Ducha de madrugada, juegos de cartas y música por radio: la vida en la cárcel de los acusados de matar a Fernando Báez Sosa
Solo salen de la celda para ducharse, siempre a la misma hora, las 6.30, y para hablar por teléfono con sus familiares. El resto del día en prisión lo pasan jugando a las cartas, escuchando música en una radio y leyendo libros que sacaron de la biblioteca.
Sus desayunos y meriendas son a base de mate, té y galletitas. El menú de los almuerzos y cenas se reparte entre pastas, carnes y ensaladas.
Así viven cada día en la Unidad 6 de Dolores los ocho detenidos por el homicidio de Fernando Báez Sosa, ocurrido hace un mes en Villa Gesell.
Lucas Pertossi y sus primos Ciro y Luciano, Máximo Thomsen, Matías Benicelli, Enzo Comelli, Blas Cinalli y Ayrton Viollaz están alojados en aquella cárcel del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) desde el 29 de enero pasado.
Mañana están citados para prestar declaración indagatoria ante la fiscal de Villa Gesell Verónica Zamboni, que les amplió la acusación, ahora como coautores del homicidio doblemente agravado por alevosía y la participación premeditada de dos o más personas. Se sabe que se les hará saber cuál es la nueva imputación. No obstante, el abogado que los defiende, Hugo Tomei, dijo este martes que aún no está definido que efectivamente hagan declaraciones relativas a los hechos que se les enrostran.
Los sospechosos están alojados en el sistema de alcaldías de la U6 y no tienen contacto con otros detenidos. Comparten una celda que tiene cinco camas cuchetas dobles y un baño sin ducha.
"No están obligados a levantarse temprano, pero si no lo hacen tienen que esperar al otro día para ducharse", explicaron fuentes al tanto de cómo pasan sus días los detenidos.
Entre la celda de la Alcaidía están los pabellones 8 y 9, ocupados por internos que profesan el culto evangélico.
"Fueron los presos evangelistas los que les ofrecieron ropa cuando llegaron a la cárcel. Habían llegado al penal solo con lo puesto", dijeron las fuentes consultadas.
Tienen una hora por día para hablar con sus familiares desde el teléfono público de la cárcel, por medio del sistema de tarjetas. Son 60 minutos diarios entre los ocho detenidos.
En la celda no tienen TV. Escuchan música desde un radio y juegan a las cartas. Reciben visitas los jueves, de 18.30 a 19.30.
Tienen asistencia psicológica y espiritual de manera periódica.
"La asistencia espiritual la brinda un pastor que visita el penal todas las semanas y consiste de charlas reflexivas y lecturas bíblicas", agregaron las fuentes consultadas.
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