Destrozó patrulleros y robó un quiosco: quién era el ladrón de 15 años muerto en un asalto
Antes de entrar en la casa del barrio La Loma, de La Plata, el delincuente y su cómplice habían intentado asaltar un comercio situado a tres cuadras
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Para Ezequiel C., el ladrón, de 15 años, que tomó como escudo a un niño, hijo de un vecino del barrio La Loma, en La Plata, no era algo nuevo salir a robar. Al contrario, resultaba una costumbre que, en los últimos meses se había tornado más violenta. Antes de patear la puerta de la casa situada en la esquina de 39 y 28 e irrumpir a los tiros en la vivienda de Germán, el ladrón adolescente y su cómplice habían intentado robar en un comercio, a pocas cuadras del lugar donde le dispararon. Esto significa que la noche que lo mataron, Ezequiel C. y su amigo venían de protagonizar un intenso raid delictivo.
Además de asaltar en La Loma, C., también conocido como “Torrejita”, robaba en su barrio, Los Hornos y en Parque Castelli. Sus excómplices recurrieron a las redes sociales para despedir al ladrón. “Qué día tan horrible. Cuántos compañeros se fueron. Cuántas veces estuvimos juntos compartiendo miles de cosas. Jamás dejaste de mandarle mecha. Siempre con esa chispa que jamás la voy a olvidar. Descansá en paz y guíanos a los que quedamos acá en el barrio. La calle no es para cualquiera Torreja”, escribió uno de sus amigos. En el mensaje, se hizo referencia al concepto “mandarle mecha”, tal como se conoce en el ambiente delictivo al ladrón que no duda en disparar.
Debido a que era menor de 16 años, sus ingresos en las comisarías por cada delito que cometía no pueden quedar registrados como antecedentes. Según la ley que resguarda los derechos del niño, para los menores inimputables no hay prontuarios. El espíritu de dicha norma tenía como objetivo no estigmatizar a los adolescentes en conflicto con la ley penal.
No obstante, para los policías de las comisarías de La Plata, Ezequiel C., alias “Torrejita”, no era un desconocido. Según fuentes policiales, en los últimos siete meses, había sido detenido en dos oportunidades. Primero, lo apresaron por asaltar un quiosco. Debido a que se trata de un menor inimputable, la Justicia ordenó que se lo entregue a los padres.
Así, “Torrejita” regresó a un entorno familiar integrado por un hermanastro preso por robos con armas y con un primo detenido en Olmos. No pasó mucho tiempo hasta que Ezequiel fuera apresado nuevamente. En esta oportunidad, un grupo de policías de la comisaría de Los Hornos lo apresó cuando merodeaba una esquina comercial en dicha localidad. “Torrejita” se resistió a que lo detuvieran y destrozó dos móviles policiales, con la misma violencia que exhibió cuando, anteanoche tiró abajo la puerta de la casa de 39 y 28.
Malherido, C. cubrió a balazos su huida de la vivienda en la que había entrado a robar. Alcanzó a subir a la moto en la que lo esperaba su cómplice y escapó. No llegó lejos. Su secuaz lo abandonó a diez cuadras. No podía cargarlo más en la moto. Antes de dejar el cuerpo de “Torrejita”, el cómplice tomó el arma con la que había intentado matar a Marcelo, a su hijo, de 7 años y a Germán, el dueño de la casa. Después, el motochorro, llamó por celular a la madre de Ezequiel C., le dijo que “Torrejita” había sido baleado y le indicó el lugar donde había quedado el cuerpo.
Pasaron pocos minutos desde que los policías de la comisaría 4a. de La Plata habían marcado el perímetro alrededor del cuerpo del adolescente, cuando llegó la madre. Los vecinos escucharon el grito agudo de la mujer. Hasta ese momento, el caso se investigaba como un hecho de inseguridad en el que un menor había sido muerto en un supuesto robo. Pero la situación cambió cuando los uniformados revisaron las cámaras de seguridad instaladas en la vivienda situada en 39 y 28 que, minutos antes, habían registrado cómo un asaltante, vestido con la misma ropa y de similares características físicas que el menor abatido, irrumpió a los tiros contra el dueño de la vivienda, el vecino y sus hijos, a los que había sorprendido mientras jugaban en un auto. Fue extremadamente violento con uno de los niños.
La autopsia determinó que C. murió por un disparo de arma de fuego realizado con un arma calibre 6.35 con trayectoria de atrás hacia adelante. Dicho calibre es compatible con la pistola Pietro Beretta disparada por Marcelo, el vecino del dueño de casa a cuyos hijos había atacado el asaltante abatido segundos antes de abrir la puerta del hogar de una patada.
Aunque el enfrentamiento ocurrió dentro de la vivienda, Marcelo deberá enfrentar un proceso penal en su contra hasta que los peritajes, los testimonios y las pruebas determinen que se trató de un hecho de legítima defensa. En tanto que, en las próximas horas seguirán los allanamientos para tratar de encontrar al cómplice de “Torrejita” y el arma que utilizó para dispararle al vecino.
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