¿Dónde está Valeria López? Desapareció hace casi un año y su madre cree que cayó en una red de trata
En Virreyes, partido de San Fernando, una pregunta se repite hace ya casi un año: ¿Dónde está Valeria López? La mujer, de 40 años y madre de dos hijos, salió de su casa para ir a un cumpleaños y nunca regresó. La familia sospecha que fue víctima de una red de trata y apunta contra la pareja y el círculo de amigos. La Justicia caratuló el caso como "averiguación de paradero", a pesar de la insistencia de la madre para que sea investigado como una "desaparición forzada" de persona.
El domingo 26 de enero del año pasado, en un país sin coronavirus ni cuarentena, Valeria trabajó toda la tarde en el lavadero Bob Esponja, situado en el cruce de la avenida Sobremonte y Gandolfo, en Virreyes. Cerca de las 21 llegó a su casa y le avisó a la madre que más tarde iría al cumpleaños de un compañero de trabajo, que lo festejaría en el mismo playón de estacionamiento donde ella lavaba autos. Antes, le aclaró, pasaría por Béccar, donde una pareja amiga la esperaba para la cena. Según la reconstrucción de la familia, alrededor de las 23 Valeria volvió a Virreyes en el colectivo 343 y fue directo al lavadero, pero el festejo se había suspendido porque el cumpleañero se sentía mal. Sin embargo, algunos vecinos dijeron que la habían visto tomando una cerveza dentro del estacionamiento con conocidos del barrio.
"Uno dijo que la vio salir del lavadero cerca de la una de la madrugada; otro, que la vio caminando con un hombre por Gandolfo hacia las vías del Ferrocarril Mitre. También tenemos a dos inquilinos de una casa que escucharon gritos de una mujer pidiendo ayuda y que vieron un auto de contramano por la calle. Pero la policía nunca investigó esa pista", se lamenta Fanny Román, la madre de Valeria, que busca con desesperación a su hija.
La mujer insiste: "La gente de mi barrio sabe qué le pasó a Valeria, pero no quieren hablar porque tienen mucho miedo". Apunta, en especial, contra el círculo íntimo de su hija: "Ella tiene un novio que, al principio, se interesó por acompañarme, pero después se desconectó, me bloqueó, no tuvo más trato conmigo ni intentó participar de la búsqueda. No hizo nada por encontrarla. Yo creo que él tiene algo que ver".
Según la familia, ese hombre estuvo "desaparecido" entre el 27 y el 29 de enero. Ismain declaró que estaba descansando en una quinta de Escobar, la misma que ya fue allanada por orden de la Fiscalía Especializada en Delitos Conexos a la Trata de Personas de San Isidro, a cargo de Gonzalo Acosta, aunque con resultados negativos.
"Yo siento que a mi hija le pasó algo contra su voluntad, que la obligaron a subirse a un auto y que después la tuvieron encerrada. Mi corazón de madre me dice que fue entregada por alguien de nuestra zona y que la conocía muy bien", sentencia Fanny. "Soy consciente de que detrás hay gente muy pesada", señaló la madre de la mujer desaparecida hace casi un año.
La hipótesis de la familia es que Valeria López fue interceptada en las primeras horas del 27 de enero de 2019 en Gandolfo y Besares, una esquina que está a 200 metros de su casa y a 500 de la comisaría 2ª de San Fernando, conocida como "La Otero", la primera dependencia en tomar intervención en el caso.
"En cuatro meses de investigación no hubo ningún resultado, ninguna pista, ningún móvil o sospechoso. La familia no fue escuchada e incluso las actas de búsqueda tenían datos erróneos: en vez de Valeria decía Victoria. Además, la comisaría planteaba que se estaba buscando a una adicta sin recuperación, que era una persona desaliñada, sucia. Se construyó una figura falsa de la víctima", se queja Natalia Costa, una referente en temas de Género que suele acompañar los casos que se registran en el Departamento Judicial de San Isidro.
Cambio en la pesquisa
En mayo pasado, como consecuencia del nulo avance de la pesquisa y de las quejas de la familia, la fiscalía dispuso que la investigación del paradero de Valeria quedara en manos de la DDI de San Isidro. Para Costa fue importante porque "se pudo cambiar el paradigma de búsqueda y se pudo integrar un equipo de trabajo en conjunto".
Costa recordó que el 9 de septiembre último la familia y organizaciones feministas se acercaron a la Quinta de Olivos para hacerle llegar al presidente Alberto Fernández un petitorio para "federalizar" la búsqueda y nombrar al destacamento de Otero como "Comisaría de la Mujer Valeria López". Ese día coincidió con la histórica protesta y concentración de agentes bonaerenses por el reclamo salarial, lo que causó el cruce involuntario con los desplazados del caso.
"Estaba Juan Villarruel, que era el jefe del Gabinete Táctico y quien llevó adelante la primera investigación. Él mismo despegaba los carteles que poníamos con la cara de Valeria. Nos amenazó, nos mandó a seguir con patrulleros y autos particulares. No esperábamos ese tipo de inteligencia tan burda. Todo fue denunciando en el expediente. Creo que esa clase de maniobras habilita a pensar en algún tipo de encubrimiento policial. Lo menos que deberían hacer es asumir que han cometido errores".
Tanto Villarruel como la comisaria Andrea del Valle Lobo, que era titular de la comisaría de Otero, fueron trasladados a otras dependencias. Pero las nuevas autoridades tampoco provocaron confianza en la familia. "Se los invitó a que formaran parte del equipo de trabajo y a que colaboraran con la búsqueda puerta a puerta de testigos que habíamos organizado, pero estuvieron solo 15 minutos y se retiraron", enfatizó Costa.
Valeria cumplió 40 años el pasado 2 de octubre y no pudo abrazar a sus hijos Bruno, de 23, y Guido, de 17. Tampoco a su madre. "Mi deseo –dijo Fanny– es encontrarla de una vez por todas, aunque para eso haya que desbaratar las bandas organizadas de trata. Es jodido, soy consciente de que detrás hay gente muy pesada, pero no voy a parar hasta saber qué le hicieron".
Búsqueda "puerta a puerta" y recompensa
El miércoles 25 de noviembre quedará en la memoria de todos por la muerte de Diego Armando Maradona. Ese día, más temprano, familiares y amigos de Valeria López organizaron una búsqueda "puerta a puerta" de testigos que puedan aportar algún elemento sobre la desaparición de la mujer.
La actividad, que contó con la participación de efectivos de la DDI San Isidro, comenzó a las 11 en la esquina de la avenida Sobremonte y Gandolfo, de Virreyes. Allí está ubicado el lavadero donde trabajaba Valeria y donde fue vista por última vez en la madrugada del 27 de enero. La hipótesis de la familia es que la gente del barrio sabe quién se llevó a la mujer en contra de su voluntad, pero aún no declararon por miedo.
"Nosotras sabemos que Valeria volvió de Béccar, pero los vecinos negaron haberla visto y hasta haberla conocido. Y lo mismo hicieron muchos de los que fueron citados a declarar. Incluso, la pareja y los compañeros del lavadero dijeron prácticamente que no era nada de ellos. Algo hay detrás de ese desentendimiento", afirma Natalia Costa, la referente en temas de género.
La familia de Valeria ya había organizado en octubre una movilización a la Fiscalía Especializada en Delitos Conexos a la Trata de Personas de San Isidro para exigir el cambio de carátula de "búsqueda de paradero" a "desaparición forzada", ya que sospechan que en el barrio opera una red que captura mujeres con fines de explotación sexual. El fiscal Gonzalo Acosta mantuvo la calificación, pero se comprometió a evaluar el planteo.
También en octubre, el Ministerio de Seguridad de la Nación había establecido una recompensa de 500.000 pesos para quien pueda aportar datos sobre el paradero de Valeria y publicó su descripción: "Mide 1, 60 metros de altura, tiene tez blanca, pelo lacio de color negro con una longitud que pasa sus hombros, ojos de color castaño claro, de contextura física robusta, con una cicatriz en el labio del lado derecho, producto de la mordida de un perro, y tiene un tatuaje redondo en la espalda, a la altura de la cadera".
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