Efecto CSI: el impacto de las series de ficción a la hora de analizar un caso criminal real
El fenómeno es objeto de estudio en el mundo y puede influir en la selección de los jurados; los procedimientos "ideales" planteados en los programas de TV pueden provocar visiones sesgadas de las pruebas
Los crímenes que más hondo calan en la opinión pública despiertan, como parte de la discusión, un especial interés por las cuestiones investigativas. Peritajes, autopsias, estudios psicológicos y psiquiátricos. Rastros, huellas, ADN... Todo eso pasa a formar parte de las discusiones. Y, para muchos, la terminología y las cuestiones relativas a la criminalística no son algo absolutamente desconocido. Las opiniones de los especialistas están al alcance de todos. Pero también lo están las de los "expertos" de ficción. Con todo ese "saber" a la mano, la línea divisoria entre realidad y guión se convierte en peligrosamente fina.
Se conoce como "efecto CSI" al impacto que las series de ficción han causado en la audiencia; enfoca hasta qué punto la espectacularidad y la celeridad de la ficción han influido en la percepción del público al explicarle cómo se desarrolla supuestamente una investigación criminal.
En situaciones de juicios por jurados, como los que ya se realizan en el país por casos graves -violaciones, homicidios, cibercrímenes-, se busca develar si las personas conservan la voluntad de aprender estos nuevos conocimientos para ser objetivos a la hora de valorar evidencia empírica, corroborada y fehaciente que le presentará cada especialista en un caso real, en una investigación criminal de verdad.
En algunos países, durante las audiencias de selección de jurados, fiscales y abogados defensores preguntan a los posibles miembros de qué tipo de series, películas o libros son fanáticos para identificar a quienes podrían tener una visión sesgada al juzgar las pruebas para dar un veredicto. Se evalúa, incluso, la posibilidad de excluirlos. Aquí hay juicios por jurados en Córdoba, Neuquén y, desde hace dos años, Buenos Aires. En nuestro país, el juez encargado del control del proceso debe instruir al jurado, precisamente, respecto de no dejarse influir por los medios o por opiniones ajenas.
La influencia que ha tenido este tipo de ficción es innegable. Programas como CSI han impregnado la pantalla con relatos inspirados en casos reales, pero ficcionalizados, en los que se resuelve un crimen violento con una investigación fiable en una hora y con todas las variables controladas.
En muchos países, las matrículas para estudiar ciencias forenses se han incrementado considerablemente, quizás impulsadas por el atractivo que muestran esas series, Pero a medida que se avanza en el derrotero académico la decepción y la deserción aparecen entre los alumnos con la aridez de las materias.
Las series de TV buscan entretener a su público utilizando recursos dramáticos, imágenes cuidadas de homicidios y las últimas técnicas. Muchos de estos avances son ciertos, aunque no siempre se accede a ese tipo de laboratorios ni de recursos, o el material a analizar no es suficiente o el tejido está demasiado deteriorado como para prepararlo y enviarlo al laboratorio.
Lo habitual es trabajar con datos que los especialistas procesan y que tardan en arrojar resultados. Los estudios genéticos a veces tardan hasta 20 días para condicionar las células para extracción de ADN cuando la sangre está hemolizada (glóbulos rojos deteriorados) y es imposible su extracción. También se trabaja con imágenes filmadas o fotografiadas que replican la escena de un crimen, la autopsia u otros procedimientos, provistas por los equipos intervinientes para documentar e ilustrar cada paso.
Los roles del proceso
La escena es procesada por los criminalistas. Su rol es controlar, preservar, registrar, recuperar y reconstruir la evidencia biológica que encuentren protegiendo la cadena de custodia, para poder responder los qué, dónde, cómo, quién y cuándo del caso. La operación de autopsia médico-legal y los estudios complementarios están a cargo de los médicos legistas, técnicos evisceradores, bioquímicos y otros miembros del cuerpo médico forense. Diversos especialistas serán convocados para contribuir, según el criterio del director de la investigación penal.
Cuando los cuerpos son hallados a la intemperie, la entomología forense identifica insectos y artrópodos que suelen anidar en los orificios de los cadáveres e investiga su procedencia. Los entomólogos calculan su edad y otros datos de interés para la investigación. Pero a veces una muerte es de larga data y las larvas anidaron hace pocos días, o no aparecen, evidenciando así inconsistencias. Además pueden relatarnos si presentan larvas que serían procedentes de un lugar distinto. Con eso, los márgenes de interpretación se amplían y difuminan las certezas.
Los procedimientos deben hacerse evitando contaminaciones y respetando la cadena de custodia porque puede alterarse la integridad de una investigación. Eso es una constante en las series de ficción y es un efecto positivo. Pero, del mismo modo, puede inducir a una visión sesgada en la que el jurado, en la comparación con lo que vio en TV, pueda juzgar como evidencia contundente una que es débil o ambigua, o desestimar lo que es indubitable o interpretar erróneamente la evidencia como consecuencia de expectativas distorsionadas o sobredimensionadas, basadas en la "infalibilidad" del perito ficcional.
Otro efecto es, justamente, reconocer la certeza de las ciencias forenses para resolver un hecho. En el caso real del "Fantasma de Heilbronn", en Alemania, la evidencia biológica de ADN orientó la investigación tras el rastro de una asesina en serie con 40 víctimas, aunque sin un patrón similar, en varios puntos del país. Pasado un tiempo se analizaron los hisopos que usaban las unidades criminalísticas, que provenían de una misma fábrica, y se supo que una trabajadora de la planta había contaminado una partida al estornudar sobre ellos.
Es importante que los peritos puedan contarles a los miembros del jurado popular -y a los jueces también- que la realidad forense y sus tiempos no son como los de la ficción, y hablar sobre el "efecto CSI" para evitar aberraciones jurídicas en sus veredictos. Se necesita que sean claros y concretos en sus exposiciones, que hablen para el lego, no como para una exposición académica.
La ficción no suele tomar en cuenta las variables que podrían afectar la confiabilidad de las declaraciones de los testigos de un hecho criminal o de las víctimas en las ruedas de reconocimiento. Las distorsiones muchas veces han llevado a condenar a inocentes sin más prueba que esas.
También es un error teorizar sin contar con los datos: no se deben torcer los hechos para adaptarlos a la teoría, sino que es la teoría la que debe rendirse ante los hechos.