Dependencia a las drogas: si los que sufren trastornos no reciben tratamiento, seguiremos contando los muertos
Es un error minimizar detrás del eufemismo del “consumo problemático” el efecto devastador del consumo de sustancias que deriva en su abuso; Se debe modificar la ley para reabrir los establecimientos para la atención psiquiátrica de los pacientes con enfermedad mental
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Los Estados Unidos han aceptado, hace ya muchos años, su derrota en la lucha contra las drogas, que inundan a la nación más poderosa del mundo. Por ello, el teatro de operaciones de su guerra está en los bancos, tratando de detectar y atacar las cuentas de las organizaciones narcocriminales transnacionales como estrategia.
El tránsito de estupefacientes es mundial, y lo que las policías y aduanas detectan es una proporción menor, estimada como una “pérdida razonable” por los distintos carteles de la droga, así como la que estiman los supermercados frente a los punguistas y las compañías de seguros con determinados siniestros.
El problema de la drogodependencia, que así se debe llamar, es que aún es minimizado cuando se lo denomina “consumo problemático” nombre eufemístico que sería motivo de hilaridad si no fuese trágico.
Y la autoría de dicha denominación se debe atribuir a ciertas personas en posición de autoridad que sorprendentemente -o no tanto- parecen ignorar las bases del trastorno de conducta que en una espiral descendente lleva a millones de personas desde el consumo rápidamente al abuso y a la dependencia física y psíquica.
Poner en un mensaje en las redes frases que instan al dependiente a conocer sus límites o a investigar el origen de lo que consume implican la negación o ignorancia más básicas en la psicopatología del enfermo, que equivaldrían a discutir la importancia del agua para la navegación.
Todo ello está necesariamente inspirado en la ley 26.657 de Salud Mental, del año 2010, con su larga historia de desaciertos y muertos en todo el territorio nacional, texto legal que es imperativo reformar para que puedan reabrirse lugares públicos de tratamiento para los enfermos mentales en todo el país, para que se realice una campaña nacional de educación de la población en la prevención primaria de las enfermedades psiquiátricas más frecuentes y en la prevención de la cantidad de suicidios que asolan a nuestra adolescencia y juventud. También, para poner fin al estigma que, a todo nivel, incluso en pleno siglo XXI, todavía los argentinos tenemos contra los que tienen una enfermedad mental, como una depresión, un trastorno bipolar, una esquizofrenia, una demencia y tantas otras.
Es menester que terminemos de contar muertos, que antes de morir necesitaban tratamiento y no lo tuvieron, debido a una nefasta ley. Señores legisladores, ustedes tienen la palabra, y los psiquiatras argentinos estamos para asesorarlos y acompañarlos.
Andrés Mega es profesor universitario, médico psiquiatra, psicoterapeuta y forense
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