Dos detenidos por el nene que apareció mutilado en Miramar
Fue luego de que el cuerpo apareciera en Miramar sin los órganos y los dientes
MIRAMAR.- La fiscal Ana Caro confirmó esta noche que el dueño de una funeraria y el encargado del cementerio de la vecina localidad de Comandante Nicanor Otamendi quedaron alojados en una unidad penal y mañana les tomará declaración en sede judicial, sospechados de participar en el robo del cadáver de un niño que apareció mutilado a la orilla del arroyo La Totora, en proximidades de Miramar.
Las aprehensiones se concretaron esta tarde y luego de cumplida la exhumación del ataúd que debía guardar los restos del menor, fallecido hace casi 20 días en un accidente doméstico: se había tragado un globo que le obstruyó las vías respiratorias a la altura de la tráquea.
El propietario de la cochería que funciona en la localidad de Batán afronta cargos por encubrimiento, en tanto el empleado municipal además está imputado por el delito de falso testimonio.
La padres del menor, un matrimonio de nacionalidad boliviana que tiene domicilio y trabaja en un sector del quintas del paraje El Boquerón, confirmaron que habían velado a su hijo en casa y luego lo trasladaron hasta el cementerio de Otamendi, donde quedó sepultado en la sección 4. La exhumación permitió confirmar que el féretro había sido violentado.
“Haber visto como apareció esa criatura fue muy terrible y aún más doloroso darle a los padres la noticia de lo que había ocurrido con su hijo”, reconoció la fiscal en conferencia de prensa.
Acompañada por el comisario Mariano Laure, jefe de la DDI de Miramar, confirmó que con la identificación del cadáver y las diligencias de ayer se avanzó hacia una segunda instancia de investigación, que apunta ahora a esclarecer la profanación del cuerpo.
La pesquisa intenta desentrañar otras responsabilidades directas y/o complicidades en la sustracción del cuerpo de este menor de casi dos años de edad. Si bien esos restos habían pasado por una autopsia que confirmó la causa de muerte, al momento del hallazgo –estaban a orillas del arroyo La Totora- presentaba faltantes ajenos al trámite forense: no tenía cerebro, órganos internos ni piezas dentarias. Además le habían seccionado manos y pies.
En principio, cuando aún era un enigma la identidad de la víctima, se sospechó que pudiera tratarse de un caso relacionado con robo de órganos. “Quedó descartado de plano”, dijo Caro. Luego, confirmado de quien se trataba a partir de cotejos genéticos, se pudo afirmar la hipótesis de un robo de cadáver y ahora queda por dilucidar quiénes participaron y el por qué de esa profanación.
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