Dos años de misterios y peleas judiciales rodean la muerte de Facundo Astudillo Castro
El joven, de 22 años, partió de Pedro Luro hacia Bahía Blanca el 30 de abril de 2020 y fue hallado muerto cuatro meses después; tanto la querella como los fiscales señalan a uniformados bonaerenses como autores materiales del hecho; esa hipótesis volvió a tomar fuerza con un nuevo juez
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“A veces miro por la ventana y pienso que en cualquier momento Facu va a volver”. Esas palabras resumen el sentimiento de Cristina, la madre de Facundo Astudillo Castro, quien desde hace dos años busca esclarecer lo que sucedió con su hijo. A pesar de que la investigación por momentos se volcó hacia la teoría que el joven murió en un accidente, ella asegura que fue la policía bonaerense estuvo implicada en la muerte de su hijo. “Tengo la esperanza de que la causa avance y se esclarezca lo que sucedió”, aseguró.
La última vez que a se vio con vida a Astudillo Castro fue el 30 de abril, pero del 2020. En plena fase 1 de la cuarentena -la más estricta de todas- el joven de 22 años había decidido emprender una travesía, de alrededor de 120 kilómetros, desde Pedro Luro hasta Bahía Blanca, para encontrarse con su ex novia. Pero él jamás llegó. Luego de intensas búsquedas, su cuerpo fue hallado 107 días después, en un estado de avanzada descomposición, en un cangrejal en la zona de Villarino Viejo.
El resultado de la autopsia determinó que Astudillo Castro murió como consecuencia de una “asfixia por sumersión (ahogamiento)” y que los restos óseos “no presentaban lesiones vitales de origen traumático”, pero tanto la querella como los fiscales sostienen que Facundo murió en manos de las fuerzas de seguridad. Si bien la entonces jueza a cargo, María Gabriela Marrón, optó por la hipótesis de que se trato de una “muerte accidental”, tras su remoción en diciembre de 2021, la idea de la desaparición forzada seguida de muerte volvió a tomar fuerza.
En la noche previa a su desaparición, Astudillo Castro pasó la noche en lo de un amigo, donde tomaron unas cervezas y jugaron con una PlayStation, aguardando a que se hiciese de día para emprender el trayecto. A las 5 se despidieron y Facundo se fue a pie por la Ruta Nacional N° 3. Tras recorrer los primeros 30 kilómetros del viaje, Facundo arribó a la localidad de Mayor Buratovich, alrededor de las 10 de la mañana, con la ayuda de un automovilista que le dio un aventón en la ruta.
En ese momento se topó con el primer retén policial. Allí, los oficiales de la Policía Bonaerense, Curuhinca y Sosa, demoraron a Facundo y le labraron un acta por incumplir las normas de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio.
A partir de ahí, la investigación que intenta reconstruir los hechos que derivaron en la muerte del muchacho se abre hacia todo tipo de incógnitas, en las que se entrelazan la evidencia forense obtenida en diferentes procedimientos, los datos técnicos que se desprenden de dispositivos de telefonía celular y las declaraciones testimoniales relevadas que no son suficientes para conformar un relato uniforme y cronológico del derrotero de Facundo.
A esto se le suman las dudas sobre lo sucedido Mayor Buratovich; la forma y circunstancias en las que Facundo continuó su viaje hacia Teniente Origone donde supuestamente fue demorado por la policía por segunda vez, lo acontecido en ese lugar; la relación íntima entre una testigo del caso que dijo haber trasladado a Facundo y el personal policial que lo detuvo previamente; las razones por las cuales estuvo en posición de morir por asfixia por sumersión en algún lugar del estuario de Bahía Blanca; la aparición dentro de su mochila -encontrada casi un mes después del hallazgo de su cuerpo- de la ropa que tenía puesta al momento de ser detenido por primera vez por la policía; y los extraños movimientos de algunos patrulleros cuyos dispositivos de geolocalización los sitúan en fechas y horarios relevantes para la investigación.
En ese sentido, la querella y los fiscales especiales señalan como pruebas relevantes que un cabello del joven fue encontrado en un patrullero, donde también apareció una piedra turmalina que llevaba de colgante. A su vez, un amuleto suyo fue hallado en una vieja celda de una comisaría. A esto se suman mensajes entre policías en los que parecen diseñar un encubrimiento y las búsquedas del perfil en redes sociales de la madre de Facundo que uniformados habría realizado antes que esa mujer formulara la denuncia por la desaparición de su hijo.
Para Cristina Castro la investigación se manejó muy mal desde el comienzo. “En un principio pusieron a buscar a Facundo a las mismas personas de la policía bonaerense que hoy están acusadas por el hecho. Después se pasó a la Policía Federal que también tiene acusados y que trabajaron de manera irregular. No preservaron pruebas, tanto la mochila como el lugar del hallazgo del cuerpo. Recién cuando se asignó el caso a Gendarmería se pudo comenzar a trabajar bien” explicó a LA NACION.
Según ella, la remoción del fiscal Santiago Ulpiano Martínez y de la jueza Marrón abrieron el camino para comenzar a esclarecer lo que sucedió con Facundo el 30 de abril de 2020.
En ese sentido, el abogado querellante, Luciano Peretto, explicó que la Cámara de Casación Penal Federal de alguna manera reconoció la existencia de falencias en la investigación por parte de la instrucción que llevó adelante la juez Marrón. “Allí, se habló de que un magistrado no solo debe ser objetivo, sino que debe parecer objetivo, y la jueza, durante la primera parte de la instrucción, evidentemente asumió un rol negatorio de medidas de prueba que vulneraba los derechos de la víctima y el conocimiento por la verdad, obstruyendo la investigación en un rol defensivo de la fuerza policial” explicó el letrado.
Para Peretto, no hay dudas de que hablar de la actual instrucción a cargo del juez federal Walter López Da Silva significa un nuevo paradigma que implica presentar nuevamente las pruebas, que en su momento fueron denegadas, esta vez bajo la órbita de una nueva instrucción judicial, en una causa que lleva más de 7800 fojas y que tiene muchas causas conexas entre denuncias por encubrimiento, por mal desempeño de funcionario público, falsos testimonios que se van conectando al caso.
“Tuve una reunión con el juez López Da Silva y me pareció un hombre muy correcto. Quiero depositar toda mi fe en que se va a lograr que actúe de manera independiente. Yo no pretendo que me de la razón, si no que haga su trabajo como corresponde. Es lo único que pido” expresó la madre de Facundo.
Castro considera que hay tanto responsables materiales, como judiciales y políticos. En ese sentido, apunta a que son muchos los que tienen que dar respuestas: “Primero y principal, los asesinos de Facundo, segundo el ministro de seguridad y el gobernador de la Provincia de Buenos Aires y por último el Presidente, que apoya a un ministro que banca a estos asesinos”
Y agregó: “Me da mucha tristeza y mucho dolor pensar que los culpables andan sueltos, caminando por las calles, después de haber asesinado a un pibe. Es necesario esclarecer lo que pasó con mi hijo para que Facu pueda descansar en paz”.
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