Detienen a una funcionaria judicial por una estafa con supuestas terapias de los faraones
Se trata de Liliana Marcial, secretaria de la Unidad de Atención de Víctimas del Ministerio Público Fiscal de Santa Fe; con ella suman 11 los acusados de integrar una asociación ilícita encabezada por el “licenciado Ahú Sari Merek” en Córdoba
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CÓRDOBA. La “banda de los sanadores egipcios” que operaba en Córdoba sigue creciendo y sumando detenidos. Esta vez quedó presa Liliana Marcial, secretaria de la Unidad de Atención de Víctimas del Ministerio Público Fiscal de Santa Fe; está acusada de ser miembro de la asociación ilícita que se investiga. Ya suman 11 los imputados de realizar estafas bajo la promesa de una supuesta terapia alternativa llamada “Sêshen”.
Álvaro Juan Aparicio Díaz –quien se hacía llamar “licenciado Ahú Sari Merek”– es el cabecilla de la Fundación Académica Sêshen; se hacía pasar por psicólogo. La investigación la lleva adelante la fiscal de Villa Cura Brochero, Analía Gallaratto, y se inició a partir de una denuncia presentada el año pasado por una persona que había ido a consultar a la institución y a la que, según dijo, empezaron a pedirle cada vez más dinero para avanzar con las “curaciones”. Entre las pruebas hay audios grabados de 2018 entre los falsos terapeutas con quienes los consultaban.
Los delitos que se investigan son los de “asociación ilícita, estafas reiteradas y ejercicio ilegal de la profesión de psicología”. La funcionaria judicial santafesina fue detenida ayer y, según dijo Gallaratto es “integrante de la banda delictiva que se está investigando y ya se le imputó el delito de asociación ilícita”. Hace una semana se había entregado a la Unidad de Delitos Económicos de Córdoba el décimo acusado, que permanecía prófugo.
Díaz, el líder, se presentaba como un maestro con casi cuatro décadas en la prédica de la ciencia milenaria. Vendía viajes para realizar “posgrados de medicina tradicional egipcia y psicología Sêshen” para “maestros de su escuela” y cursos de meditación. De hecho, antes de la pandemia realizó, con su última visita al museo cairota, su “campaña número 41″.
El hombre, que en realidad se llama Álvaro J. Aparicio, dice que curó el cáncer de sus pacientes y también la depresión, que logró reunir parejas separadas, que asesora a políticos y que cobra millones por su particular trabajo. Las pruebas fueron enviadas a este medio por una víctima que pidió no revelar su nombre y que aseguró que Sahú Ari Merek “también decía poder curar el autismo”.
En los audios que son parte de la causa se escucha al líder de la secta hablar y negociar para pedir más dinero mientras describe los supuestos beneficios de la “terapia científica tradicional del Antiguo Egipto”.
“Pactamos en una sesión que necesitabas que te ayude a vender la casa. Te pregunté a cuánto vendías la casa y te dije bueno, son 100.000 pesos. Cuando voy a tu casa me encuentro con una cantidad de presencias errando por ahí por el parque, y eso también se agrega a aquel pedido especial. Son horas y horas de trabajo. Imaginate lo que yo tenga que hacer en 2 o 3 meses son no sé cuántos viajes por semana. Dos, tres viajes por semana… de la pirámide que tengo en Traslasierra a mi estancia y de ahí mentalizar, meditar, llegar, meditar desde acá...”, le dice a la persona que había acudido a él en busca de asistencia.
Agregó: “O sea, es una estructura de trabajo enorme que jamás puedo contemplarla dentro del precio que inicialmente dije [100.000 pesos]. Me encantaría que le explicaras que primero fueron 100 gramos de plata por 100.000 pesos. Pero después se transformó en un kilo de oro”.
Y, para terminar de convencer: “Yo no soy ningún aprovechador. La gente me quiere, parece que me idolatrara. Es gente que yo curé de cáncer. Parejas que se divorciaban y las hice reunirse. Gente curada de depresión. Entonces, bueno, me escriben como me escriben. Yo trabajo para el partido peronista acá, en Capital. Cuando quieren que se aprueben leyes que les conviene, si yo las considero justas, los apoyo. También para el partido radical. Yo hago el bien y cobro millones”.
Díaz aparece inscripto en la AFIP con domicilio en Villa Cura Brochero, en el valle de Traslasierra, bajo la actividad de “edición de libros, folletos y otras publicaciones”. Varios de sus libros se venden en plataformas web.
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