Diego Maradona: los audios del entorno que presagiaban el trágico final
A cinco meses de la noticia que conmovió al mundo se esperan para los próximos días las conclusiones de la junta de peritos oficiales y de parte que podrían determinar si la muerte del astro del fútbol se pudo haber evitado
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Hubo señales... El cuerpo hablaba y encendía las alertas que presagiaban que lo peor podía llegar. Pero esas alarmas fueron ignoradas e incluso ocultadas. El 17 de noviembre pasado, ocho días antes de que la muerte de Diego Armando Maradona conmoviera al mundo, Nicolás Taffarel, cuñado del abogado Víctor Stinfale y quien hacía los trabajos de kinesiología sobre el cuerpo del astro, le envió un audio de WhatsApp al neurocirujano Leopoldo Luque, médico que se encargaba de la salud del Diez. Sin ocultar su preocupación, le advirtió: “Estaba muy hinchado Leito. Los ojos hinchados como una teta, te lo juro por Dios. Imaginate que lo vi hinchado con la luz apagada, no lo quería ver con la luz prendida”.
No fue la única advertencia que recibió Luque, uno de los siete imputados que tiene la causa abierta para determinar si hubo algún delito en las circunstancias que rodearon la muerte de Maradona. Un día después, el 18 de noviembre pasado, es decir una semana antes del trágico desenlace, el neurocirujano recibió en su celular otra advertencia en un audio de WhatsApp. Esta vez, el remitente fue Aníbal Domínguez, el Chori, un guardiacárcel que oficiaba de custodio de Diego. “Tiene retención de líquidos en la cara y en la panza”, le aseguró.
Luque respondió los mensajes. Pidió tranquilidad y que no se preocuparan. A Taffarel la respuesta le llegó a las 16 de ese 17 de noviembre pasado, tres minutos después de que él enviara aquel audio. “Tranquilo igual, tranquilo, porque obvio, boludo, te quedás durmiendo 20 horas en una misma posición... ¡Boludo, cómo no vas a estar hinchado! No te preocupes por eso, se va a deshinchar rápido, pero bueno, quiero ver qué le pasa, por qué quiere dormir. Eso es lo importante. Lo que esté hinchado se le va a ir rápido, boludo”, explicó el neurocirujano.
A Chori Domínguez, en cambio, Luque le respondió a las 21.23, casi dos horas después de su audio. “A mí me pone contento porque lo vi bien, boludo, dentro de todo lo vi re bien, no lo vi hinchado ni en pedo, no lo vi ni hinchado ni nada raro... lo vi que el chabón no quiere que le hinchen, boludo”, sostuvo el médico.
La hinchazón en el cuerpo y la retención de líquidos no fueron las únicas señales que eludieron los profesionales médicos y el “entorno” de Maradona durante su convalecencia en la casa del lote 45 del barrio privado San Andrés, en Dique Luján. Hubo otras alarmas que dejaron pasar: la voz con un sonido metálico, llamativos ronquidos y un sueño profundo, tanto que Diego llegó a dormir, por lo menos, 48 horas seguidas.
Así lo pudo reconstruir LA NACION de fuentes con acceso al expediente. “Cada día que pasaba, su estado de salud se agravaba. Hubo sintomatología compatible e inequívoca con una falla cardíaca y edema de pulmón. Por algo tenía retención de líquido, edemas en las piernas, el torso y la cara que fueron advertidos por varias personas que se lo comentaron a Luque. A pesar de todas esas señales no se adoptó ninguna medida para su atención inmediata. Por el contrario, se impidió que un médico clínico y un nutricionista lo vieran. Es más, Luque llegó a visitarlo y transmitió que estaba bien”, afirmaron las fuentes consultadas.
Maradona vivió dos semanas en una casa alquilada en el barrio San Andrés, en la zona conocida como Villanueva, en Benavídez, en Tigre. El 11 de noviembre pasado había dejado la clínica Olivos, donde fue intervenido de un hematoma subdural en su cabeza. La operación fue el martes 3 de ese mes. Diego murió el 25 de noviembre.
En un documento donde se firmó la externación del Diez se dejó constancia que no tenía el alta médica y Swiss Medical había propuesto continuar con un tratamiento psiquiátrico, clínico y de rehabilitación y toxicológico bajo la modalidad de internación en un centro de rehabilitación.
En uno de los párrafos del citado documento, se definió a Luque y a la psiquiatra Agustina Cosachov, profesional que también está imputada bajo sospecha, como el “equipo médico tratante” y se sostuvo que los profesionales “prescribieron, y la familia aceptó, el seguimiento y atención médica domiciliaria del paciente”, y solicitaron a Swiss Medical asistencia con cuidados domiciliarios de enfermería y acompañamiento terapéutico”.
Sin controles
El día después de que Diego llegara al barrio privado San Andrés, lo visitó un médico clínico que ordenó una serie de estudios para conocer detalles de la salud del astro. En el expediente judicial no hay constancias de que se haya cumplido con lo que indicó ese facultativo.
Para determinar si hubo un delito en las circunstancias que rodearon la muerte de Maradona, el fiscal general de San Isidro, John Broyad, coordina un equipo especial de investigadores, integrado por sus dos adjuntos, Cosme Iribarren y Patricio Ferrari, y la fiscal de Benavídez, Laura Capra.
Cinco días después de llegar a Tigre, Diego comenzó con el sueño profundo. Llegó a dormir 48 horas seguidas.
Una serie de mensajes entre Cosachov y Maximiliano Pomargo, cuñado del abogado Matías Morla y quien hacía las veces de asistente del por entonces DT de Gimnasia Esgrima La Plata, abonan la sospecha de que los responsables de cuidar a Maradona impidieron que sea revisado, por ejemplo, por un médico clínico.
“Ahí está el clínico queriendo venir. Es un idiota... Me parece que no entiende nada. Con el nutricionista”, le dijo Pomargo a Cosachov en un mensaje de WhatsApp enviado el 19 de noviembre pasado a las 14.19.
“Tramito que no vaya. Olvidate”, respondió la psiquiatra a las 14.21. Entonces, Pomargo intentó explicar: “Necesita paz y que lo saquemos de la cueva [por la cama y dormitorio]”
Estos mensajes confirman que ningún clínico y tampoco ningún nutricionista revisó a Maradona los días previos a su muerte. Esta decisión habría impedido que los integrantes del “equipo médico tratante” supieran por qué el astro estaba hinchado, si estaba reteniendo líquidos y si esta hinchazón se podía modificar con una dieta adecuada, que podría suministrarle, por ejemplo, el especialista en alimentación .
Según fuentes con acceso al expediente, la cuestión de la hinchazón de Maradona quedó expuesta también el 18 de noviembre pasado, por la tarde, cuando el psicólogo Carlos Díaz, uno de los siete acusados e integrante del denominado “equipo médico tratante”, alertó a Luque sobre cómo había encontrado a Maradona.
“Hola Charly. ¿Lo viste?”, le preguntó Luque a Díaz. “Hola Leo. Para atrás... En la cama hace 48 horas, con el ánimo ultra irritable. El domingo había estado impecable, el Diego del ’86. Agus [Cosachov] va a meterle más medicación. También está muy hinchado. Iba un clínico hoy, creo”, le respondió el psicólogo en el mensaje.
“Está hinchado porque está decúbito”, le dijo el neurocirujano; en su opinión, la posición que tenía Maradona en la cama, de costado, había provocado la inflamación.
Siete días después de esos mensajes, Maradona falleció. La autopsia realizada el 25 de noviembre en el hospital de San Fernando concluyó que el capitán del seleccionado argentino de fútbol en el Mundial de fútbol de México ’86, murió por una insuficiencia cardíaca aguda, congestiva y crónica que le generó un edema agudo de pulmón.
Los responsables de la necropsia indicaron que había una acumulación importante de líquido ascítico (3,5 litros) en el cuerpo de Maradona.
Además, el 25 de noviembre pasado, el día de la muerte de Diego, hubo una excesiva demora en llamar a una emergencia médica. Esa mañana, a las 11.44, Cosachov y el psicólogo Díaz llegaron a la casa del barrio cerrado San Andrés, en Benavídez, Tigre, donde Maradona cumplía una deficiente internación domiciliaria, pero recién 32 minutos después, a las 12.16, Pomargo se comunicó con Luque para informarle de la situación.
Recién después de una conversación de casi un minuto y medio entre ellos, el neurocirujano llamó al número de emergencias 911 para pedir una ambulancia porque “una persona”-sin mencionar que se trataba de Maradona- había sufrido un paro cardiorrespiratorio.
Ese día, a las 13.01, cuando el cuerpo de Maradona todavía no había sido retirado de la casa del country San Andrés, el kinesiólogo Taffarel le mandó un mensaje a Luque.
Pero el neurocirujano, respondió nueve horas y media después. En ese momento, las conclusiones de la autopsia de Maradona habían tomado estado público.
- “Estoy roto. No paro de llorar”, respondió el neurocirujano Luque.
- “Estoy igual que vos. La semana pasada les dije que había que levantarlo porque podía hacer un edema de pulmón. Y ahora dice que salió eso, puede ser ¿Qué le pasó? Estoy en blanco, amigo”, preguntó Taffarel.
- “No sé qué pasó. Pero ya no está. Dejamos todo”, contestó Luque.
- “Nos van a matar, Leo. Nos van a matar ahora. No lo puedo creer”, insistió el kinesiólogo.
- “¿Quién nos va a matar? Estuvimos con él en las malas”, replicó el neurocirujano.
- “Están escribiendo de todo”, sostuvo, Taffarel.
- “Lo bancamos cuando todos le soltaron la mano. No leas eso”, sugirió Luque.
A las 36 horas de estos mensajes, el equipo de fiscales de San Isidro, allanó la casa y el consultorio del neurocirujano Luque y lo notificó de la formación de una causa en su contra.
Las conclusiones de la Junta Médica que revisó la autopsia de Maradona y las historias clínicas secuestradas en la casa y el consultorio de Luque y en las clínicas Ipensa y Olivos, determinarán si hubo responsabilidad de algunos de los siete imputados.
Dichas conclusiones se conocerían a partir de los próximos días y serán confrontadas con los mensajes de WhatsApp, llamadas telefónicas y grabaciones de las cámaras de seguridad para establecer si los acusados cometieron un delito que provocó la muerte de Maradona.
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