El asesinato de un policía. Detuvieron a un integrante de la Mafia de la Salada por el crimen del sargento Fernando Álvez
Se trata de Kevin Amarilla, que fue arrestado en su domicilio, en Banfield; es intensamente buscado otro sospechoso, identificado como Matías Basualdo, cuya esposa figura como propietaria del VW Vento desde el cual le dispararon al suboficial
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La policía detuvo uno de los dos sospechosos que eran buscados por su presunta participación en el homicidio del sargento de la policía bonaerense Fernando Javier Álvez, ocurrido el lunes a las 15 en Esteban Echeverría.
Fuentes policiales identificaron al sospechoso como Kevin Amarilla, que fue detenido en un domicilio situado en Ramallo al 300, Banfield.
Además, los policías buscan a otro sospechoso, identificado como Matías Basualdo, alias Boli.
Ambos formarían parte de una banda que se dedica a extorsionar y amenazar a comerciantes en la feria La Salada, de Ingeniero Budge.
Según los indicios incorporados al expediente, ambos estaban en el Volkswagen Vento gris desde el cual le dispararon al sargento Álvez en la esquina de Olimpo y Camino de Cintura, en el límite entre Esteban Echeverría y Lomas de Zamora.
Ese vehículo está a nombre de María, esposa del Boli Basualdo, que hasta el momento no fue detenido y es intensamente buscado por la policía.
El homicidio del sargento Álvez puso al descubierto la guerra entre bandas que se pelean por el control de las actividades ilegales periféricas a la feria La Salada, donde las presas de sus extorsiones son los puesteros y los comerciantes que llegan al predio en los denominados tours de compra.
Cerca de ese enclave, la noche del crimen del policía, apareció incendiado el VW Vento patente IEY 788 desde el cual le dispararon a Álvez cuando intentó identificar a los ocupantes del coche.
El vehículo fue registrado por una serie de cámaras de seguridad, desde el momento en que el conductor intentó eludir un control y fue perseguido por el móvil policial conducido por Álvez. Al llegar a la esquina de Olimpo y Camino de Cintura, el conductor del Volkswagen Vento realizó un brusco giro a la izquierda y, debido al tráfico, no pudo avanzar más rápido.
En ese momento, Álvez detuvo la marcha del móvil, descendió del vehículo y junto a su compañera se acercó al conductor del Volkswagen Vento y le pidió que se identificara. Pero, el sospechoso esperó que el policía se acercara y le disparó dos balazos. El sargento, malherido, habría alcanzado a abrir fuego y, a raíz del tiroteo, estalló la luneta del vehículo de los homicidas.
Una banda ultraviolenta
Matías Barrientos es el jefe de una banda que cobra 5000 pesos diarios a cada uno de los clientes que estacionaban sus automóviles en las adyacencias del predio en el que funciona la feria La Salada. Para los dueños de los colectivos o combis que trasladan comerciantes en los denominados tours de compras, el precio que se cobra para estacionar se multiplica por tres.
La metodología mafiosa aplicada por Barrientos para amedrentar a los integrantes de la banda rival quedó expuesta en un video grabado por dos soldaditos del acusado.
“Gato, arrodillate. ¿Te gusta faltarle el respeto a los chorros?”, le gritó uno de los subordinados del Boli Barrientos a un miembro de la organización con la que está enfrentado por el dominio del territorio alrededor de La Salada, mientras le apuntaba con una pistola a la cabeza.
Arrodillado, el delincuente que era víctima del simulacro de fusilamiento, clamaba por piedad y pedía que no lo mataran.
“¿Por qué tengo que perdonarte la vida, si metiste la mano en la lata? Pedí perdón, gato. Si no te queremos perdonar la vida, qué vas a hacer. No te vamos a perdonar”, exclamaba el cómplice de Matías Barrientos, mientras un compañero, después de apoyar el cañón del arma en la sien, lo obligó a abrir la boca.
“Con los chorros no se jode”, concluyó el mensaje del integrante de la banda comandada por el Boli. La grabación con la advertencia fue enviada al jefe de la banda rival.
Según fuentes de la investigación, actualmente existen dos organizaciones enfrentadas por el dominio de las seis manzanas comprendidas entre Claudio de Alas y Andrés Bello, a un costado de la feria La Salada. Los días en los que funciona la feria, las calles de dicho sector se convierten en estacionamientos, mientras que las veredas son ocupadas por comerciantes que instalan sus puestos de venta.
Bandas como la que comanda Barrientos ocuparon el lugar que quedó vacante luego que la Justicia y la gestión anterior del Ministerio de Seguridad provincial desbarataron a las organizaciones conocidas como “Los de River”, “Los Cucos” y “Los Chaqueños” que se dedicaban a extorsionar a los comerciantes que instalaban sus puestos de un metro cuadrado en las adyacencias de la feria.
Durante la investigación encarada por el fiscal Sebastián Scalera, del Ministerio Público de Lomas de Zamora, se determinó que las organizaciones delictivas recurrían a los servicios de policías para los protegieran mientras los comerciantes juntaban el dinero. Tan importantes eran los montos que recaudaban que, en el ámbito de la feria La Salada, los acusados cobraban coimas a una parte de los 12.000 puesteros se instalaban en el predio y en el espacio público.
Luego de diversos procesos que terminaron con condenas de entre 5 y 10 de prisión para los miembros de las diferentes bandas, el lugar fue ocupado por nuevas organizaciones que comenzaron a pelear por el dominio del territorio que, durante casi dos décadas, controlaron “Los de River”, “Los Cucos” y “Los Chaqueños”, con la complicidad de policías bonaerenses y barrabravas de Los Andes, River y Boca.
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