Dos testigos complicaron a Gustavo Juliá
Dijeron que pidió disculpas a su hermano y a Miret cuando fue descubierta la droga
BARCELONA.– Los acusados ya habían declarado. Cada uno había dicho que era inocente y que desconocía que en el jet con el que aterrizaron en el aeropuerto de El Prat, de esta ciudad, transportaban 944,5 kilos de cocaína. La primera jornada del juicio que se ventila en la Audiencia Provincial Sección Octava estaba por terminar sin sorpresas. Hasta que llegó el testimonio de dos oficiales de la Guardia Civil, que dieron detalles del hallazgo de la droga.
Los policías, identificados sólo con códigos numéricos, dijeron que cuando fue descubierta la cocaína, Gustavo Juliá les pidió disculpas a su hermano Eduardo (piloto del jet) y a Matías Miret (copiloto) porque, siempre según los testigos, ellos no sabían nada.
Esas declaraciones pueden haber marcado a fuego el futuro de los tres argentinos acusados de narcotráfico.
Los dos oficiales subieron al avión de los Juliá con perros entrenados para detectar drogas. Miret, según los policías, estaba muy tranquilo. "Hasta jugó con uno de los perros", dijeron.
Gustavo Juliá, que ese día viajaba como pasajero, está sindicado como el responsable de la aeronave, un Bombardier de última generación.
Los agentes también aseguraron que el empresario les indicó otros sectores donde estaba oculta la droga. "El señor Gustavo asumió la culpa", dijo el oficial identificado como K44687Q. En ese momento, el empresario se quebró. El testigo K44687Q también recordó que cuando subió a la aeronave un perro para hacer la inspección los hermanos Juliá se pusieron nerviosos y que el copiloto (por Miret) tuvo una actitud distinta y hasta sintió curiosidad por el animal. Ante una pregunta del abogado defensor, Carlos Echavarri, el oficial volvió a explicar que en el momento del hallazgo de la droga Miret estuvo tranquilo y amable.
El otro uniformado dijo que decidieron revisar el lujoso jet por el nerviosismo que tenían el piloto y el pasajero (por los Juliá). También afirmó que el empresario dijo que "la droga era suya y que los pilotos no sabían nada" y les señaló otros sectores donde buscar la cocaína. Al igual que su compañero, exculpó a Miret y sostuvo que cuando se descubrió la carga el copiloto preguntó si todo se trataba de "una cámara oculta o una broma".
Los oficiales explicaron que un día antes de que llegara el avión a Barcelona se habían enterado de que tenía una infracción aduanera en el aeropuerto de Málaga y que, por la ruta que había hecho el lujoso jet, se trataba de un vuelo de riesgo, pero que sospecharon más de un caso de tráfico de diamantes, por su escala en las islas de Cabo Verde, que de un contrabando de estupefacientes.
Los testigos afirmaron que los Juliá presenciaron la requisa y el hallazgo de la droga (situación que negaron los tres detenidos). Los oficiales sostuvieron que la droga fue descubierta por el perro.
Antes de las palabras de los oficiales fue el turno de los acusados. La pequeña sala de audiencias estaba colmada para escuchar a los detenidos. La mayoría de las sillas fue ocupada por los familiares de Miret, que llegaron hace cinco días desde Buenos Aires. A diferencia de lo que sucede en la Argentina, en España los jueces, fiscales y abogados usan togas dentro de la sala de audiencias. Al primero de los detenidos que le sacaron las esposas para que comenzara a declarar fue a Gustavo Juliá, que comenzó por responder las preguntas del fiscal, David Benages. Vestido de pantalón azul y suéter negro, el empresario estuvo casi una hora de pie relatando su versión de los hechos.
Contó lo que dijo en la instrucción, que fue contratado por un empresario español de nombre Gerardo Fernández para trasladar en su lujoso jet documentación bancaria, obras de arte y personas. Dijo que a pedido de su cliente se hicieron cambios en la aeronave y se pusieron dos sofás camas. Explicó que las modificaciones las llevaron adelante tres personas que contrató el empresario español. Se trata de una cuestión clave, porque gran parte de la droga fue hallada en dos falsos sofás camas.
Durante su relato, Juliá dejó bien en claro que su hermano y Miret no tuvieron acceso al jet mientras estuvo en el aeródromo de Morón, donde se habría cargado la cocaína.
"Ellos [el piloto y el copiloto] no tuvieron acceso al avión, yo controlé las modificaciones. Las llaves las tenía yo y las tres personas que hicieron los arreglos", sostuvo el empresario. Aseguró que no estuvo presente cuando la Guardia Civil descubrió la droga y negó haber dicho que la droga era suya.
"Nunca nombré la palabra droga. Sí expliqué que los pilotos no tenían absoluto conocimiento de nada, pero para referirme a que yo había hecho el contrato y las modificaciones y ellos hacían su labor", afirmó el acusado.
Después declaró Eduardo Juliá, que dijo ser inocente. Contó que su hermano lo contrató para hacer el vuelo a España y que la idea era continuar trabajando con el Bombardier Challenger 604 en 2011 durante la campaña presidencial, pero sin mencionar para qué candidato. Explicó que era imposible advertir la tonelada de droga. "El incremento de consumo de combustible con ese peso es insignificante", afirmó el piloto. "Cuando vi que encontraron droga me quería morir", concluyó, pero dijo que no vio la requisa.
Por último declaró Miret, de 39 años. Utilizó su tiempo para explicar también que era inocente, que no tenía conocimiento de la carga oculta que llevaba el avión y afirmó que cuando los oficiales de la Guardia Civil descubrieron la cocaína, el empresario aeronáutico dijo: "Ellos [por el piloto y el copiloto] no saben nada, todo es mío".
Hoy seguirá la declaración de los testigos, y la jugada fuerte de los abogados de los Juliá, Lourdes Izquierdo Montijano, Carlos Broitman y Darío Kaen, es que pedirán la nulidad del juicio.
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