botín millonario de los ladrones especialistas en robar escribanías
El modus operandi se repitió en los 13 robos. Y a fuerza de reiteración, el dúo había logrado "construir un conocimiento definido y minucioso del movimiento propio de las escribanías, en general, y de cada una de las marcadas como objetivo, en particular". A ese saber le agregaron, en la ejecución de sus planes criminales, una elevada dosis de violencia destinada a doblegar sin más a sus víctimas. Según la Justicia, estos sujetos se habían convertido en especialistas en este tipo de delito. Tanto, que entre enero de 2018 y octubre de este año, en al menos 13 golpes, estos expertos ladrones se alzaron con un botín calculado en más de 4.500.000 de pesos, entre billetes de la moneda nacional y dólares, notebooks, teléfonos celulares, valiosos relojes y joyas.
Así se desprende de un expediente judicial instruido por el juez en lo criminal y correccional porteño Darío Bonanno en el que se acaba de dictar el procesamiento y prisión preventiva de los dos presuntos especialistas en robar escribanías de la ciudad de Buenos Aires. Hay un hecho más que se les atribuye a los mismos delincuentes, un caso investigado por el juez Edmundo Rabbione. A Marcelo Núñez, de 43 años, y de Martín Gilardenghi, de 41, se les imputó el delito de robo con armas cuya aptitud para el disparo no puede tenerse como acreditada. Además de la medida de coerción se les trabó a cada uno un embargo sobre sus bienes hasta cubrir la suma de 500.000 pesos.
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"La violencia que desplegaron [los delincuentes], acompañada de intimidación física y verbal, también fue un denominador común en todos los hechos y siempre estuvo determinada a bloquear cualquier resistencia que pudieran oponer las víctimas", afirmó el juez Bonanno en su resolución.
Para dar con los sospechosos fueron clave las imágenes de las cámaras de seguridad aportadas por los responsables de una de las escribanías asaltadas. Se trata de una oficina situada en Bernardo de Irigoyen y Avenida de Mayo, en el barrio de Monserrat, que tuvo la particularidad de haber sido asaltada dos veces. Después del primer golpe sufrido los escribanos decidieron instalar un sistema de videovigilancia con grabación que terminó siendo una prueba fundamental en la causa.
En el primer robo, ocurrido el 24 de enero de 2018, Núñez sustrajo 20.344 dólares, 267.086 pesos, un iPhone y un reloj Tommy Hilfiger, según detalló el juez Bonanno.
El segundo asalto en la misma escribanía fue en diciembre del año pasado. Esa vez Gilardenghi y Núñez robaron $79.500, 5400 dólares, un iPhone 8 y otro reloj Tommy Hilfiger. Los especialistas en robar escribanías se movían en oficinas de los barrios de Monserrat, Recoleta, San Nicolás y Retiro.
Cómo actuaban
"En todos los robos los imputados aprovechaban el ingreso o egreso de personas, ya sea empleados o clientes de las escribanías, para lograr acceder a las oficinas. Inmediatamente exhibían armas de fuego y reducían a empleados, escribanos y clientes", repasó el juez.
De la investigación participaron la fiscal en lo criminal y correccional Marcela Sánchez y personal de la Policía de la Ciudad. Contaron con la colaboración de la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (Ufecri), conducida por el fiscal José María Campagnoli, que entre otras acciones colabora con las fiscalías para intentar identificar a delincuentes en casos NN.
Personal de la Secretaría de Investigaciones Penales (SIPE), que depende de la Ufecri, analizó todos los legajos de robos a mano armada ocurridos en la ciudad de Buenos Aires y denunciados en el último tiempo. Así fue que lograron individualizar a Núñez como uno de los autores de los asaltos.
En sus declaraciones indagatorias los dos acusados negaron ser los autores de los robos en las escribanías. "No tengo nada que ver", afirmó Núñez con respecto a los robos que le fueron adjudicados.
Además, afirmó, que el 30 de octubre pasado, cuando fue detenido por efectivos de la Policía de la Ciudad en Reconquista 1088, Retiro, un uniformado le puso un arma en el morral durante el operativo. La policía los había seguido a él y a su compañero cuando, aparentemente, intentaban abrir la puerta de un edificio con una ganzúa.
Su presunto cómplice afirmó: "En ningún momento robé nada, ni porté un arma ni forcé nada. Yo en ningún momento usé una ganzúa. Por eso pido que se revise de nuevo la cámara del lugar del hecho en el momento de mi detención".
Pruebas concretas
Para el juez Bonanno, en cambio, hay elementos suficientes que vinculan a los dos sospechosos con los robos perpetrados en las escribanías. "En primer lugar, debe decirse que el modus operandi de los 13 hechos imputados es idéntico, así como la elección de las oficinas a las cuales se despojó de sus bienes", afirmó el magistrado.
Según sostuvo Bonanno en su resolución, "los ladrones obligaban a las víctimas a recostarse en el suelo de un mismo ambiente –alguna oficina o la recepción–. En varios de los casos incluso amarraron los pies de los damnificados con precintos plásticos para impedir su huida".
El magistrado resaltó que cuando fueron detenidos, dentro de los bolsos tipo morral de los sospechosos se encontraron precintos similares a los que habían sido utilizados para atar los pies de las víctimas.
"La vestimenta que llevaban en todos los hechos también fue destacada por los damnificados, y se ve retratada en los distintos videos que pudieron obtenerse de los hechos. Incluso llevaban al momento de su detención y, en sus bolsos, sombreros similares a los que se ve en las imágenes agregadas al sumario", concluyó Bonanno.
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