El asesinato de Fernando Báez Sosa: cómo se sustentó la acusación de homicidio agravado contra los ocho acusados
Resultaron clave la imediatez con la que realizaron las ruedas de reconocimiento y el secuestro de los celulares de los imputados que permitió recuperar los mensajes que, para los fiscales, probaron la existencia de un plan criminal
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En menos de tres meses de investigación los responsables del Ministerio Público de Villa Gesell lograron reunir todas las pruebas que sustentaron los pedidos de condenas contra los ocho acusados de asesinar a Fernando Báez Sosa.
A pesar de las restricciones dictadas a fines de marzo de 2020 para evitar los contagios del virus Covid-19, la fiscal Verónica Zamboni continuó con la producción de pruebas y las ampliaciones de los peritajes de las imágenes grabadas por diez cámaras distintas, los cotejos de ADN de las 28 muestras de sangre halladas en las prendas de los acusados y los análisis de los contenidos de los celulares secuestrados en poder de los imputados.
Los testigos y las pruebas presentadas en el debate tuvieron una lógica de tiempo y espacio que permitieron armar el rompecabezas. En esa lógica se dividieron los eventos. Después que declararon los padres de Fernando, los integrantes del Tribunal Oral N° 1, de Dolores, escucharon a los testigos que estaban dentro del boliche, luego aquellos que presenciaron el ataque en la vereda del local nocturno situado en la Avenida 3 y por último, expusieron las personas que vieron huir a los acusados después del ataque.
Todas esas pruebas se mostraron durante el juicio oral. Fueron observadas y controladas por los ocho acusados, por su defensor, Hugo Tomei, por los fiscales, Juan Manuel Dávila y Gustavo García y los abogados Fernando Burlando y Fabián Améndola, que representan a los padres de la victima. Los fiscales solicitaron la pena de prisión perpetua para Blas Cinalli, de 21 años: Luciano Pertossi, de 21; Ciro Pertossi, de 22; Lucas Pertossi, de 23; Ayrton Viollaz, de 23; Enzo Comelli, de 22; Matías Benicelli, de 23, y Máximo Thomsen, de 23. Los representantes de la familia Báez Sosa exponen en estos momentos los argumentos de su acusación.
Cada una de esas pruebas tuvo el valor agregado de los testimonios de los técnicos, científicos y funcionarios judiciales que realizaron los peritajes y que ampliaron sus informes.
Este juicio oral escapó a las generalidades de lo que ocurría en muchos debates en los que muchos de los testigos no reconocían sus firmas al pie de las declaraciones aportadas en comisarías o en el propio lugar del hecho investigado.
Durante el juicio por el homicidio de Fernando Báez Sosa ningún testigo negó los dichos expuestos durante la etapa de instrucción. Al contrario, reafirmaron y ampliaron con más detalles los contenidos de las declaraciones.
“Los agresores lo único que hacían era pegar. Me quedó grabada en la memoria el momento en que apareció otra persona y gritó: ‘dale matálo, golpeálo’. En ese momento, uno de los que estaba golpeando a Fernando, se incorporó, lo miró, y mientras levantaba a la víctima del cuello le dijo: “Quedate tranquilo que me lo voy a llevar de trofeo’. Luego lo arrastró hacia el cantero, lo apoyó de costado y le pegó una patada en la boca. Ya no hubo más reacción. Los agresores luego se pararon, se acomodaron y se fueron caminando hacia calle Buenos Aires”, recordó Tamara una de las testigos que declaró en el juicio oral y que, en el momento del ataque, ocurrido el 18 de enero de 2020 entre las 4.40 y 5.05, estaba en la vereda del boliche Le Brique, en Villa Gesell.
Una de las pruebas clave para fundar la acusación contra los imputados se había producido pocos días después del homicidio. Se trató de las ruedas de reconocimiento que se realizaron en un centro de convenciones situado en uno de los ingresos de Villa Gesell. Para esta prueba se concretó una de las movilizaciones de testigos más importantes de la historia criminal bonaerense.
Además de convocar a los testigos, muchos de los cuales no vivían en Villa Gesell porque habían ido de vacaciones a esa ciudad, los funcionarios judiciales y los policías tuvieron que buscar 45 personas que debían contar con características similares a cada uno de los acusados para colocarlos al lado de los imputados y así, poder concretar la identificación.
Existe un detalle que resaltó la importancia de la inmediatez con la que se realizaron esas ruedas de reconocimiento. En el momento que los testigos se pusieron delante de la hilera donde aparecían los acusados con otros jóvenes de similares características, las imágenes de los imputados con sus nombres y apellidos no habían tenido difusión.
Cuatro amigos de Fernando Báez Sosa reconocieron a Máximo Thomsen como uno de los agresores. Mientras que el testigo Tomás Bidonde, que no tenía ninguna relación con la víctima y que, por casualidad estaba en la vereda de Le Brique en el momento del ataque, también identificó a Thomsen. Bidonde señaló a siete de los integrantes del grupo agresor.
Javier Laborde, secretario de la fiscalía realizó los análisis de los contenidos de los celulares de los acusados. Al revisar el teléfono de Lucas Pertossi, descubrió tres archivos de videos en los que había imágenes del comienzo de la agresión contra Fernando y de cuando los sacaban del boliche.
“Se observa en la reproducción, el momento en que casi todos los imputados salen del local bailable Le Brique, precisamente por el sector de la cocina, siendo conducidos para afuera por personal de seguridad de dicho comercio. En primer momento, y por delante, se observa de espalda un masculino con chomba gris y pantalón de jean azul, de contextura física robusta, pelo corto morocho, tratándose de Ciro Pertossi, luego se observó a un masculino de camisa blanca de mangas cortas, tratándose de Blas Cinalli, y a un masculino de pelo corto morocho, de camisa blanca manga corta estampada con detalles de palmeras, resultando Ayrton Michael Viollaz, todo ello sin perjuicio de la calidad y brevedad de la imagen detallada y teniendo en cuenta los videos visualizados”, recordó Laborde.
Los informes de los análisis de todos los videos que mostraron a los acusados en diversas funciones que tuvieron en el momento del ataque contra Fernando fueron corroborados por las declaraciones de los testigos que los vieron cuando le pegaban al joven estudiante de Derecho.
Debido a la naturaleza del delito, donde el asesino intenta evitar que puedan vincularlo con el crimen, una de los principales inconvenientes que tienen los investigadores de homicidios es la falta de testigos o de imágenes.
Pero en el homicidio de Fernando Báez Sosa, hubo 47 testigos que declararon en las primeras cinco audiencias del juicio oral que colocaron a los ocho acusados en la escena del asesinato o en el recorrido realizado por los imputados después matar a Fernando.
Por ejemplo Andrea Fabiana Ranno, que trabaja como encargada del turno noche del hotel Inti Huasi recordó haber visto pasar por la puerta al grupo agresor, encabezado por Thomsen. La mujer, además, le dijo a la policía qué dirección tomaron los sospechosos, rumbo a la reserva.
“Claramente se desprende que los imputados estaban totalmente conscientes, y al tanto de la muerte de Fernando, dado que Lucas Pertossi, según el audio, volvió al lugar del hecho, y avisó a los restantes integrantes del grupo que está ahí cerca del ‘pibe’ y le contó al resto de los acusados que estaba la policía y que llamaron a la ambulancia. Con el término “caducó”, comunicó el fallecimiento de Fernando.
Este mensaje sumados a otros textos que forman parte del intercambio mantenido en los momentos posteriores al homicidio indicarían que los acusados tuvieron plena conciencia y conocimiento de que asesinaron a Fernando. Estas pruebas fundaron la acusación contra los ocho imputados e indicaron que agredieron a Fernando y le pegaron cuando estaba casi inconsciente. Después de agredirlo huyeron, para lograr la impunidad del hecho, sin intentar auxiliarlo en el momento y buscaron una coartada para desvincularse del hecho.
Uno de los mensajes que mandó Blas Cinalli puso al descubierto un elemento que probaría la existencia del denominado plan criminal para matar a Fernado. En dicho texto, el acusado le contó a unos amigos de Zárate que le “habían pegado a unos chetos” y que esperaron a que se fuera la policía para concretar el ataque.
Este mensaje fue corroborado en el acta de visualización firmada por la oficial Evelyn Merlo, que revisó las imágenes grabadas por la cámara de seguridad de la Municipalidad de Villa Gesell en la que se registró el momento en que los policías, asignados a la custodia de la zona de boliches, se dirigieron en dirección a la avenida Buenos Aires porque un grupo de jóvenes arrojaba pedradas contra los automóviles estacionados.
Otra prueba clave que la defensa no pudo derrumbar fue el informe de la autopsia realizada por el forense Diego Duarte. En su declaración testimonial el médico legista amplió su informe y sostuvo que Fernando “falleció en forma traumática, a raíz de un paro cardíaco traumático provocado por un shock neurogénico producido por múltiples traumatismos de cráneo que generaron una hemorragia masiva intracraneana sin fractura ósea. Todas las lesiones en el cráneo eran incompatibles con la vida”.
Al declarar en la tercera audiencia del juicio oral, el forense explicó cómo encontró la marca de seis centímetros de largo en el maxilar izquierdo de la víctima. Recordó que solicitó a la fotógrafa forense que tomara una imagen de la impronta.
Un peritaje comparativo realizado durante los treinta días posteriores a la autopsia determinó que esa marca correspondía a la suela de una zapatilla que pertenecía al acusado Thomsen. En ese calzado, bioquímicos hallaron restos de sangre cuyo ADN correspondía a Fernando Báez Sosa.
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