El misterio del artesano: desapareció en Brasil hace seis años; su familia sigue buscándolo
El cordobés Leonardo Iudicello viajó a festejar su cumpleaños; sus padres lo visitaron y dos semanas después no hubo más señales.
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CÓRDOBA. Hace seis años comenzó el viaje que terminó con la desaparición del cordobés Leonardo Iudicello en Brasil. Cuatro meses después de su partida desde las sierras de esta provincia, el 17 de marzo de 2015, estaba en Jericoacoara, un destino paradisíaco en el nordeste brasileño. El 9 de julio de ese año fue el último contacto con su familia. Desde entonces lo busca Interpol, sigue el aviso en la Cancillería argentina y hay causas judiciales iniciadas en el estado de Fortaleza y en Córdoba.
Casi seis años, y nada. Solo mensajes que cada tanto llegan de quienes dicen haberlo visto en el centro de Córdoba, en Río Cuarto, en Merlo (San Luis), en Tartagal (Salta) o en Buenos Aires. Sus padres, hermanos y amigos van detrás de esas posibilidades; hasta el momento, todas pistas falsas. Por la insistencia en la búsqueda, por seguir todas y cada una de las pistas posibles, el destino de los Iudicello se cruza con el de la familia de María Cash, la diseñadora de indumentaria bonaerense desaparecida justo cinco años antes que Leonardo -el 8 de julio de 2011- cuando estaba de viaje en Salta
Su nombre y su foto están en la red Quién Sabe Dónde Global, una fundación europea por las personas desaparecidas; también circula entre redes de viajeros y en Facebook. Sigue habiendo marchas, misas y hasta consultas a quienes dicen ser videntes o parapsicólogos. La familia no pierde las esperanzas.
Iudicello era artesano y le gustaba viajar; todos los veranos trabajaba en el complejo de cabañas familiar en Villa Cura Brochero, el pueblo cordobés de donde es oriundo. En 2015 viajó con unos amigos a Brasil, donde festejaría su cumpleaños 31. El resto del grupo regresó en la fecha prevista y él se quedó para ir hacia el norte; tenía pasaje de vuelta para el 11 de setiembre.
Lucio Iudicello y Gladys Escribano, sus padres, lo visitaron dos semanas antes del último contacto. Lo vieron bien, “con proyectos”. Pensaba regresar y estar en el cumpleaños de una sobrina y en la comunión de otra. Estaba en Jericoacoara, en un camping, y se preparaba para salir hacia un campo de dunas gigantesco en el estado de Maranhao (el afamado Parque Nacional dos Lençóis Maranhenses), que era su última parada.
Se sabe que el 14 de julio estuvo con unos acampantes; a la madrugada se advirtió que su carpa estaba incendiada. “Él no estaba, su mochila sí”, cuenta la madre a LA NACION.
Inmediatamente viajó su hermano Alejandro. Le aseguraron que a Leonardo “no le podía haber pasado nada grave” porque no se encontró su cuerpo ni había heridos en los hospitales de la zona. “Supusimos que había sido viaje”, explica Gladys Escribano. Cuando en septiembre Leonardo no regresó a Córdoba, el padre se sumó a la búsqueda y logró que le tomaran una denuncia porque aquel incendio era “un indicio de violencia”; si no era por eso, la Justicia brasileña se negaba a aceptar la presentación por la simple desaparición.
El padre y el hermano recorrieron en auto la zona donde Iudicello pensaba ir. “Fueron siguiendo algunos testimonios, pero no encontraron nada. Creo que puede estar en cualquier lado, creo que está con vida”, dice la madre.
En 2017 un amigo de la familia, que lo conocía, aseguró haberlo visto cerca de la terminal de Córdoba. “No pudo haberse equivocado porque lo conoce bien; nos tomaron la denuncia, la policía lo buscó, siguió las cámaras, pero no se llegó a ninguna parte. Cada vez que nos dan una pista vamos y tratamos de confirmarla”, repasa Escribano.
Recuerda que cuando les comentaron que estaba en Merlo, en la vecina San Luis, la situación fue “desesperante” porque mientras iban pegando carteles la gente se acercaba y les decía que “estaba en la feria de artesanías” o “hace unos minutos estaba haciendo dedo...”. Escribano subraya que su hijo “no se hubiera ido voluntariamente sin avisar”.
La familia Iudicello se unió en su búsqueda a las de las cuatro mujeres desaparecidas en el valle cordobés de Traslasierra: Delia Gerónimo Polijo, en 2018; Marisol Reartes y su hija, desde 2014, y Silvia Gallardo, el mismo año. “Compartimos la misma angustia, la misma desesperación”, define la madre de Iudicello.
Este miércoles 17 habrá un abrazo humano en Villa Cura Brochero con una caminata que organiza “Mujeres que abrazan”, un grupo que contiene emocional y materialmente a las familias de Traslasierra que buscan a sus familiares desaparecidos.
“Mientras hay quienes pueden buscar en alguna dirección, nosotros no tenemos ningún indicio de nada. Por eso les pedimos a todos que nos ayuden, que miren a las personas; tal vez así podamos encontrarlo. Hoy no estamos todos, falta Leo”, resume Gladys, y agrega: “Cada persona tiene su historia que se cierra con la muerte. Cuando alguien desaparece, no hay historia para cerrar. No es el recuerdo, son la esperanza y la búsqueda”.
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