Disparos a matar. Familias destruidas por siete homicidios durante robos en una escalada de violencia en el conurbano
Durante los primeros días de 2024, al menos siete vecinos bonaerenses fueron asesinados en asaltos
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La sucesión de homicidios ocurrida en los primeros días de este año convirtieron al conurbano en territorio del miedo, con familias destruidas porque mataron a sus seres queridos durante asaltos. Uma Aguilar, de 9 años, en Lomas de Zamora; María Lucrecia Arias, de 50, en Castelar; Eugenio Sipatov, de 40, en Lanús, Leonardo Quinteros, de 50, en Merlo, Sebastián Ochoa, de 26, en José C. Paz; Maximiliano Rojas, de 27, en Lanús y Jennifer Campos Calle, de 13, en Virrey del Pino, fueron algunas de las víctimas a las que mataron en enero durante robos en el Gran Buenos Aires.
Los homicidios de Uma, María Lucrecia, Sebastián, Leonardo y Maximiliano no constituyeron casos aislados y tienen un elemento en común: a todos los mataron cuando quisieron robarles los automóviles o las motos en las que circulaban.
Este aumento en la violencia en los robos de vehículos, quedó expuesto en las últimas estadísticas oficiales que indicaron que el año pasado, se iniciaron 26.529 investigaciones por “hurto agravado de autos dejados en la vía pública”. Dicha cifra representó un crecimiento de 32,3 % con respecto al año anterior, cuando se denunciaron 20.052 robos de automóviles con esa modalidad.
Estos casos consignados son solo aquellos que alcanzaron difusión pública. Muchos homicidios quedan fuera del radar público y solo tienen reflejo en las estadísticas anuales, que hace varios años marcan un promedio diario de tres asesinatos en Buenos Aires.
Uma fue asesinada el 22 enero pasado a las 8.45, cuando viajaba en el asiento trasero del Ford Ka gris de su padre, Eduardo Aguilera, quien se desempeña en la custodia del Ministerio de Seguridad de la Nación. En ese momento, el vehículo fue interceptado por un grupo de cuatro delincuentes que al llegar a Pío Baroja 637, de Villa Centenario, partido de Lomas de Zamora, descendieron de un Toyota Corolla negro y, a punta de pistola exigieron que entregara el automóvil.
Mientras María Eugenia, la madre de Uma, cerraba el portón de reja del garaje, Eduardo intentó eludir a los asaltantes para evitar que se llevaran el Ford Ka con su hija a bordo. Pero uno de los ladrones disparó dos balazos e hirió en la cabeza a la niña, que falleció tres horas después en el hospital Churruca.
Después de matar a la pequeña, los asaltantes huyeron el Toyota negro que habían robado ocho minutos antes, en la esquina de Cosquín e Itatí. Antes de llevarse el vehículo los delincuentes dispararon contra el dueño del automóvil para obligarlo a que entregara el rodado. No lo mataron de milagro.
Actualmente hay cuatro sospechosos detenidos por el homicidio de Uma, uno de ellos es un menor, de 17 años, que es punible, según la legislación penal argentina. Este adolescente se habría hecho cargo de su responsabilidad en el disparo que mató a la menor de 9 años.
Tres días antes, Enrique Carlos Pol, de 40 años, fue baleado en el cabeza por un ladrón, de 18 años, que quiso robarle el automóvil con el que realizaba el servicio de traslado de pasajeros para una aplicación. Actualmente, el conductor está internado en terapia intensiva en el hospital de Esteban Echeverría.
Aunque no fue asesinada durante el robo de un automóvil, el homicidio de Jennifer, en Virrey del Pino tuvo un elemento en común con el crimen de Uma. Los asaltantes que mataron a la niña, de 13 años, en Virrey del Pino, entraron a robar en el corralón de su padre. Habían llegado a bordo de un Peugeot 208 blanco. Dicho vehículo había sido robado seis días antes en la zona. Durante ese tiempo, los delincuentes que se movilizaban en dicho vehículo cometieron nueve asaltos. A pesar que el vehículo tenía pedido de secuestro activo, nadie paró a los asaltantes en algún control. En el décimo robo, mataron.
El Peugeot 208 fue hallado en una vivienda situada a diez cuadras de la casa en la que mataron a la niña, de 13 años, en Virrey del Pino. En los homicidios de Jennifer y de Uma, los asesinos eran del barrio, vivían a pocas cuadras de ambas escenas del crimen y robaban y mataban en los lugares en los que habitaban. Además, la policía nunca actuó en el caso del robo del Peugeot 208 que usaron los asesinos de Jennifer ni del asalto contra el dueño del Toyota Corolla que utilizaron los homicidas de Uma. Esto significa que ambos homicidios se podrían haber evitado si la policía hubiera intervenido a partir de los robos de ambos vehículos.
Maximiliano Rojas, fue asesinado el último sábado por dos motochorros que le dispararon un balazo en el pecho para robarle su moto en Monte Chingolo, partido de Lanús. El violento episodio ocurrió en la intersección de la avenida Eva Perón y San Carlos, a metros de la plaza Facundo Quiroga. La víctima circulaba con su moto de color azul cuando fue interceptado por dos delincuentes arriba de otra moto de color negra. Recibió un disparo en el tórax y falleció casi en el acto.
El 19 de enero pasado, Sebastián Ochoa, de 26 años y padre de un bebé, de nueve meses, fue asesinado a siete cuadras de la estación de servicio en la que trabajaba. Al llegar a la esquina de Luis María Drago y Brughetti, en José C. Paz, fue interceptado por los delincuentes que le dispararon un balazo para robarle la moto en la que circulaba de vuelta a su casa.
María Lucrecia Arias, de 50 años, fue asesinada el 24 de enero pasado por cuatro delincuentes que la sorprendieron cuando llegaba a su casa, en San Nicolás al 2000, en Castelar. Los asaltantes le apuntaron con un arma y le exigieron que entregara su Volkswagen Suran. Aparentemente, María Lucrecia intentó quitarse el cinturón de seguridad, que había quedado trabado y uno de los ladrones la mató de un balazo. La hija de la víctima, que estaba en el auto, pudo escapar.
Uno de los vecinos activó la alarma comunal y los delincuentes huyeron sin concretar el robo. En las últimas horas, la policía realizaba una serie de allanamientos en el barrio Ejército de los Andes, también conocido como Fuerte Apache, con el objetivo de apresar a los responsables del homicidio.
“Basta de impunidad e injusticia. Todos somos Lucrecia Arias”, se leía en los carteles que, en el centro, tenían una foto de la víctima y un crespón negro y que los vecinos llevaban en la marcha que se realizó el lunes pasado en el centro de Morón para reclamar por seguridad en la zona y por el esclarecimiento del homicidio.
Hoy, Leonardo Quinteros, de 50 años, fue asesinado por un grupo de delincuentes que le cruzó la marcha de su camioneta Volkswagen Amarok cuando regresaba a su casa, en la esquina de Otamendi y Olaya, en Pontevedra, partido de Merlo. Uno de los asaltantes lo sorprendió en el momento que abría el portón de la vivienda de ladrillos a la vista y le disparó un balazo en el abdomen.
Su esposa y su hija, que estaban dentro de la vivienda, escucharon la detonación del disparo e intentaron ayudar a Leonardo que falleció, desangrado en el patio de la casa. Mientras que los delincuentes huyeron con la camioneta, que la víctima había cargado para irse de vacaciones con su familia. El vehículo fue hallado abandonado en Virrey del Pino.
Igual que Jennifer, Uma, Leonardo y María Lucrecia, a Eugenio Sipatov, lo mataron delante de su familia. Un grupo de ladrones en moto sorprendió al hombre, de 40 años, nacido en Ucrania y nacionalizado argentino, cuando estaba en la puerta de su casa, en San Vladimiro al 2500, en Remedios de Escalada, en el partido de Lanús. Los delincuentes le dispararon para robarle el celular.
A poca distancia del conurbano, los homicidios de Nicolás Ricardi, de 16 años y Teodoro y Juan Antonio Martínez, de 59 y 30 años respectivamente, conmocionaron a las ciudades en las que vivían las víctimas. El adolescente fue asesinado de un puntazo en el corazón por tres delincuentes que le robaron la mochila, cuando caminaba con sus amigos, en el parque de la laguna, en Chascomús. Mientras que Martínez padre e hijo fueron asesinados cuando se resistieron a un robo en la avícola en la que trabajaban, en Zárate.
La sucesión de homicidios en territorio bonaerense se completó con la masacre en la que fueron asesinadas cinco personas durante el enfrentamiento entre vecinos e integrantes de una organización mafiosa que se dedica a usurpar terrenos, en la zona de González Catán, el 14 de enero pasado. En las últimas horas, el fiscal Adrián Arribas, a cargo de la investigación pidió las detenciones de ocho sospechosos, acusados de formar parte de la banda que vendía entre tres y cuatro veces los terrenos usurpados. Actualmente, hay cinco detenidos por su presunta responsabilidad en la masacre.
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