Drama en el aire. La trágica historia de Carlos Orforte, el padre del copiloto que murió ayer en el accidente en San Fernando

Una tragedia aérea ayer volvió a golpear a la familia Orforte. Fue 26 años después de que Carlos, el padre Agustín que falleció ayer en el perímetro del aeropuerto internacional de San Fernando, muriera al chocar con su helicóptero y precipitarse al suelo.

Fue hace 26 años y un mes que Agustín, que en ese momento tenía nueve años, perdía a su padre, Carlos, un experimentado piloto de 55 años que murió en Bella Vista cuando el helicóptero Bell 206 que piloteaba, se estrelló contra otro helicóptero igual que era comandado por un compañero de Carlos Orforte.

El padre de Agustín trabajaba para la empresa Transener S.A. en 1998 y se dedicaba a la revisión y reparación de redes de alta tensión en Argentina. Su trabajo consistía en hacer recorridas aéreas para inspeccionar las líneas eléctricas de alta tensión, una tarea que requería precisión, destreza y de la que también participaban otros pilotos.

La tragedia se dio, según las versiones lanzadas en esa época, cuando el Bell 206 que manejaba Orforte chocó con el de Alberto Pirillo, de 45 años y compañero Transener S.A. Por el impacto, ambas aeronaves se destruyeron y se precipitaron.

Sin embargo, milagrosamente y tras partirse en dos, la cabina del helicóptero de Pirillo quedó enganchada en la frondosa copa de unos árboles y esto hizo que salvara su vida. Sin embargo, Orforte no corrió la misma suerte y murió al impactar contra el suelo.

Recuperado del accidente, el sobreviviente contó hace 26 años a LA NACION: “Volábamos separados por unos 100 metros y en cierta forma mi máquina se tocó con la de mi compañero. Recuerdo simplemente que sentí la alarma del motor, mi helicóptero respondió a los mandos e hice una espiral para bajar sobre los árboles. Desconozco lo que pasó entonces con el otro aparato. Lo perdí de vista cinco segundos antes de la caída sobre mi lateral derecho”.

El milagro de Fernández Loza, también en 1998

Con apenas 20 años, el piloto Martín Fernández Loza había sido noticia por un hecho de inseguridad. Según publicó el diario Clarín en septiembre de 1998, fue víctima de un robo en una formación del ferrocarril Belgrano Norte [operado desde su privatización por la empresa Ferrovías] cuando viajaba hacia Don Torcuato, para tomar clases de aviación.

“Un joven de 20 años fue robado y luego arrojado del tren en el que viajaba hacia Don Torcuato, según denunciaron sus padres. Pese a que todavía no se encontró a ningún testigo, sus familiares suponen que alguien le abrió la mochila y, cuando el muchacho se dio cuenta de lo que pasaba, lo tiró del vagón. Sufrió varios cortes y golpes y traumatismo de cráneo”, decía la noticia de hace 26 años. Ya era piloto civil desde el año anterior.

Esa tarde trágica, Fernández fue encontrado a 30 metros de la estación Vice Almirante Montes. Le faltaban la billetera y el walkman [dispositivo para escuchar música y radio en aquella época].

“A esa hora, el tren [15.30] estaba lleno de pasajeros. Sin embargo, hasta ahora no apareció ningún testigo que revele dónde viajaba el joven ni quién lo tiró. Lo único que sabemos es que lo encontraron al lado de las vías del tren, a unos 30 metros de la estación”, había dicho la madre de Fernández Loza en la citada nota.

Agustín, de tradición aérea

El copiloto, tenía 35 años y, según su perfil de la red social Facebook, vivía Castelar y había estudiado en la Universidad de Morón. Según registros oficiales, trabajaba en relación de dependencia en el Banco Macro. Había trabajado en un salón de fiestas de Hurlingham y en la empresa de ómnibus de larga distancia Crucero del Norte.

En su perfil de la red social se presentaba como piloto ejecutivo de aviones Bombardier Challenger 300, como el que se despistó hoy al tratar de aterrizar en el aeropuerto internacional de San Fernando, y como piloto de Banco Macro desde enero de este año.

En junio de 2015, Orforte había apoyado una petición de publicada en la plataforma Change.org titulada “Salvemos a los aeroclubes” dirigida al por entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, hoy funcionario del gobierno de Javier Milei.

“Los aeroclubes son instituciones de formación aeronáutica, de donde nacen los pilotos argentinos reconocidos a nivel mundial, tanto para las líneas aéreas como la aviación deportiva. Cumplen funciones sociales manteniendo las pistas en constante uso para vuelos sanitarios. Lamentablemente, vemos el accionar de algunos políticos e intendentes, quienes quitan las tierras cedidas a los aeroclubes, sin importarles el daño social que provocan”, decía la publicación.

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